En estas vísperas de Semana Santa queremos seguir fijando nuestra vista y nuestros corazones en Cristo. El Padre Kentenich nos invita, en una conferencia a las Hermanas de María del año cuarenta y seis, a considerarlo como el gran manantial de fuerzas para nuestra vida. Dice así:
“Cristo no es sólo la gran meta de nuestra
vida, sino también la gran fuerza vital para nuestra existencia. Nos damos perfectamente
cuenta del tremendo milagro que tiene que producirse para que el hombre viejo
vaya muriendo más y más en nosotros y así podamos ser un día realmente otro
Cristo. ¡Qué dura labor tenemos por delante para desterrar a Eva de nosotros y
hacerle lugar a Ave! ¿A qué "Ave" nos referimos? A la pequeña María,
modelada por Cristo y modeladora de Cristo. ¿Cuál será el manantial de fuerzas
para la empresa que nos aguarda? Jesús nos dijo que
si el
grano de trigo no cae en tierra y perece, quedará solo (cf. Jn 12,24). Pues
bien, esa semilla es Cristo; él está hablando de sí mismo: tengo que ser
enterrado en el surco, debo morir. Porque, muriendo, el grano de trigo germina
y da mucho fruto. Y nosotros, los otros cristos, las otras "imágenes de
Cristo" somos justamente los frutos de aquella muerte de Jesús. Raíz y
fuente de nuestro revestirnos de Cristo, de nuestro ser Cristo, es Cristo
mismo, el crucificado y el glorificado. Por eso quien quiera ser como Cristo
¡que haga de Cristo el eje de su vida y de su amor!
En la liturgia, y especialmente en su punto
culminante, la eucaristía, nos sale al encuentro este Jesús crucificado y
glorificado, raíz que sustenta todo el árbol. Por eso, no seamos sólo
discípulos del Cristo histórico, sino sobre todo hijos de la eucaristía; que
arda en nosotros un amor apasionado por la eucaristía. He aquí entonces la
raíz. Y cuanto más firme sea ella, cuanto más procuremos la unión con Cristo,
tal como sale a nuestro encuentro, vivo, en la liturgia, tanto más cierta será
la esperanza de que el Señor cobre en nosotros vida y figura.
¿Qué hacer para que nuestra vida esté más
marcada por la devoción eucarística? ¿Cuántas veces vamos a visitar a Jesús en
el tabernáculo? ¿Es ese lugar frente al tabernáculo nuestro lugar favorito?
Pensemos en los grandes educadores de la Iglesia, por ejemplo, en don Bosco
¿cómo lograba transformar a los hombres en un tiempo en el cual había decaído
la devoción eucarística? ¿Cuántas veces nos arrodillamos frente al sagrario? En
La Santidad de la vida diaria se leen esas hermosas palabras:
"Antes que andar haciendo tanta alharaca entre la gente, arrodillémonos
más ante el tabernáculo y hagamos allí oración silenciosa". Que nuestra
vida se pase en esta contemplación ante el sagrario. Cristo es la raíz que nutre
todo el árbol. Que se convierta más y más en el eje de nuestra vida, para que
seamos otros Cristos.”
Conferencia para las
Hermanas de María, 6 de abril de 1946 – Ver Libro ‘Cristo es mi vida’, Pág. 50
"Que haga de Cristo el eje de su vida..." qué textos tan fuertes como para tomar en serio esta Semana Santa... Cristo es lo que configura mi ser y mi vida... Un gran abrazo Paco!! Y que sigan los textos de Cristo!!
ResponderEliminarQuerido Paco, no sé si las palabras tan sabías que has publicado son tuyas o del Padre fundador de Schonstadt. De cualquier manera me han encantado. Estoy de acuerdo que amar al prójimo es amar a Dios. Esa es nuestra salvación. Muchas gracias por recordarme. Te mando un abrazo cristiano y muy especial a mi querida Annelise. Que Dios los siga bendiciendo. Ana, Queral.
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