viernes, 10 de marzo de 2023

Granjearse mutuamente el amor

    Después de unas semanas de ausencia forzada por las circunstancias, deseo continuar en este Blog con la propuesta semanal de algún texto de nuestro Padre Fundador para nuestra lectura y reflexión. Tengo en mis manos un libro editado por la Hna. Gertrud María Erhard titulado "Kentenich-Lesebuch für Familien" (Libro de lectura Kentenich para familias). Mi tarea en las próximas semanas será la de traer a los lectores del Blog del Padre algunos pasajes escogidos del libro citado. Comienzo hoy con una cita enmarcada en la primera parte del mismo con textos sobre la 'cultura matrimonial y familiar'.

Granjearse continuamente el amor del otro

Procuren los esposos granjearse siempre el amor de sus esposas. Recuerden cómo trataban de granjearse ese amor en aquel tiempo cuando se conocieron por primera vez. Respetábamos la persona de nuestra novia; tuvimos la suficiente fuerza para comportarnos como personas íntegras y despertamos así su respeto hacia nosotros. Así como mantuve el equilibrio en el tiempo de noviazgo así también lo conservaré en mi matrimonio. Fíjense que si perdemos el equilibrio, si damos rienda suelta a nuestros instintos, no sólo en el área sexual sino en nuestra conducta y trato, la consecuencia será que la mujer pierda el respeto que sentía hacia nosotros y ya no estaremos granjeándonos su amor.

Lo mismo vale para la mujer. Que la esposa procure siempre agradar a su marido. Recordemos cómo lo hicimos durante el tiempo de nuestro noviazgo, cómo la joven se relacionaba con su novio. Yo como esposa tengo que saber qué le agrada a mi esposo en mí, qué vestido o qué actitudes.

No olviden que en este punto no se trata de lo sexual. Ya dijimos que el amor de eros sirve de protección al amor sexual. El amor de eros es una complacencia mutua que experimentan los cónyuges entre sí, algo totalmente aparte de lo genital. No tiene nada que ver con ello.

Para que nuestro acto conyugal sea un acto moral, procuremos que sea expresión de comunión espiritual o bien, dicho con otras palabras, que el amor sexual esté siempre unido al amor de eros, al amor espiritual y al sobrenatural.

El tú en primer plano

Esta consigna exige de nosotros un cuidadoso cultivo de la vida de amor, en todo sentido. Aprendamos en primer lugar a hacernos felices el uno al otro, lo que en la práctica significa ir más del «yo» hacia el «tú». El amor crece cuando se pone más en primer plano al tú, a la entrega al tú, y no al yo. Velemos para que el amor crezca siempre, para que crezca realmente, tal como lo anhelábamos cuando estábamos de novios. Sí, queremos hacernos felices mutuamente, pero no sólo en la unión sexual sino también en la unión sexual. Y para lograr este objetivo hay que cultivar en todo sentido nuestra vida de amor.

(Lunes por la tarde, tomo 20)

 

   

3 comentarios:

  1. Qué bueno que volviste, Paco! Me encantó el texto!!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias por volver a publicar!
    Um tema que sempre precisamos ter frente a nossa mirada!

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué alegría volver a leerte! Un abrazo fuerte desde Ankara, Ángel

    ResponderEliminar