El secreto de la educación es el educador educado.
El buen ejemplo habla hoy en día más que las palabras.
Alguien me comunica sus crisis. Tal vez, mi
interlocutor no se lleva bien con su fe. Desde luego, conozco muchísimas
respuestas [a su problema]. Pero una respuesta aprendida de alguna manera no es
en modo alguno «vida». Para eso puedo consultar también los libros. Como
educador tengo que atravesar primeramente en mí mismo la lucha que tiene mi
interlocutor.
¿He asumido en mi corazón todas las necesidades y
malas costumbres de los míos y he luchado con ellas hasta el final? Estando en
la plenitud de nuestra vida y aspiración pedagógicas, ese tipo de educación
tiene que haberse convertido para nosotros en una segunda naturaleza. Escuchar
y luchar, recibir y elaborar interiormente son una y la misma cosa. Solo
después viene la respuesta.
Si como padres y madres nos formamos y plasmamos de
esa manera, seremos educadores altamente dotados. Entonces nuestra palabra será
tomada en serio en un tiempo en el que verdaderamente podemos hablar de una
crisis de la palabra. Hoy en día no se toma en serio la palabra dicha. ¿A quién
le creemos hoy sus palabras? ¡Respóndanse ustedes mismos! Si como padre y
educador soy y hago lo contrario de lo que exijo de mis jóvenes, se burlarán de
mí a mis espaldas. En efecto, no dimana fuerza generadora alguna de mi
personalidad y, por eso, tampoco de mi palabra.
El secreto de la educación es el educador educado.
Este es el que obra maravillas en el campo de la educación, que vive en serio
lo que sabe, enseña y exige de los demás.
J. Kentenich, 02 al 06.10.1951,
en Dass neue Menschen werden, 143 s.
Trabajar
cada día sobre sí mismo.
Una educadora mantuvo una conversación con el padre Kentenich y le habló de
sus dificultades con los niños. El padre Kentenich le dijo:
¿Cree usted que yo puedo educar constantemente a
tantas personas porque soy entendido? No, solo puedo hacerlo porque cada día
trabajo de nuevo sobre mí mismo.
J. Kentenich, 17.06.1951, en una conversación privada
Vivir
ejemplarmente lo que decimos.
A menudo hemos lanzado la consigna «necesitamos
educadores educados». Como educadores de nuestros hijos queremos disciplinarnos
primeramente a nosotros mismos. Esperamos no una reforma de otros, sino de
nosotros mismos. Queremos ser educadores educados y serlo a través del apoyo
mutuo [de los cónyuges].
J. Kentenich, junio de 1950, en Familientagung,
31.05-04.06 1950, 5
Conocemos la clásica frase acerca del educador
educado. El gran factor de educación es hoy el ser, no la palabra. ¿Quién cree
hoy en la palabra? Hoy no hay ya palabras fiables, a no ser que sean
pronunciadas por una persona que procura encarnarlas. La única Biblia que lee
el hombre de hoy es la vida fiable y seria del cristiano. […] ¡El educador
educado!
J. Kentenich, 1950, en Grundriss
einer neuzeitlichen Pädagogik, 56
En la educación producimos significativamente más
efectos a través de nuestro ser, de nuestro hacer que de nuestra palabra y de
las denominadas medidas educativas.
J. Kentenich, 1950, en Grundriss
einer neuzeitlichen Pädagogik, 39
También para nosotros se aplica que para educar
exitosamente a nuestros hijos tenemos que, en primer lugar, traducir en hechos
lo que sabemos y, en segundo lugar, aprender cosas nuevas.
Piensen cómo se forma hoy a la juventud. Los
educadores principales son la televisión, las revistas, los cómics y la calle.
Por ejemplo, los niños experimentan también que lo que dice el maestro no
coincide con lo que dicen los padres. No saben a quién han de creer.
Por eso, no olviden que, sobre todas las cosas,
tenemos que vivir ejemplarmente lo que les decimos. El buen ejemplo habla más
alto que las palabras. Un filósofo inglés digo una vez: el hombre moderno no
cree más en la Biblia escrita, sino en el ejemplo vivido.
Nuestros hijos no quieren estar siempre escuchándonos
predicar. Quisieran ver realizado en nuestra vida lo que anuncian nuestras
palabras.
J. Kentenich, 29.01.1956, en Am
Montagabend, t. 1, 104
Gracias Paco! Estos textos potentes los voy a usar en la jornada pedagógica del 22/7 en el colegio. Después te cuento!!
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