Cuando el Padre Kentenich habla del “mundo” puede estar refiriéndose a la naturaleza o a sus leyes, también a la creación entera y/o a todo lo realizado por el hombre y a la cultura.
Miramos al mundo en su propio valor, en su capacidad de
relacionarse, así como en su valor religioso. Desde un aspecto positivo o
negativo. Sabemos que en la tradición de los caminos y esfuerzos por la
santidad se acentuó el aspecto negativo. Sin embargo, el Concilio Vaticano II
aportó una porción de optimismo al reconocer la autonomía y el (relativo) valor
de las cosas del mundo.
Para el Padre Kentenich el mundo adquiere un papel
central en la realización de los ideales cristianos en el camino de santidad,
porque el cultivo de las vinculaciones es una tarea específica de la pedagogía
y ascética humanas y cristianas. Es por ello que la vinculación al mundo no
pueda ser vista como algo indiferente o incluso rechazada o criticada en nombre
de Dios y de la verdadera santidad.
En las próximas semanas traeré a este Blog pasajes de sus
charlas o conferencias relativas a la vinculación al mundo y/o al
desprendimiento del mismo, siguiendo el camino que nos propone el P. Herbert King
en su libro “Heiligkeit im Alltag” (Patris Verlag). A continuación, extracto de
una charla a la comunidad sacerdotal de Schoenstatt del 24 de mayo de 1966.
“Si queremos una renovación
del mundo (...), puedo comenzar esta renovación desde arriba y puede comenzar
desde abajo. Puedo comenzar diciendo algo así como: primero hay que profundizar
el fundamento religioso. ...)
Miren, nosotros nos
caracterizamos por lo siguiente: comenzamos desde abajo. (....) El énfasis está
en la renovación de la naturaleza. (...)
Por supuesto, tengo que
decir que no deben tomarlo de la siguiente manera: cinco años de perfección de
lo natural, luego dos años y medio de religión. Por supuesto que no es así.
Siempre quiere ser visto como un todo. Pero el énfasis principal está en el
hecho de que la naturaleza misma vuelva a ser de nuevo más capaz, una
naturaleza enferma en proceso de curación, que se capacita nuevamente para todo
el mundo religioso. (...)
En nuestro librito de
oraciones “Hacia el Padre” tenemos el texto en una oración. El Señor Dios se encargará de ello: "¡Concédeme,
Padre, por fin la conversión total!" Tal como está el texto, significa
la conversión de abajo hacia arriba; eso significa la conversión: queremos
subir de la primera a la segunda y a la tercera conversión.
Para el hombre de hoy, sin
embargo, - y también para muchos en nuestra propia Familia, incluidos muchos
sacerdotes -, el significado de la palabra es el siguiente: permíteme
finalmente encontrar mi conversión desde el nivel religioso al nivel natural originario.
Necesitamos volver a educar personas naturales.
Ese es el reproche que se
nos hace hoy en todas partes. ¡De cómo hemos formado naturalezas desgarradas
con nuestra religión! ¡De cómo hemos creado ‘artistas del hambre’ en el campo
del amor! Vean ustedes, esto es algo tan original. No sé si encontrarán una
comunidad en algún lugar que haya tenido esto en cuenta de manera tan
consistente, tan sistemática e inquebrantable desde el principio.
Miren, de ahí la palabra que
usé tantas veces en el pasado (...): La persona más sobrenatural debe
convertirse en la más natural. La ley: gratia non destruit, sed elevat et perficit
naturam, gratia prasesupponit naturam.” (La gracia no destruye la
naturaleza, sino que la eleva y la perfecciona, la gracia presupone la
naturaleza).
Cuando el concepto de "naturaleza humana" está tan degradado e incluso negado, volver a lo básico, a las fuentes de lo que es, para desde allí remontarse a lo inefable, se plantea como un camino seguro hacia Dios.
ResponderEliminarQué importante es el camino que estás señalando Paco...
Excelente! Llevo este mensaje para discutir en una reunión semanal que hacemos con un grupo pequeño de miembros de distintas ramas. Gracias y enviando nuestro cariño. Millie y Julio César
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