Deseo continuar compartiendo
con los lectores del Blog las reflexiones del Padre Kentenich en esta jornada pedagógica
que venimos leyendo en las últimas semanas. Me parecen muy adecuadas para los tiempos
que nosotros estamos viviendo en la actualidad. En la quinta conferencia
leemos:
“En la última charla ahondábamos
acerca de la violencia y la variedad de la confusión apocalíptica y de la cruz
apocalíptica cómo nos la muestra la Sagrada Escritura y cómo la constatamos hoy
en nuestra vida. Con esto sabemos un poco cómo es un tiempo apocalíptico.
¿Qué se desprende de esto para el
espíritu apocalíptico? Él nos da la respuesta a las necesidades y
dificultades. Es el espíritu de una fe en la divina Providencia, marcada,
cálida, fuerte, que abarca a la persona completa.
Hoy queremos detenernos en este tema.
Cuando nos encontramos en medio de una confusión apocalíptica, cuando el tiempo
se torna cada vez más oscuro y tenemos que enfrentar grandes dificultades y
catástrofes extraordinarias, entonces es necesario que nos eduquemos a nosotros
mismos y a quienes nos han sido confiados a una fe práctica en la divina
Providencia.
¿Qué significa en detalle fe práctica
en la divina Providencia?
Para dar una buena respuesta nos hará
bien ojear de nuevo el Apocalipsis. A grandes rasgos recordamos la terrible
confusión apocalíptica. Hay dos momentos a los cuales el Apocalipsis hace
alusión y muestra el elemento fundamental de la fe en la divina Providencia. El
Apocalipsis hace alusión al causante de la confusión y a la meta que persigue
este autor.
¿Quién es el causante de esta gran
confusión?
¿Se acuerdan de lo que aprendimos ayer
a la luz del Apocalipsis? Pensemos en el libro de los siete sellos, en los
caballos y sus jinetes, en los ángeles con siete trompetas y en los siete
ángeles con las copas de la ira. ¿Quién es entonces el que da la orden de abrir
los siete sellos del libro? ¿Quién abre los cuatro primeros sellos, de manera
que los caballos y jinetes apocalípticos salgan a cabalgar al mundo y recorran
el tiempo? ¿Quién le da la orden al ángel para que derrame las siete copas
sobre los hombres e inunde a la humanidad de plagas? Cristo le da al ángel esta
orden y lo hace en nombre del eterno Padre Dios, que es el Dios del amor
eterno.
¿Cuál es la meta que persigue este
autor?
Este Padre divino es el Dios del amor.
¿Qué me dice por eso la fe práctica en la divina Providencia? "Nada sucede
por casualidad, todo viene de la bondad de Dios". No es casualidad que
actualmente el colectivismo se arraigue por todas partes. No es porque sí que
los hombres modernos hablamos del frío cósmico. El mundo se ha enfriado, pero
¿por qué? Porque se ha separado de Dios. Actualmente sentimos muy poco su
influencia en el acontecer mundial. Antiguamente se vivía de esta convicción:
"Nada sucede por causalidad, todo viene de la bondad de Dios", de la
bondad del Padre de los cielos, del Salvador, quien incluso derramó su sangre
por nosotros.
Con esto sabemos qué es la fe práctica
en la divina Providencia, creemos en un gran plan de amor, de sabiduría y
omnipotencia que el buen Dios ha ideado desde la eternidad y que ejecuta por
amor a través del tiempo hasta en los más mínimos detalles.
Esto significa que creo que en el
mundo no existe la casualidad. Creo que todo lo que Dios permite y hace se debe
a un gran plan, incluso todos los acontecimientos de mi pequeña vida. Y la
realización del plan de Dios es el objetivo principal de mi vida. ¿No creen
ustedes que debiéramos quedarnos un poco más en este tema?”
Invito
a meditar sobre las palabras de nuestro Fundador. Quizás sean difíciles de
aceptar y comprender, pero la oración nos puede ayudar en la tarea. Yo lo voy a
intentar.
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