sábado, 30 de diciembre de 2023

LA VIDA, UNA PEREGRINACIÓN

1)  La vida es una única gran peregrinación;

2)  planeada por Dios, guiada por Dios y conducida hacia Dios. […]

3)  La vida es una peregrinación en la que Dios se muestra infinitamente grande y sabio,

4) una peregrinación que Dios planea y lleva a cabo de forma totalmente original. […]

 

[Cristo dice:] «Salí del Padre y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y me voy al Padre» (Jn 16,28). Lo que él dice ahí de sí mismo significa, sin duda, lo mismo que «peregrinación». Por donde voy o donde estoy no tengo un hogar último. Aunque posea un terreno maravilloso, aunque experimente en mi entorno una atmósfera paradisíaca, el sentido de la vida no es permanecer aquí. Salí del Padre, vine al mundo, regreso al Padre. Regreso: es decir, no es aquí mi última meta. Piensen en el viejo patriarca: «Muchos han sido los años de mi peregrinación en la tierra, pero muy pecaminosos y pobres» (cf. Gen 47,9). El concepto de «peregrinación» es algo enormemente grande y significa para nosotros algo evidente. […]

Somos peregrinos

¿Por qué ha cuidado Dios en su sabiduría de que la peregrinación se hiciese difícil? […] ¿Cómo fue el pasado? ¿Fue una peregrinación? ¿Conservamos [en aquel momento] la consciencia de que no debíamos apegarnos a la tierra, a las circunstancias, de que todo no es más que un paso, pero transitus Domini, paso del Señor?

¡Una peregrinación difícil! ¿Cuál es la intención profunda que Dios asocia a ello? Quien sepa qué rápido se esclaviza nuestro corazón — creado, en última instancia, para lo más alto que pueda imaginarse, para el mismo Dios vivo— sabrá que es difícil comportarse correctamente en esta peregrinación. Dios nuestro Señor sabe cómo es eso. Habiéndonos creado como seres sensitivos y colocado en un mundo sensible, sabe que, muy pronto, la vinculación […] se vuelve servil, que a menudo confundimos a la criatura con Dios, que nos colocamos nosotros mismos en el lugar de Dios, que nos vinculamos a nosotros mismos. Y a fin de facilitarnos el reconocimiento de su intención cuida de que, si bien en las distintas estaciones de nuestra vida durante esta peregrinación las cosas pueden ser a menudo bien bonitas, se tornen difíciles cuando desde los más distintos frentes llegan dificultades tras dificultades.

Estas nos recuerdan siempre de nuevo: este no es tu último hogar. No debes quedarte enganchado aquí; Dios nuestro Señor llama. Del mismo modo como dijimos antes mediante la imagen de la procesión: Procedamus. Sigamos, sigamos, sigamos [caminando].

La última estación es siempre Dios, el eterno, el infinito. […] En definitiva, todo lo terreno, también todo amor puramente terreno, tiene que decepcionarnos. ¿Por qué? Hacia el hogar, hacia el Padre va el camino. Para que no olvidemos jamás que somos peregrinos.

J. Kentenich, 24 de noviembre de 1965, en Rom-Vorträge 24.11.-03.12.1965, 85-94

  

viernes, 22 de diciembre de 2023

MARÍA EN LA BIBLIA

En la oscuridad de la fe

Creo que todos tenemos una imagen muy errónea de la vida de fe de la Santísima virgen. Probablemente nos la imaginamos así: la Santísima Virgen nadó constantemente en un cálido ardor, no hubo en su caso dificultad alguna para   el       entendimiento        y        también       pocas dificultades para el corazón. Esta concepción la encontramos en muchos escritos de la literatura.

De esa manera, hay que imaginarse, por ejemplo, que, cuando la Santísima Virgen huyó a Egipto, los angelitos no hacían más que dar volteretas. Un angelito sucedía a otro para reemplazar al burrito en el que iban montados. O sea, pensamos siempre que la vida de la Santísima Virgen no fue tan sobria como nuestra vida cotidiana corriente y que la Santísima Virgen no tuvo que pasar por la oscuridad de la fe. ¡Oh, hubo tantas cosas incomprensibles en la vida de la Santísima Virgen que ella también tuvo que practicar el heroísmo de la fe!

Ejercicio del desasimiento de una madre

Solo hace falta que recuerden una única frase de la Sagrada Escritura que hemos citado ya a menudo. Piensen en el Salvador, cuando se escapó de su madre. Conocemos el suceso. Ya lo escuchamos tantas veces que no encontramos nada más tras él. La Santísima Virgen no comprendió para nada cómo el Salvador podía hacer algo así. [Dice ella con] extrañeza: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo te buscábamos con dolor.

Y ¿qué explicación le da el Salvador? Le dice: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? [Y] asunto resuelto. El Padre así lo quería. Y sanseacabó.

Por lo tanto, el Salvador se limita a indicar hacia lo alto: el Padre celestial lo quería de ese modo: no necesitas saber nada más. ¿Y qué dijo entonces la Santísima Virgen? ¿Estuvo de inmediato interiormente satisfecha  con     eso? Está    muy   claro   en      la       Sagrada       Escritura:     «Ellos no comprendieron       lo       que    les      dijo». Simplemente,         no      lo comprendieron.      [Pero la Santísima Virgen] conservaba todas esas palabras [en su corazón]; ella reelaboró una y otra vez todo ese suceso para comprender cómo es que Dios puede hacer algo así.

¿Qué es importante para mí aquí? Mostrarles por cuántas cosas incomprensibles tuvo que pasar la Santísima Virgen en su vida, exactamente como nosotros. Retengan esto: [la] fe presupone oscuridad, y, a la larga, sin oscuridad difícilmente puede existir la fe.

Grande en la fe

Ahora tienen que contemplar más de cerca la vida de la Santísima Virgen. […] Su fe era extraordinariamente grande. Tienen que contemplar la escena de la anunciación. ¿Qué exige Dios de la Santísima Virgen a través del ángel? Propiamente, los actos de fe más difíciles.

[En primer lugar, ella debe] creer en la Trinidad. Este es ciertamente el primer acto de fe en la Trinidad de toda la historia. Dice allí: la fuerza del Altísimo vendrá sobre ti. El Espíritu Santo te cubrirá con su sombra. Por eso, aquel que nacerá a partir de ti será llamado Hijo del Altísimo. Allí tienen ustedes la primera revelación clara de la Trinidad. La       Santísima     Virgen dice:   fiat [hágase        en      mí].    Ella     cree   en      eso.

En segundo lugar, se exige de ella la fe en la encarnación [de Dios]. [Dice el ángel:] El Hijo unigénito de Dios tomará la naturaleza humana en tu corazón, en tu seno.

El Salvador no ha hecho aún ningún milagro para [demostrar] su divinidad, pero la Santísima Virgen escucha lo que ha dicho el ángel y cree. ¿[Por qué] cree? Porque Dios se lo transmite a través del ángel. Son actos heroicos de fe, grandes actos de fe. Ella no ha visto todavía los milagros del Salvador, no tiene todavía ninguna prueba de [su] divinidad, pero, aun así, cree.

Y después, el tercer acto de fe, que es especialmente difícil: ella debe creer que [será] al mismo tiempo madre y virgen. Tienen que imaginarse que [a alguna] de ustedes le dijeran: has de convertirte en madre, pero permanecer virgen.

Y tienen que tener en cuenta esto: [permanecer] virgen físicamente, no solo espiritualmente. O sea, el seno materno no debe abrirse, no obstante lo cual ella debe convertirse en madre, debe tener un hijo. ¿Quién de nosotros habría creído algo así? Nosotros habríamos dicho: ¡santo cielo, que lo crea el que quiera!

Nosotros consideramos muy evidente todo esto en la vida de la Santísima Virgen, pero todo fue algo extraordinariamente grande. Tal vez,     ahora comprenden mejor qué    significa        lo       que    le       dice    Isabel: Beata —¡dichosa tú, que has creído todo eso! ¡Si de nosotros pudiese decirse: dichosos nosotros, que vivimos totalmente en el espíritu de la fe! 

J. Kentenich, 18 de junio de 1956, en Am Montagabend, t. 3, 310 s


viernes, 15 de diciembre de 2023

ESPÍRITU SANTO Y MATRIMONIO

La vida matrimonial es una escuela superior del amor sin parangón, y una escuela superior del amor perfecto, del amor heroico a Dios. A partir de aquí puedo dar ahora una respuesta a la pregunta que se encontraba en el cuadro de preguntas de la vez pasada: Pentecostés. Para que comprendan la interconexión tengo que decirles lo siguiente: solo podemos amar heroicamente si el Espíritu Santo nos apoya con sus siete dones. ¿Qué significa eso? ¿Qué hace el Espíritu Santo a través de los dones, de sus siete dones?

Si quieren que les esclarezca la pregunta desde el punto de vista dogmático, entonces tienen que aprender a distinguir entre, primero, las virtudes infusas y, segundo, los dones del Espíritu Santo. ¿Qué significa «virtudes teologales infusas»? Tienen que distinguir [entre estas dos cosas]: una virtud puede ser adquirida por mí o puede serme infundida. Por ejemplo, puedo adquirir la obediencia practicando la obediencia. Pero ahora: ¿cuándo es infusa una virtud? Se habla de las tres virtudes teologales infusas: fe, esperanza y amor. Gracias al santo bautismo recibimos no solamente la vida divina, no solamente participamos como miembros de Cristo en la vida del Salvador, sino que se nos regalan, se nos infunden también capacidades. Es la capacidad de creer, de esperar y de amar: es decir, la capacidad de creer sobrenaturalmente, la capacidad de esperar sobrenaturalmente, la capacidad de amar sobrenaturalmente. Así como mi alma tiene la capacidad de pensar naturalmente y la capacidad de amar naturalmente, así tengo ahora la capacidad de creer sobrenaturalmente, de esperar sobrenaturalmente, de amar sobrenaturalmente. .

Esta es solamente una capacidad que me ha sido dada. Desde luego, ahora tengo que practicarla y realizar actos de fe, actos de esperanza, actos de amor. Ahora bien, en la práctica ¿qué capacidad se me da a través de las virtudes infusas de fe, esperanza y amor? Solamente la capacidad de que permanezca razonable en mi fe, esperanza y amor.

 
Envía tu Espíritu…

Ahora vienen los dones del Espíritu Santo. En parte se me regalan también en el bautismo, pero de forma singularísima se me regalan más tarde a través de la confirmación. ¿Qué significan los dones del Espíritu Santo para mí? Ahora tienen que escuchar de nuevo: las virtudes infusas me dan la capacidad sobrenatural de creer, esperar y amar razonablemente. Los dones perfeccionan las tres virtudes teologales y me dan la capacidad de seguir las mociones del Espíritu Santo en mí —o sea, no la razón—, y de hacerlo de forma rápida, permanente y heroica.

Si lo han comprendido un poco, pienso que ahora comprenderán también el punto final. ¿Qué dice el punto final? Antes dijimos que solamente puedo vivir una vida matrimonial en el sentido que agrada a Dios si soy heroicamente cristiano. Y solo puedo vivir cristianamente de forma heroica si el Espíritu Santo actúa en mí de manera especial con sus dones. Por eso, ¿qué tenemos que hacer los que hemos sellado la alianza de amor con la Santísima Virgen? Pedirle que ella ayude a que la alianza de amor con ella no se convierta solamente en alianza de amor con el Salvador y con el Padre, sino también en alianza de amor con el Espíritu Santo.

 J. Kentenich, 3 de abril de 1961 - Lunes por la tarde, tomo 20

viernes, 8 de diciembre de 2023

Dones de la gracia: Concebida sin pecado


Así como entonces Eva
nació sin pecado original,
libre de las angustias del pecado,
así tú también,
desde el comienzo de tu vida,
estuviste libre de culpa,
en virtud de la misericordia
del Padre Eterno.

Ya en el primer momento,
en tu concepción,
estuviste sostenida
por el soplo de la gracia:
la PALABRA
te hizo suya, se unió a ti
como Divino Esposo.

Te eligió como Colaboradora
y por eso te formó
según su propia imagen.
te hizo participar
del esplendor de su pureza,
regalándote la corona maravillosa
de Inmaculada.

En tu imagen contemplo
los bienes que Dios ama hondamente,
y se suscita en mí el anhelo
del esplendor de la pureza inmaculada,
en medio de la ruina actual de valores,
que semeja una danza demoníaca.

Que diariamente me sumerja
en la contemplación de esa imagen
y le ofrende todo mi amor.
Que por esa imagen
eche raíces en el mundo de Dios,
en el cual me planta la fe luminosa.

P. Kentenich, del “Espejo del pastor”, Sión 1977

viernes, 1 de diciembre de 2023

¿PORQUÉ UNA ALIANZA DE AMOR CON MARÍA?

El testamento de Jesús

Es exactamente como si yo quisiera ir ahora a algún lado, subir a una montaña. Alguien que ya ha hecho a menudo el camino se me ofrece y yo lo sigo hacia arriba, hasta la cumbre. ¡Eso no es ningún camino lateral! Por el contrario, si camino solo tengo que temer que aquí y allá me extravíe.

Me pongo ahora en manos de este guía y, entonces, llego de forma mucho más rápida y segura que si trepara solo.

¿Y por qué escojo precisamente a la Santísima Virgen para que me guíe hacia allá arriba? Porque Dios lo ha determinado de ese modo. El Salvador lo dijo expresamente en su testamento: ¡[Sella] la alianza de amor con la Santísima Virgen! ¿Por qué? ¿Dónde está eso en la (Biblia)? En cierto modo, es así: (Bajo la cruz del Salvador está la Santísima Virgen y están los seres humanos. La humanidad en cuanto tal está simbolizada por Juan. ¿Qué dice ahora el Salvador, pendiendo de la cruz, a Juan como símbolo de mi persona, de toda la humanidad? ¡He ahí a tu madre? ¿Qué    significa «he ahí a tu madre»?          Procura adquirir una relación de amor filial con mi madre y tu madre.


¿Y qué le dice el Salvador a su madre? ¡He ahí a tu hijo! ¿Qué quiere decir eso? Ella ha recibido el mandato de sellar una alianza de amor con la humanidad, o sea, también conmigo. En la medida en que yo tenga una disposición cristocéntrica, cristológica, tengo que cumplir también los deseos del Salvador, todos sus deseos. ¿Y qué deseos son los más valiosos, los más importantes? Aquellos que el Salvador dejó expresados en su testamento. Está claro: los últimos deseos tienen para mí una importancia muy especial. […]

Según la concepción católica, la Santísima Virgen tiene una expresa posición intermediaria y de mediación. Si realmente existe la ley de que Dios quiere que la Santísima Virgen sea colaboradora de Dios y auxiliadora nuestra, entonces la alianza de amor con la Santísima Virgen vale para todos sin excepción. […]

Ahora bien, si realmente está en el plan de Dios que la Santísima Virgen tenga esa posición intermediaria, ¿qué hacemos nosotros a través de nuestra alianza de amor? No hacemos sino decir sí al plan de Dios, nada más. Y para que esa alianza de amor nos resulte más fácil, Dios ha creado nuestra naturaleza de tal modo que tuviese una cierta receptividad, una cierta disposición para la alianza de amor con la Santísima Virgen, y ello en el orden natural. Nuestra naturaleza ha sido creada de tal modo que esté interiormente dispuesta para sellar una alianza de amor con la Santísima Virgen.