viernes, 12 de febrero de 2021

El gobierno de los Institutos de Schoenstatt

Reflexionando sobre el principio paternal y el principio maternal en los institutos fundados por el Padre Kentenich constato que la tarea de dirección en estas comunidades no está necesariamente vinculada al oficio de sacerdote y que en cualquier caso está basada siempre en el modelo de la familia natural. Así lo quería el Fundador. En cada una de ellas, y según sus miembros, - sacerdotes, mujeres, hombres, matrimonios -, juega un papel de consideración la medida del liderazgo paterno y materno y la interacción del liderazgo masculino y femenino en tales casos.

Una aplicación pedagógica de lo dicho la encontramos en la representación de estas comunidades en la Presidencia Internacional del Movimiento en Schoenstatt (organismo que sirve a la unidad y tiene la última responsabilidad por la herencia espiritual y el carisma del fundador). A la misma pertenecen siempre dos personas, no sólo en el caso del Instituto de Familias (cuyos superiores generales son un hombre y una mujer) sino en los otros cinco institutos de personas célibes, sacerdotes o laicos.

A continuación, recojo algunos pensamientos de un artículo del P. Herbert King sobre este asunto:

Así es, - escribe el P. King - por ejemplo, cómo la dirección del instituto (secular) de matrimonios fundado por el P. Kentenich está a cargo de un matrimonio, llamados padres, con el oportuno consejo de otros matrimonios llamados consejeros. La esposa de la pareja casada no es solo un apéndice, sino que tiene una autoridad real que le obliga a ella misma a manejarla en conciencia. Considérese aquí la importancia de tal comportamiento en relación a la concepción patriarcal y/o conyugal (de compañeros) de los padres en la familia natural. Por otra parte, el sacerdote no tiene derechos de liderazgo en esta comunidad. Esto también lo demuestra el hecho de que el asistente sacerdotal no tiene un asiento en la representación de la comunidad en la Presidencia Internacional del Movimiento.

Los dos institutos seculares de mujeres de vida virginal de Schoenstatt están también dirigidos por una pareja de “padres”. En este caso, además del liderazgo femenino, la superiora general, hay un liderazgo masculino-sacerdotal. Está pensado como un poder de dirección común, que a la luz de la tradición muestra una nueva imagen sacerdotal. Sabemos que en la medida en que el sacerdote tuvo en el pasado funciones de liderazgo en las comunidades femeninas, las ejercía la mayoría de las veces en forma autoritativa. La superiora general estaba bajo su mando. El P. Kentenich destaca muy a menudo que rechaza esta forma, y que, al contrario, el sacerdote debe tener junto a la superiora general un cargo de dirección ‘relativizado’ por su dependencia en la dirección. En este caso, el jefe masculino-sacerdotal acompaña, por ejemplo, a la superiora general que ejerce la jefatura femenina a las reuniones de la Presidencia Internacional. Y si por un azar la jefatura sacerdotal debiera ejercer su derecho al veto, el Padre Kentenich opina muy claramente que éste “normalmente” no debe ejercerlo.

En otro de los institutos seculares de Schoenstatt, en este caso de varones de vida virginal, los Hermanos de María, el sacerdote no asume en sí la posición de padre, sino que lo hace uno de los hermanos, un hombre laico. El representante de las comunidades libres asume el papel de madre. Éste acompaña también al hermano superior en la representación de la Presidencia Internacional, y no el sacerdote. En esta comunidad el sacerdote es “solamente” un asistente espiritual.

Las comunidades sacerdotales de Schoenstatt tienen naturalmente una dirección masculina sacerdotal. Pero el P. Kentenich destaca que, a imagen de los Hermanos de María, debe haber también un cargo central (en este caso masculino-sacerdotal) que asuma el papel de madre. Un padre espiritual general o el representante de las comunidades libres debe encargarse de esta tarea.

En cualquier caso, según el P. Kentenich, cada célibe con tareas pedagógicas que se consagra a Dios debe desarrollar en sí lo femenino, siendo válido de forma inversa para los institutos femeninos con el desarrollo de lo masculino. Termino con algunas palabras del Padre Kentenich referidas a este punto:

“Para el educador de comunidades de su propio sexo, especialmente para el educador célibe, la tarea de su autoeducación consiste en poner en práctica ambos modos originales en la propia persona, y crecer así hacia la "plenitud de la vida en Cristo", la plenitud del educador.  Dedicación total a los que le siguen. Digámoslo así: una paternidad pronunciada, unida a la maternidad.... Idealmente hablando debería unir al hombre y a la mujer en mi persona, doblemente si no estoy casado. Las enseñanzas y la sabiduría paulinas nos muestran que la paternidad sacerdotal se complementa, profundiza y perfecciona con una porción de maternidad sacerdotal. La paternidad y la maternidad deben estar vinculadas entre sí en una eterna tensión, permitiendo así que el mismo individuo madure hasta la perfección pedagógica. Por eso, él (Pablo) no sólo insiste en su posición paternal con sus seguidores, sino también, e incluso de forma extraordinariamente fuerte, en su actitud y función maternal. De hecho, el hombre que puede ser tan duro como el diamante se caracteriza por una actitud inusualmente tierna y profundamente maternal. Él (Pablo) caracteriza su propia necesidad educativa con la palabra clásica y eternamente válida: "Hijitos míos, sufro dolores de parto hasta que Cristo nazca de nuevo en vosotros." Agustín expresa el mismo pensamiento cuando dice: .... Tenemos el valor y la audacia de llamarnos madres de Cristo (Sermón 72). En esto juega un papel esencial la idea de que Cristo – unido a nosotros – clama en sus miembros por su madre, que ha de crearle un espacio en las almas o, por así decirlo, engendrarlo de nuevo allí. De ello se desprende que el educador ideal vive en una tensión constante entre el amor paterno y materno, entre la sabiduría paternal y maternal, entre el cuidado paterno y materno.”

3 comentarios:

  1. " La paternidad y la maternidad deben estar vinculadas entre sí en una eterna tensión, permitiendo así que el mismo individuo madure hasta la perfección pedagógica.". Si tuviésemos esto presente qué buen camino emprederíamos.

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  2. Entonces cobra especial relevancia hacer conscientes lo materno y lo paterno. Eso no se da espontáneamente en la conducción, lo que implica un trabajo conciente y pedagógico.

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  3. Querido Paco, ha sido Ud muy claro, desconocia que eran 2 personas por Comunidad que conformaban la Presidencia Internacional. Gracias por su trabajo.

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