Un corto viaje me imposibilitó estar con mis lectores la
semana pasada. Hoy quiero retomar el tema iniciado hace tiempo, en concreto,
aquello de “vivir el hombre nuevo” según el ejemplo de vida y las ideas que nos
regaló nuestro padre fundador.
Hasta ahora fueron dos las características comentadas, la
libertad y la autenticidad, ser en libertad plenamente hombres y
liberar el alma quitando las máscaras, superando al fariseo en nosotros. Hoy,
siguiendo la línea que nos sugieren los textos del libro “En libertad ser
plenamente hombres”, propongo detenernos en lo que el Padre H. King titula
como ‘humanización plena’, y más en concreto ‘despertar lo humano en
nosotros’. Invito a mis lectores a leer el texto completo de la charla que
el Padre Kentenich dio a un grupo de matrimonios de la primera generación de la
Obra Familiar en Schoenstatt el 4 de junio de 1966.
El texto recogido comienza recordando la tarea de
encarnar el ideal de una auténtica familia schoenstattiana:
“Mirando a la Iglesia del futuro y presentando el ideal
de una auténtica familia de Schoenstatt para el futuro, no debemos perder de
vista lo siguiente: el hombre orientado al más allá debe seguir siendo también
plenamente un hombre sano y terrenal. La sola orientación al más allá no es
suficiente. En efecto, mucho depende de que el más acá y el más allá, la
naturaleza y la gracia, formen una sólida unidad, como se suele decir en forma
erudita. Por eso, una vez más: ¿cómo es la estructura terrenal del hombre
orientado al más allá? Entrando en pormenores, podemos considerar el "Cántico
al terruño". Ahí tenemos las más diferentes respuestas. (…) Se trata
aquí de demostrar, de darse cuenta en qué poca medida ha calado a menudo lo
religioso en el subconsciente. Es algo adherido, pegado. Esta es, en efecto, la
tragedia grande del cristiano actual. Se trata de la fe, de la fe profundamente
arraigada. La fe sólo está arraigada cuando alcanza hasta el subconsciente e
impregna también la región subconsciente del alma. (…).”
Y como en estas fechas muchos de los hijos del Padre
estamos ocupados con las novedades en el proceso de canonización del Padre
Kentenich y de la actuación del entonces llamado Santo Oficio, me permito
destacar al respecto un pasaje del texto citado. Habla de la educación de los
hijos a la pureza, y en este contexto el Padre recuerda al Santo Oficio y algo referido
al mismo, que él denomina como una broma:
“¿Cómo educarnos a la pureza? La respuesta sólo puede
ser: aprendiendo desde la infancia a amar adecuadamente. Pero amar
adecuadamente no significa ahora amar en forma desenfrenadamente sobrenatural.
Amar adecuadamente significa amar en forma natural-instintiva, espiritual y
sobrenatural. Quien no lo aprenda, podrá usar todos los medios, pero nunca
llegará a algo sensato.
Justamente en este momento me acuerdo de una broma. Pero
es una amarga verdad. En su momento tuve que enfrentarme mucho con el Santo
Oficio, lo que era siempre algo peligroso. Había muchos otros que, en el mismo
tiempo, tenían también sus enfrentamientos con el Santo Oficio. Uno de ellos
había sido médico. De pronto, se lo suspende de sus funciones. Pero él ni
siquiera lo sabía: se enteró por la prensa. Finalmente, se presenta ante el
Santo Oficio. Como era médico, había aceptado y aplicado en muchos casos lo
valioso del psicoanálisis. La respuesta que se le dio fue: "¡Qué va,
educación a la pureza! Debe usted preocuparse de que la gente coma muchos
spaghetti y rece mucho; entonces tendremos también hombres puros. Hágalo
así". No se imaginan cómo son los usos en ese sentido en la Iglesia de
Dios: en todas partes, una tremenda confusión. ….”
Me llama la atención con qué libertad de espíritu les habla el Padre a sus oyentes. Como dice el Padre Ángel Strada en la entrevista que le han hecho desde Monterrey/México, “debemos mantener una visión realista sobre el P. Kentenich”. Así lo intento.
Para terminar, una última invitación: se trata de uno de los muchos tesoros que nuestro fundador nos legó. Me refiero a su visión sobre la “humanidad de Jesús” nuestro maestro. Os invito a leer la sugerencia que les hace a los matrimonios en esta charla: frecuentar la escuela de Betania, lo que significa esforzarnos por una relación fundamental auténticamente humana.
“Tres son los momentos, las oportunidades en que la
Sagrada Escritura nos lleva hacia Betania.
La
primera de ellas —suena tan sencilla, tan hermosa, tan humana- el Señor está de
viaje, de viaje apostólico. Él visita entonces —cosa que casi nunca tuvo lugar
en la vida del Señor— a una familia preferida. ¿Quiénes están allí? Tres
personas: un varón y dos mujeres. Y él no se avergüenza de ser humano y de
descansar en ese lugar. (….)
Y ahora, el segundo acontecimiento —sólo lo traigo
rápidamente a colación, ya que nos es conocido—: Lázaro está muerto, realmente
muerto. También aquí, una vez más: ¡qué relación hermosamente humana! La
relación de amistad —lo digo intencionalmente con los límites que tracé en lo
anterior— da a ambas hermanas el valor para dirigirse también ellas de un modo
auténticamente amistoso al Señor. Pues, ellas creen en su poder. Se dirigen a
él, diciéndole: "Aquel a quien tú quieres está enfermo". Escúchenlo:
¡"a quien tú quieres"! No se trata, pues, del amor general que Dios
tiene por nosotros. Es el lazo de un amor verdadero, auténticamente humano.
Claro está que en Cristo todo es simultáneamente sobrenatural. (….)
Y ahora, el tercer acontecimiento, magno y bello. El
Señor se encuentra nuevamente camino a Jerusalén. Por el camino, un hombre a
quien había sanado lo invita, también en Betania. Y se relata, entonces, que la
gente acude a la casa del anfitrión no sólo a causa del Señor, sino también —y
lo entendemos enseguida— a causa de Lázaro.
¿Cómo son presentadas esta vez las distintas personas?
Ante todo, Marta. Una vez más, ella está ayudando de inmediato. ¿Qué hay para
hacer aquí? Traer comida. Ella es siempre igual a sí misma.
¿Y María? Es la misma María de la que hablábamos en lo
anterior. ¡He aquí algo muy tierno y hermoso! Muestra la espontaneidad de la
relación que los tres tenían con el Señor. Están sentados a la mesa. De pronto,
llega María. Ustedes saben qué es lo que se relata ahora. Viene con un
recipiente de alabastro, y trae consigo todo tipo de ungüentos. Quiero reunir
todo lo que los evangelistas relatan: no solo le unge la cabeza, sino también
los pies; en público, se arroja, sin más, al suelo y enseguida le seca con sus
cabellos tanto la cabeza cuanto los pies. Ahí lo ven nuevamente: una
comparación sumamente hermosa. (…)
Tienen que ver lo tierna que es una relación como esta.
Está claro que nosotros, de acuerdo a nuestro pensar y sentir alemanes,
quisiéramos tener esa misma estructura psíquica, ese mismo pensar y sentir del
alma. Pero en público, difícilmente, alguno de nosotros se atrevería a hacerlo.
Sin embargo, aquí deben ver nuevamente su espontaneidad y naturalidad
originarias. (…)”
Disculpándome por haber caído en la tentación de traer a
mi reflexión un texto tan amplio de la charla, invito a mis lectores a leerla
entera en el ‘Enlace’ que apunto a continuación.
Muchas gracias Paco por la reflexión de hoy. Los textos que nos presentas, además de hermosos, nos llevan al núcleo de la propuesta evangelizadora del P. Kentenich.
ResponderEliminarQue texto maravilhoso, para meditar! Obrigada!
ResponderEliminarComo temos que despertar o humano em nós! A cada dia! E o Hino da minha Terra, nos ajuda a humanizarmos!
Muchas gracias Paco. Realmente es un hermoso estímulo para leer, comprender, acercarme para querer más a nuestro Padre. Seamos "humanamente espirituales". Marcelo Moviglia
ResponderEliminarGracias Paco! Sin referirnos a lo humano, tendremos una visión muy pobre y lejana de lo divino! Porque lo divino se hizo hombre para elevarnos...
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