«E.P.»: examen particular o propósito
particular (= meta parcial).
Entre las prácticas del horario espiritual
destaca el propósito particular, «my daily challenge», mi reto cotidiano. El propósito
particular es el núcleo del horario espiritual. Contribuye al «ennoblecimiento»
de mi carácter, fortalece mis lados fuertes y regula mis debilidades. Así pues,
se trata de encontrar un propósito
– que se ajuste a mi situación de vida;
– que me haga avanzar;
– que sea gestionable y realizable;
– que esté formulado de forma positiva;
– que esté asociado a una motivación y me dé
alegría (= un paso concreto hacia mi ideal personal).
¿Qué resonancia se produce en mi interior?
Hay una práctica sencilla que se ha demostrado válida para activar mi propia
motivación: buscar mi canto preferido y mi verso preferido de la letra. Busco
lo que me toca y me hace vibrar interiormente, lo que me da alegría. Con ello
habré apelado consciente o inconscientemente a mi ideal personal, a mi
motivación fundamental, a mi meta fundamental. Asocio mi propósito particular
con esa formulación motivadora. De esa manera, mi reto cotidiano se asocia con
aquello que más profundamente me motiva y, en el caso ideal, experimento así un
fortalecimiento para superar el reto.
¿De
dónde provienen las numerosas
decepciones que me provoco a mí mismo y que provoco a los demás? […] Eso proviene de que hemos visto demasiado poco el núcleo en nuestra lucha
moral. Si bien tenemos muchos puntos
(que hacemos objeto de nuestros propósitos), estos no estaban orientados,
ordenados y ajustados hacia el punto central de nuestra personalidad, hacia el ideal personal.
J. Kentenich, 1936, en
Die religiösen Übungen, t. 1, 92
Muy fácilmente
puede ser que el objeto de mi examen o propósito particular sea mi propio ideal
personal. En efecto, el ideal personal es
la actitud fundamental de mi ser, determinada para mí por Dios. Yo puedo profundizar
constantemente esa actitud. Pero por eso también tenemos que flexibilizar un poco
los conceptos de las distintas cosas, no debemos concebir el examen particular de
forma tan unilateral.
El propósito particular a lo largo del día
Por la mañana
Lo que
hacemos bien temprano en la mañana repercute fuertemente en toda nuestra
jornada. Por eso – ya lo hemos oído -, por la mañana, junto con el IP hay que
renovar también el EP. ¿Cómo tiene que ser mi EP? Tiene que ser un propósito claro y
determinado. ¿Cómo reza mi EP? So durante el día me lo preguntaran, de pronto,
¿podría dar una respuesta precisa?
J. Kentenich, 1936, en
Die religiösen Übungen,
t. 1, 93 s.
Tiene
que tener la fuerza de una decisión: tiene que estar respaldado por una voluntad
decidida. Mi EP tiene que realizarse, a toda costa.
J. Kentenich, 1936, en
Die religiösen Übungen, t. 1, 94
Al mediodía
En
formulación positiva
En el
caso de un objeto positivo: hay objetos del EP que – como ya hemos experimentado
todos – resultan extremadamente difíciles de controlar numéricamente. Son los
objetivos positivos. Para un alma que haya crecido sanamente es casi imposible –
justamente porque es sana y una vida sana realiza los actos sin más – retener reflexivamente
los actos puntuales a lo largo del día. Por eso, un EP positivo no es tan fácil
de controlar mediante un propósito y de forma numérica. Estará asegurado al
máximo si al mediodía revivo en mi el mundo (de valores) correspondiente. Esto
podrá ejercer una influencia, irradiar hasta la noche. De una forma más exacta
no se lo puede controlar.
J. Kentenich, 1936, en
Die religiösen Übungen, t. 1, 95
En
formulación negativa
En este
caso busco combatir determinadas faltas contra determinadas virtudes. Un alma que
ha crecido sana reacciona fácilmente a este tipo de faltas, por lo cual se las puede
retener y controlar fácilmente.
J. Kentenich, 1936, en
Die religiösen Übungen, t. 1, 95
A
este respecto piensa Ignacio que, a la larga, tales faltas contra determinadas
virtudes no pueden superarse sin un control escrito. Es sabiduría ignaciana.
Por eso, si busco razones que expliquen por qué avanzo tan poco tendría que
examinar esta afirmación de Ignacio.
Sin
embargo, ustedes me explicarán: ¿para qué sirve todo el control escrito? Tienen
razón. No sirve para nada si no brota del amor. El EP tiene que ser expresión
del amor. Y si este es el caso, tal vez me sienta impulsado también a ofrecer,
por amor, el pequeño sacrificio del control escrito.
Se
trata siempre de nuevo de una apelación a la magnanimidad. No debo decir “tengo
que hacerlo”; solo debo decir “me está permitido hacerlo”. O bien: “tengo que
hacerlo”, pero entonces se trata más de un deber de honor, de una obligación
dictada por el ideal, una obligación para alcanzar el ideal, no para cumplir un
deber.
Por
lo menos hemos de ser honestos: hay muchas cosas en nuestra alma que no están
ordenadas o que no lo están tanto. ¿A qué se deberá? A todo esto, no debo
olvidar la petición, la acción de gracias, el amor. También deberíamos concebir
estas pequeñas cosas – como el control escrito – como una pequeña escuela del
amor. Entonces tendremos trazada una línea unitaria.
J. Kentenich, 1936, en Die religiösen Übungen, t.
1, 95 s.
A la noche
No estará
de más que nos impongamos también alguna penitencia por las faltas. Podrá consistir
en hacer lo contrario de lo que hemos hecho en nuestra desidia. En cualquier caso,
con esto no se juega: se utilizan todos los recursos a fin de sacar a la naturaleza de su inercia.
J. Kentenich, 1936, en Die religiösen Übungen, t.
1, 96