Me permito en esta ocasión seguir con el texto de la charla del lunes 8 de junio de 1964 a los matrimonios de Milwaukee que traje al Blog la semana pasada. Sus palabras nos facilitan la comprensión del contenido del “Estudio” que venimos considerando en estas semanas y que seguiremos tratando en las próximas. Habla el Padre Kentenich:
“Una
vez más la pregunta: ¿Si alguien debiera pintar un cuadro ahora, sí, de qué
lado estaría? Si se ha de dibujar al padre como el patriarca, es fácil y
sencillo. Si se trata del camarada .... Por supuesto que sigue siendo lo mismo
de antes: el padre debe tener la última palabra; alguien tiene que tenerla.
Bueno, eso no significa que los dos deban siempre de pelearse diciendo:
¡Igualdad de derechos para todos! No, alguien tiene que tener la última
palabra.
Miren,
en Schoenstatt antes lo expresamos siempre así: si tomo al padre de familia,
entonces debe ser autoritario en principio, tener la última palabra,
pero democrático en la aplicación. ¿Qué significa eso, democrático en la
aplicación? Debe proteger los intereses de la mujer, debe tener en cuenta sus
deseos.
Lo
mismo ocurre entre el padre y la madre con los hijos. Eso está claro, acabo de
decir que los jóvenes exigen autoridad, pero una autoridad que depende en sí
misma de la máxima autoridad, de Dios. Verán, aquí también: juntos somos en
principio autoritarios con los hijos y democráticos en nuestra aplicación.
Por
supuesto, cuando los niños son pequeños, todavía no pueden juzgar por sí
mismos. Está claro; la autoridad tiene que influir más decididamente.
Cuando
los hijos crezcan, y yo sea entonces como ya lo he explicado en otra ocasión,
que me abajo hasta los niños de tal manera que ya no represento en absoluto
ninguna autoridad, que solo soy un muñeco para mis hijos, entonces, ¿qué
significa eso? Ahí no hay autoridad, no hay ninguna educación. Entonces el
niño, especialmente el adolescente, no se inclina ante una lex aeterna
objetiva, ante una ley eterna, ni ante el Dios eterno detrás de la lex aeterna.
……………..
Verán,
vale también lo mismo si se quiere representar hoy el ideal del padre moderno; esto
es muy difícil. Entonces, lo mejor que podemos hacer es enfatizar lo que es propio
para cada tipo de persona en la actualidad. Entonces, ¿qué debe tener cada
padre, independientemente de si mi familia todavía está bajo un gobierno
patriarcal o un gobierno basado en la comunidad, o es más como un regimiento en
equipo? ¿Qué es lo central que cada uno debe tener a su manera? Ante todo y sobre
todo, el padre y la madre deben estar y sentirse profundamente arraigados en
una comunidad de amor y de vida.
Más exactamente,
podrán recordar que una vez hablamos extensamente sobre la educación. Hubo dos
términos que destacamos particularmente en aquel momento. Primero: Educar
significa crear, gestar. ¿Qué tenemos que hacer ahora como padre y madre, ya
sea que nos caracterice el patriarcado o el estilo comunitario de familia? Verán,
lo que hemos enfatizado tantas veces: gestar de nuevo a nuestros hijos. Eso
significa ser un educador de principio a fin, hasta la punta de los dedos.
Tiene que ser una idea tan central que casi nos tenga obsesionados: tengo que educar
a mis hijos. No es solo la madre quien tiene que hacer esto, y mucho menos la
iglesia o la escuela. No, hoy todo depende de nosotros, de los padres. ¿Qué
significa eso? Padre y madre, deben ser, por tanto, una comunidad educativa o,
en vistas a la educación, una estrecha comunidad de amor y de vida.
Ahora
detengámonos aquí. Busquemos en este momento otras expresiones para ello. Creo
que tenemos clara la idea central. Entonces, durante el poco tiempo que estamos
juntos, tenemos que ser los educadores de nuestros hijos de una forma bien
pronunciada y eficaz. Miren, los educadores son amantes, porque es sólo a
través del amor que ejercemos un poder procreador en la educación. Si nosotros,
como comunidad de educadores, no somos una comunidad de amor, - padre, madre e
hijos -, no se logrará mucho con la educación.
En
la familia (familia de Schoenstatt) existe una vieja expresión que dice así:
los educadores son amantes que nunca dejan de amar. Yo como padre, tengo
que amar a mis hijos. Claro, lo hago preocupándome por el progreso, me preocupo
del avance económico de mis hijos.
Pero
eso es solo una parte de la expresión de mi amor. ¿Qué tengo que hacer cuando
estoy solo o en casa por la noche? Ser el amante que dedica todo su amor a la
educación de los hijos. Miren, por eso ya dije una vez aquello de que ser padre
es la mayor aventura que puedas imaginar hoy. ¿Por qué? Apreciando sólo lo
externo, lo difícil que es estar trabajando todo el día y luego comenzar el
trabajo principal por la noche. Por tanto, ¿qué significa ahora engendrar al
hijo? A través del gran poder del amor, educar a mis hijos para que sean
católicos ideales, para que sean cristianos ideales.”
Una pedagogía familiar basada en el amor, en la comunidad, en la responsabilidad mutua... qué textos nos estás presentando, Paco!!...
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