Aprovechando la coincidencia de este viernes (día del Blog) con la festividad de San José, traigo al mismo algunos pensamientos de nuestro Padre fundador sobre la figura, tarea y misión de san José. Están tomados de una novena que circula en nuestra familia de Schoenstatt, titulada tal como indico arriba.
Fe práctica en la Divina Providencia
“Tu voluntad, tu voluntad de
Padre, que siempre se cumpla. En medio de las importantes y difíciles
situaciones por las cuales atravesó la Sagrada Familia, san José se hizo
siempre dependiente de las indicaciones de lo alto. Nada sucede por casualidad,
todo viene de la bondad de Dios” (18-03-67).
Obediencia a la voluntad de Dios
“Tal como aparece san José
en la Sagrada Escritura y como vive en nuestro corazón, él es el hombre de la
acción. No habla mucho; actúa. Y si quisiéramos darle un común denominador a su
actitud fundamental, deberíamos decir que toda su vida es una encarnación de la
petición del Padrenuestro: ¡Padre nuestro, venga a nosotros tu Reino! el
reino del Padre. ¡Hágase tu voluntad eh la tierra como en el cielo! Tu
voluntad, la voluntad del Padre. Por lo tanto, no mi voluntad, no la voluntad
de los potentados, de los dictadores. Hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo” (18-03-1967).
Padre, custodio, pedagogo y proveedor
“En el orden de ser
objetivo, san José le fue regalado a la santísima Virgen. De ahí también la
confianza sin límites. Él tiene que preocuparse de todo: para eso fue destinado
por Dios. Por eso María confía en él; no habrá que preocuparse innecesariamente
del porvenir. Por algo él asumió el cuidado principal, ya sea que permanecieran
en casa o tuvieran que emigrar al extranjero. Ella confía en él. Él tiene la
responsabilidad principal por la pequeña Sagrada Familia.
Esta
es también la confianza que han aprendido de la Madre de Dios los auténticos
hijos de la Iglesia: en los eventuales apuros económicos, en forma siempre
renovada, centrarse en él, el patrono protector de la Iglesia, el hombre
sencillo, el tutor, el “padre del pan” en las necesidades materiales” (1934).
Trabajador
y santo de la vida diaria
Detengámonos
por un instante en la imagen de san José. ¿Cómo está ante nosotros? ¡Con las
herramientas en la mano! ¿Y qué quiere decir esto? ¡Que él es un hombre de
trabajo!
Últimamente,
de preferencia así lo ve la Iglesia, pero también el pueblo, el pueblo
sencillo: ¡como a un trabajador! Ha sido un sencillo obrero, pero tal como nos
lo pide el sentir cristiano: un obrero perfecto. En nuestro lenguaje: un
perfecto santo de la vida diaria.
Es
santo quien vive santamente, realizando en su vida cotidiana, de la manera más
perfecta posible, la misión que el Padre Dios le ha dado. Todo cuanto hace —sea
que estudie, que enseñe, que esté en la cocina o que haga no sé qué— todo eso
lo hace por el más alto amor posible a Dios, pero también del modo más perfecto
posible. Así está hoy san José ante nosotros (19-03-1966).
Alianza
“En
san José descubrimos también el ideal de la piedad de alianza. Por regla
general se le representa con el Niño en los brazos. Y donde vemos el Niño —al
menos para nosotros— es evidente que siempre está unida a él la imagen de la
querida Madre de Dios. ¡El Señor y María forman una biunidad indisoluble! ¿No
han sellado ambos, tanto Jesús como la santísima Virgen, una alianza con José?
¿No ha sellado san José, ya en un sentido puramente natural, una alianza con
las dos sagradas personas? Ellos han sido conducidos y unidos por el Dios vivo
de modo que forman una comunidad familiar extraordinariamente tierna y
profunda: una alianza, ya a nivel puramente natural. Por eso, el sentido de su
vida es la fidelidad a la alianza, es la piedad de alianza.
¿No
hemos sellado también nosotros, de modo semejante a san José, una alianza de
amor con esas dos sagradas personas?” (19-03-1966).
Apostolado
“La
misión de san José no sólo consistió en realizar esta biunidad con Jesús y
María en su propia persona y en otorgar el debido lugar en su corazón a ambas
personas; no, él debió también usar su vida para transmitir, de algún modo,
esta convicción a todos los pueblos.
“José, levántate, toma al Niño ya su Madre”, es decir, llévalos a los pueblos. Esta es nuestra misión, que no debemos olvidar en la época actual, tan desorientada y tan desorientadora. No debemos cuidar solamente que Cristo sea reconocido por el paganismo; no, “toma al Niño y a su Madre”. Hemos de llevar a Jesús y a María en santa biunidad dondequiera tengamos que cumplir una misión” (19-03-1966).
Lindísimos los textos, Paco! Los voy a pasar a varios grupos porque dan una mirada diferente... entre la acción y la contemplación...
ResponderEliminarObrigado!! Que modelo
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