viernes, 23 de febrero de 2024

TE BUSCARÉ DÍA A DÍA (2)

Son pequeñas cosas las que forman el alma

Supongamos que es de mañana y, por lo tanto, suena la campanilla. En realidad, la mañana debería comenzar con la noche. Destaco ahora un par de puntos que son importantes también para nosotros como varones. Por ejemplo, levantarse según el horario. Si consideran detenidamente la oración de la noche de ‘Hacia el Padre’, verán que ahí dice “a la hora señalada”. Detrás de ello se esconde una psicología y pedagogía muy profunda. (….) ¿Por qué razón? Antes solía decir en tono jocoso: de otro modo, tenemos ya la primera manzana podrida, la primera pera podrida que le arrojamos a la cara a Dios nuestro Señor. (El P. Kentenich recurre aquí a un juego de palabras evocador: faul en alemán, significa “perezoso” y, también “podrido”, “en mal estado”. El acto de pereza matinal significa arrojarle a Dios un primer “fruto perezoso” o una primera “fruta podrida”).

En efecto, es muchísimo lo que depende de cómo es el primer acto de nuestra jornada: pero es también muchísimo lo que depende de cuál es el primer movimiento de los sentimientos a primera hora de la mañana. Desde luego, estas cosas que estoy diciendo son puramente psicológicas. Por eso, no es algo obligatorio. Son todas indicaciones de lo que, por ejemplo, podría hacerse.

Y como es normal que, a la mañana, el primer sentimiento o, si ustedes quieren, el primer pensamiento que surge esté determinado por aquello que haya hecho antes de quedarme dormido, de dormirme, mucho depende de que la noche, es decir, los últimos actos de mi jornada sean tales que durante el sueño el subconsciente pueda seguir tejiéndolos y, luego a la mañana bien temprano, afloren nuevamente.

En la santa misa - esté relacionado con el ofertorio, con la consagración o con la comunión - se plantea una y otra vez la pregunta: ¿qué le ofrezco al Salvador? Quiero llegar a ser semejante a él.

Él es ofrecido en sacrificio. ¿En qué sentido, de qué manera quiero ser semejante a él como aquel que es ofrecido en sacrificio? O bien, cuando se trata de la lectura espiritual.

Sobre estas cosas tenemos que decir de nuevo algunas palabras porque en general, como hombres modernos tendemos muy fácilmente a tomarlas a la ligera.

 

J. Kentenich, 1963, en Ein Durchblick in Texten, t. 5, 602 ss.

 
Prestar atención a la salud

Tenemos que establecer nuestro horario espiritual de forma lúcida. […] No tienen que ser solamente prácticas religiosas. Un ejemplo: trabajo día y noche, pero ¡la salud….! Entonces, el cuidado de la salud tiene que formar parte de mi horario espiritual. Hay que asegurar aquello que exige de mí todavía un ‘agere a proposito’     [actuar en virtud de un propósito].

 

J. Kentenich, 1935, en

Die religiösen Übungen, t. 1, 56

Dormir lo suficiente

Desde una perspectiva psicológica, todos ustedes saben, probablemente por experiencia, que, por lo común, hay en nuestra vida puntos acerca de los cuales, en virtud de una larga experiencia, hay que decir: si este punto está asegurado, está asegurado todo mi horario espiritual. (….) ¿Qué puntos pueden ser aquellos de los cuales yo me diga que, si estos están asegurados, normalmente mi horario espiritual estará asegurado en líneas generales? ¿Qué puntos podrían ser? ¡Oh, pueden ser muy distintos puntos! Incluso algunos, que inicialmente parecerán erróneos. Yo podría decirme: mi horario espiritual estará asegurado si he dormido lo suficiente.

Ustedes podrán decir: “sí, sí, ya quisiera yo, pero no puedo”. Yo solo quiero mostrar la teoría. Si he dormido lo suficiente, entonces estoy seguro de que mi vida religiosa permanecerá en orden. ¿Qué indica esto? Esto presupone que en mi interior vive una corriente religiosa que solo se ve interrumpida, reprimida, si la naturaleza está demasiado sobrecargada.

¿Qué tendría que hacer yo entonces? Presuponiendo esa situación, tendría que procurar dormir más. Incorporar ese punto en mi horario espiritual me ayudará después más - hablo una vez más en hipérboles - que si me flagelara veinte veces al día. ¿Comprenden lo que quiero decir? Tenemos que ser sabios en la regulación de nuestra vida religiosa.

Otra pregunta para permanecer en esta línea - son cosas que, en apariencia, no tienen absolutamente nada que ver con la vida religiosa -. Yo podría decirme, en virtud de la experiencia, que si, en la medida en que no me apremien absolutamente las obligaciones, me tomo realmente cada semana un día o medio día para descansar, para hacer alguna vez lo que me gustaría, de modo de aflojar, alejar de mi vida lo mecánico, la presión, el apremio, es muy posible que me diga: sí, este es el mejor medio para mí.

Así pues, en una situación semejante no me propondré, no juraré - en la mayoría de estos casos se trata de perjurio – que, a partir de ahora, pase lo que pase, mantendré estas prácticas de mi horario espiritual. Sí, sí …. pero no funcionará. Tenemos que tomar la vida tal como es para nosotros.   […]

Si pueden y quieren seguir desarrollando la idea, de lo que aquí se trata es de tomar en consideración el cuerpo, también la salud. Por supuesto, estas cosas solo funcionarán si, de todos modos, es fuerte en mí la corriente religiosa.

J. Kentenich, 1963, en Ein Durchblick in Texten, t. 5, 598 ss.

 

viernes, 16 de febrero de 2024

TE BUSCARÉ DÍA TRAS DÍA: El horario espiritual

La oración es la respiración del alma

La oración se la respiración del alma religiosa. Los hombres de hoy lo hemos olvidado. Por eso todos tenemos que orar más y asegurar una medida sana de prácticas de oración. De otro modo, caemos víctimas del espíritu de la época y no encontramos nunca un camino hacia la verdadera santidad de la vida diaria.


J. Kentenich, 1964, en

Die religiösen Übungen, t. 1, 84


Que no haya tiempos relativamente prolongados sin una práctica de oración asegurada


Ahora bien, se plantea la pregunta: ¿qué prácticas debemos colocar en nuestro horario espiritual, en lo esencial? (….) Creo que aquí tienen que hacer que rija un principio. (….) Según mi opinión, el principio debería rezar así: debemos ordenar la jornada de manera tal que no existan tiempos prolongados sin una práctica, una práctica religiosa asegurada. (….) ¿Cuál es el motivo por el cual no debería haber un tiempo relativamente prolongado sin una práctica asegurada? El motivo es este: primero, para mantener la actitud. En efecto, la actitud se establece a través de la repetición de actos. El acto debe emanar de la actitud, pero debe ser también un medio para profundizar la actitud interior.

Y si damos tanta importancia a estar, vivir y actuar siempre unidos y conectados con Dios, para nosotros tiene que ser una obviedad el que interrumpamos una y otra vez el día de alguna forma para establecer de nuevo de manera actual el contacto con Dios. Y eso se da, en definitiva, a través de las prácticas religiosas.

Está pensado para que la labor diaria se vea impregnada, interrumpida, interiorizada, sobrenaturalizada y animada siempre de nuevo por determinadas elevaciones del alma hacia Dios. Este tiene que ser el principio.


J. Kentenich, 1963, en Ein Durchblick in Texten, t. 5, 591 ss.

Llegar a ser santo

Para arraigar entre los laicos la aspiración a la santidad en el mundo actual en el sentido de la idea del “hombre nuevo en la comunidad nueva”, Schoenstatt retomó las ideas de San Francisco de Sales y amoldó su doctrina de la santidad de la vida diaria a las circunstancias y necesidades actuales, o sea, enseñó una ascética expresamente laical. (….)

El que quiera ser aceptado en la Federación Apostólica o unirse al Movimiento como miembro de la Liga asume con ello obligaciones en las tres direcciones mencionadas: en la dirección de la aspiración personal a la santidad, del espíritu de apostolado y del espíritu de comunidad. Constantes cursos de formación, un moderado cultivo de la vida comunitaria, así como la asunción de prácticas personales como el control escrito del horario espiritual y la cuenta mensual (….) cuidan de que exista seriedad, solidez, fiabilidad y fidelidad. (….)

   

J. Kentenich, 1951, en

Die religiösen Übungen, t. 1., 65

 

viernes, 9 de febrero de 2024

ELABORAR LAS IMPRESIONES CON DIOS EN LA ORACIÓN

 ¿Qué es, pues, lo que debo comentar con Dios de manera especial? […] (En primer lugar,) las impresiones no digeridas que proliferan en la vida subconsciente de mi alma y que constantemente embarullan todo; y, en segundo lugar, mi sentimiento de culpa. Aquí tengo que advertir primeramente de nuevo acerca de que, realmente, son innumerables las personas que hoy en día están también físicamente enfermas. ¿Saben por qué? Por esas impresiones no digeridas. …. Ahora tienen que reflexionar cuántas impresiones absorbemos, cuántas absorben incluso nuestros hijos, y que nunca digieren.

Ahora, si quieren seleccionar impresiones especialmente claras, profundas, incisivas en su propia vida, tienen que pensar, tal vez en una grave desgracia: por ejemplo, que se me haya privado de mi honor. ¿Comprenden qué impresión profunda deja eso en los sentimientos?

Muchísimas personas reprimen eso, lo empujan hacia abajo, pero no lo elaboran. Y cuando esas impresiones no se elaboran, operan casi como serpientes que se arrastran durante un tiempo por el subconsciente y que, de pronto, saltan hacia arriba. ¿Qué efectos tendrán? Hay en mí una fuerza oculta que me hace estar siempre intranquilo.

O bien, una vez he tenido en mi vida una desgracia tremenda, por ejemplo, la comisión de un pecado muy grave y horrible. Lo he confesado; en realidad, ya está absuelto, pero, aun así, no está interiormente elaborado. (….) Pensemos cuántas impresiones se esconden todavía en mí que todavía no he aceptado interiormente, no he elaborado interiormente. ¿Qué objetivo debo perseguir con esa elaboración? No debo descansar hasta que el ritmo de mi vida personal se sincronice con el ritmo de la vida de Dios.

¿Qué significa esto, en la práctica? Tengo que extraer lo que se esconde en ese acontecimiento, lo que Dios quiere decirme. (….) Por ejemplo, he tenido mala suerte en los negocios, perdiendo de pronto dinero de a miles. ¿Lo ven? Entonces no se trata de que yo salga y me emborrache para ahogar toda esa historia. La pregunta es: Dios querido, ¿qué quieres tú con ello y qué debe decir ahora mi corazón en vista de lo sucedido?

 Voy a contarles un ejemplo de la vida corriente, cotidiana, para que comprendan la expresión según la cual la cabeza y el corazón deben estar en sincronía con el ritmo de vida de Dios. Supongan, por ejemplo, que alguno de ustedes sabe tocar muy bien el piano. Pero en el negocio ha tenido mala suerte y está nervioso. ¿Qué he de hacer ahora? A fin de cuentas, para eso está la esposa, ¿no? Pero la esposa es astuta, conoce a su marido y sabe: si logro llevar ahora a mi marido hasta el piano, comenzará a tocar furiosamente el piano, de un lado al otro (del teclado), y, pasados diez minutos, se habrá tranquilizado.

En otro caso, (la esposa) dice así: si logro inducir a mi marido a que salga al bosque que hay cerca, una vez que haya estado un cuarto de hora en el bosque regresará a casa y será el hombre más espléndido del mundo. Así no tendré que soportar su nerviosismo. ¿Comprenden que eso puede ser así? Pero ¿dónde reside la psicología de este método? Tomen, por ejemplo, el bosque. El hombre que sale al bosque pateará y correrá todo lo que pueda – todo eso está todavía rabiando en su interior, ¿no? – Pero no pasará mucho tiempo hasta que se absorba en sí la tranquilidad del bosque. ¿Qué absorberá? El ritmo del bosque. Pues bien, ¿qué debo absorber yo? El ritmo de la vida de Dios. Tengo que saber cómo juzgaría Dios el acontecimiento en cuestión y qué exigiría él de mí. Y entonces, no cejo hasta que todo el ritmo de mi vida se haya sincronizado con el ritmo de la vida de Dios. Entonces me convertiré en un hombre sano y santo, y no sabré cómo se ha dado. Este es el secreto de los santos: no es que hayan ido a tocar el piano ni salido al bosque cuando estaban excitados, sino que comentaron todas sus dificultades con Dios.  

 

J. Kentenich, 28 de Mayo de 1956, en Am Montagabend, T. 2, 251 ss.

 

viernes, 2 de febrero de 2024

MÉTODO DE MEDITACIÓN: POSGUSTAR Y PREGUSTAR

Meditación

El tipo de meditación, tal   como es popular entre nosotros, no es de orden secundario: posgustar y examinar las misericordias divinas y las miserias humanas, o examinar previamente y pregustar con vistas hacia el futuro es hoy en día esencial, más esencial que antes.

J. Kentenich, 22 de noviembre de 1965, en

Rom-Vorträge 17.-23.11.1965, 166

Tenemos que reunir un saber experiencial. ¿Qué significa eso? ¡Adentrarse en la propia historia de vida! Saber experiencial. ¿Acaso no he experimentado innumerables veces la conducción misericordiosa de Dios en mi vida? Ahora solo necesito recordarlo que muchas veces decimos sobre el tipo de meditación preferido. ¿Cómo hemos de meditar? Queremos nadar en el mar de las misericordias de Dios y de las propias miserias a partir de la propia vida. ¿Dónde me ha mostrado Dios que tiene mi vida en sus manos? Posgustar, examinar. ¿Posgustar qué cosa? Las mise5ricordias divinas y las miserias personales. (…..) Este tipo de meditación podemos y deberíamos aplicarlo todos aunque no tengamos mucho tiempo. Son cosas que, probablemente, ya hemos considerado en común. Podemos hacerlo estando de viaje, cuando vamos en el tren o dondequiera que estemos. Estas son las cosas: hacer una retrospectiva y, después, mirar dentro de nuestra vida.       

J. Kentenich, 19 de agosto de 1967, en Es geht dich an, t. 2, 198 s.

 

Llevarse a la boca un caramelo: meditar, posgustar

Pienso que debería pedirles una vez más que intenten realmente introducir pausas en su labor cotidiana, retirarse alguna vez a fin de interiorizarse en sí mismos. Pero no estoy pensando en tomar un libro y repetir lo que el autor del libro les dice, ni tampoco en rezar el rosario, sino en llevarse un caramelo a la boca. ¿Quién es el caramelo? Dios. Ahora, de alguna manera “chupo”, disuelvo y trago a Dios. Esto es lo que yo llamo tiempos de reflexión: es ocio, reflexión sobre sí mismo. Y, después: caminar hacia Dios en la vida cotidiana.

Si lo hacen, con el tiempo les resultará fácil lograrlo también en las cosas cotidianas. Antes se lo llamaba “meditación”. Nosotros lo llamamos tiempos de reflexión, tiempos de posgustación. Peero ¿qué es lo que degusto? ¡Degusto a Dios, a Dios, siempre a Dios! Se trata siempre de Dios. Es que no lo conocemos. Decimos todo tipo de cosas sobre él, pero todo es aprendido, solamente aprendido. (…..)

Ahora él me envía, por ejemplo, pobreza, enfermedad. ¿Qué he de hacer ahora de nuevo? Siempre lo mismo: se trata de un regalo de amor de Dios, de requerimientos de amor de Dios. ¿Y cuál es mi respuesta? Posgustar a Dios, él me desprende de todo lo terreno y me impulsa más a adentrarme en Dios. (….)

Se trata de poner todas las cosas, todos los valores en relación con Dios y de utilizarlos como escalera hacia Dios.

 

Reservar un tiempo de reflexión cada día

No les digo que ustedes deberían realizar meditaciones de horas de duración. No: tenemos que encontrar a Dios en la vida cotidiana, en nuestra vida cotidiana. Pienso que, entonces, ustedes deberían reflexionar cómo pueden logarlo de la mejor manera.

También aquí me permito decirles, una vez más: si no acostumbran a establecer para cada día un tiempo de reflexión – pero en la forma que les he dicho -, no creo que lo logren. ¿Por qué? Porque entonces no es más que una bonita idea. Se dice de inmediato: sí, lo haré. Pero si el amor no se cultiva de alguna manera …..Tengo que cultivar el amor, entonces produce efectos. No se da por sí solo que yo pueda lograrlo, sobre todo en un tiempo como el nuestro, que ya no conoce más este tipo de prácticas.

J. Kentenich, 19 de mayo de 1958, en Am Montagabend, t. 9, 97