viernes, 7 de enero de 2022

AMAR A DIOS EN EL HOMBRE Y AL HOMBRE EN DIOS

Pasadas las fiestas de Navidad seguimos con el tema abordado en las últimas semanas del año pasado. Se trata de diversas reflexiones sobre el AMOR que nos regala el Padre Kentenich en sus charlas, escritos y conferencias.

Hoy quiero presentar dos textos referidos al amor humano y al amor a Dios y a la relación mutua que une a ambos amores. El primer texto está tomado de una plática del 31 de mayo de 1945 en el acto de toma de hábito de un grupo de Hermanas de María de Schoenstatt. En el libro que venimos leyendo (El poder del amor) el Padre King lo titula: QUERERSE HUMANAMENTE Y QUERER A DIOS. Dice así:   

“Hay que despertar en nosotros el órgano del amor. Por esa razón impera en nuestra familia la gran idea, la gran visión de que podemos y debemos querernos unos a otros también humanamente. Si sólo fuese un amor absoluto a Dios el que debiese sostenernos, sabemos que no sería sólido para afrontar la vida. El corazón debe encenderse también para querer humanamente. Entonces tendremos un órgano preparado para abrazar al Amor eterno. Y la prueba de la intimidad, la fuerza, la profundidad y la durabilidad del amor a Dios reside en un amor profundo, auténtico y sano entre hermanas y al prójimo.”

De: Plática para la Vestición de Hermanas de María del 31.05.1945

 

Traigo también al Blog de hoy un pasaje muy interesante, y que ya hemos comentado en otras ocasiones, en el que el Padre Kentenich afirma que el ideal de la relación entre amor a Dios y amor a los hombres es el de ser prácticamente una única gran bi-unidad. Leemos:

“Se trata de un conocido filósofo francés. En sus años mozos, había tenido una relación de amor con una joven danesa, de confesión protestante. Ambos se querían. El francés amaba apasionadamente a la muchacha. Destaco especialmente el ejemplo porque hemos elegido ya previamente esta base: vivencias de amor natural.

La muchacha le respondió, con un poco de temor pues el amor era demasiado íntimo y fuerte: “También yo te amo, pero amo a Dios mucho más que a ti”. ¿Entendemos lo que quiere decir? Temor de que el amor humano pudiese no desembocar como corresponde en el amor a Dios.

¿Qué responde con gran simpleza el destinatario, llamado Bloy? “No puedo entenderlo. No puedo entender en absoluto lo que escribes. Para mí, el amor nunca está desmembrado. Para mí, el amor, amor a ti, amor a Dios, es siempre una unidad absolutamente consistente. Te amo, sí, te amo en Dios”, y quiero decirlo a propósito lentamente, “te amo en Dios, te amo a través de Dios, o amo a Dios a través tuyo y te amo por Dios. Más aún: te amo plenamente y amo a Dios plenamente. En ti amo plenamente a Dios y amo plenamente a Dios en ti. Esta disociación entre amor a Dios y a los hombres me resulta absolutamente inconcebible. Hagámoslo sencillo nuevamente: ¡amemos, sin más! ¡Verdaderamente, Dios no nos ha llamado de la nada para que nos atormentemos y torturemos mutuamente, para que tengamos miedo del amor! ¡Él nos ha creado para que lo glorifiquemos por el amor, por un auténtico amor mutuo!” […]

El amor a los hombres es presupuesto y hasta coronación de un auténtico y profundo amor a Dios; bi-unidad entre amor a Dios y amor a los hombres. Donde falta el amor a los hombres, ¡qué difícil será percibir en sí un verdadero amor a Dios, un amor profundo, entrañable y sincero a Dios! Es posible, pero difícil, extraordinariamente difícil.”

De: Vivir de la fe, tomo 9, 163-165

 

1 comentario:

  1. Magnífico, maestro. Una joya nos muestra Ud. Saludos y Feliz Año bajo la protección de nuestro Dios Padre.

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