El siguiente texto se sitúa en el marco de los esfuerzos del padre Kentenich para hacer que el saber se transforme en amor. Del mismo modo, el texto se enmarca en su manera de proceder fenomenológicamente, con la cual procura interpretar “el mudo lenguaje del ser”.
“Un excelente don de amor. No somos primariamente un don de justicia.
Ciertamente no lo somos en cuanto al ser, puesto que Dios nos ha creado por
puro amor. A lo sumo, lo seríamos en cierto sentido en cuanto al modo de ser,
si pensamos, por ejemplo, en la ley de la herencia. Pero también en este punto
soy primariamente un don de amor. Tampoco soy primariamente un don de
omnipotencia. Yo no existiría sin la omnipotencia de Dios, pero es el amor el
que le ha señalado el camino a la omnipotencia. Nos encontramos aquí ante el
amor, la gran ley fundamental del mundo: todo por amor, mediante el amor y para
el amor. Aplicando esta ley a mi persona, puedo decir, en general: la historia
de mi vida llena una página entera del gran libro de las misericordias de Dios.
Mi ser y mi vida son una aplicación excelente y concreta de la gran ley
fundamental del mundo. Un inconmensurable torrente de amor atraviesa la
creación, la sostiene y constituye su última meta. El amor es la luz en toda
oscuridad. Sólo él es capaz de resolverme todos los enigmas. Es más fuerte que
la vida porque es tan fuerte como la muerte. Por eso, si quitamos el amor de la
creación, esta se desploma, puesto que el amor es su ley fundamental. Y así
podemos decir que nuestra vida es una ilustración de esta ley fundamental del
mundo. Ser un don del amor de Dios significa, entonces, en detalle,
que soy un monumento del amor de la benevolencia divina,
que soy objeto del amor de la complacencia divina
que soy partícipe del amor divino
que soy una llamada del amor divino.
Posiblemente, estos pensamientos nos resulten desacostumbrados en este
contexto pero, no obstante, se encuentran comprendidos en la frase que dice: homo
creatus esta Deo.
Soy un monumento de la benevolencia divina
Los teólogos nos dicen que el finis primarius
creationis es la gloria Dei manifestanda, o bien, con una expresión
más conocida que posiblemente nos agrade más: bonitas Dei manifestanda.
Todo lo que existe es expresión del amor divino de benevolencia. Dios ha
querido con benevolencia las cosas y las ha llamado a la existencia. Por eso,
también yo soy una expresión de la benevolencia divina, un monumento al amor de
la complacencia divina. Bonum es diffusivum sui. Dios es el amor y, por
ello, todo lo que existe debe participar de su amor. Yo participo de ese amor
de manera singular: tan grande es el amor de Dios que está encarnado en mí,
tantos los dones del amor que poseo. Este amor de la benevolencia divina tiene
por cualidades ser eterno, efectivo y universal.
Eternidad del amor de Dios
Ese amor es eterno. “Con amor eterno te he amado y, lleno de compasión, te
he atraído hacia mí” (cf. Is 54,8). Es eterno en su longitud: desde toda la
eternidad para toda la eternidad. Desde toda la eternidad: podrá ser que los
hombres no me tengan en cuenta, que me traten como un número entre otros, que
no se preocupen de mí; pero Alguien se ha preocupado por mí desde toda la
eternidad y se preocupa siempre por mí. Jamás ha habido un tiempo en el que
Dios no haya pensado en mí, ni habrá tampoco tiempo alguno en que no vaya a
pensar en mí. Debemos aprovechar estos sencillos pensamientos que nos son tan
familiares para que capten siempre nuestro corazón. El impulso primordial es el
impulso de amor, y ese impulso se despierta con la mayor intensidad cuando me
sé amado, cuando me creo amado y cuando, en lo posible, me siento también
amado. Además de contemplarme a mí, Dios ha contemplado asimismo desde la
eternidad todas las cosas. Pero ¿¡qué es eso frente a su amor eterno por mí!?
Ese amor es eterno también en su amplitud: “Aunque una madre se olvidara de su
hijo, yo no te olvidaré”. Y es eterno en su profundidad: “Tanto me amó, que
entregó a su Hijo unigénito por mí”, entregándolo a esos sufrimientos, a ese
tormento.”
De: El hombre heroico (1936), 91-102
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