viernes, 24 de julio de 2020

Despertando lo humano en nosotros


Un corto viaje me imposibilitó estar con mis lectores la semana pasada. Hoy quiero retomar el tema iniciado hace tiempo, en concreto, aquello de “vivir el hombre nuevo” según el ejemplo de vida y las ideas que nos regaló nuestro padre fundador.

Hasta ahora fueron dos las características comentadas, la libertad y la autenticidad, ser en libertad plenamente hombres y liberar el alma quitando las máscaras, superando al fariseo en nosotros. Hoy, siguiendo la línea que nos sugieren los textos del libro “En libertad ser plenamente hombres”, propongo detenernos en lo que el Padre H. King titula como ‘humanización plena’, y más en concreto ‘despertar lo humano en nosotros’. Invito a mis lectores a leer el texto completo de la charla que el Padre Kentenich dio a un grupo de matrimonios de la primera generación de la Obra Familiar en Schoenstatt el 4 de junio de 1966.

El texto recogido comienza recordando la tarea de encarnar el ideal de una auténtica familia schoenstattiana:

“Mirando a la Iglesia del futuro y presentando el ideal de una auténtica familia de Schoenstatt para el futuro, no debemos perder de vista lo siguiente: el hombre orientado al más allá debe seguir siendo también plenamente un hombre sano y terrenal. La sola orientación al más allá no es suficiente. En efecto, mucho depende de que el más acá y el más allá, la naturaleza y la gracia, formen una sólida unidad, como se suele decir en forma erudita. Por eso, una vez más: ¿cómo es la estructura terrenal del hombre orientado al más allá? Entrando en pormenores, podemos considerar el "Cántico al terruño". Ahí tenemos las más diferentes respuestas. (…) Se trata aquí de demostrar, de darse cuenta en qué poca medida ha calado a menudo lo religioso en el subconsciente. Es algo adherido, pegado. Esta es, en efecto, la tragedia grande del cristiano actual. Se trata de la fe, de la fe profundamente arraigada. La fe sólo está arraigada cuando alcanza hasta el subconsciente e impregna también la región subconsciente del alma.  (…).”

Y como en estas fechas muchos de los hijos del Padre estamos ocupados con las novedades en el proceso de canonización del Padre Kentenich y de la actuación del entonces llamado Santo Oficio, me permito destacar al respecto un pasaje del texto citado. Habla de la educación de los hijos a la pureza, y en este contexto el Padre recuerda al Santo Oficio y algo referido al mismo, que él denomina como una broma:

“¿Cómo educarnos a la pureza? La respuesta sólo puede ser: aprendiendo desde la infancia a amar adecuadamente. Pero amar adecuadamente no significa ahora amar en forma desenfrenadamente sobrenatural. Amar adecuadamente significa amar en forma natural-instintiva, espiritual y sobrenatural. Quien no lo aprenda, podrá usar todos los medios, pero nunca llegará a algo sensato.

Justamente en este momento me acuerdo de una broma. Pero es una amarga verdad. En su momento tuve que enfrentarme mucho con el Santo Oficio, lo que era siempre algo peligroso. Había muchos otros que, en el mismo tiempo, tenían también sus enfrentamientos con el Santo Oficio. Uno de ellos había sido médico. De pronto, se lo suspende de sus funciones. Pero él ni siquiera lo sabía: se enteró por la prensa. Finalmente, se presenta ante el Santo Oficio. Como era médico, había aceptado y aplicado en muchos casos lo valioso del psicoanálisis. La respuesta que se le dio fue: "¡Qué va, educación a la pureza! Debe usted preocuparse de que la gente coma muchos spaghetti y rece mucho; entonces tendremos también hombres puros. Hágalo así". No se imaginan cómo son los usos en ese sentido en la Iglesia de Dios: en todas partes, una tremenda confusión. ….”

Me llama la atención con qué libertad de espíritu les habla el Padre a sus oyentes. Como dice el Padre Ángel Strada en la entrevista que le han hecho desde Monterrey/México, “debemos mantener una visión realista sobre el P. Kentenich”. Así lo intento.

Para terminar, una última invitación: se trata de uno de los muchos tesoros que nuestro fundador nos legó. Me refiero a su visión sobre la “humanidad de Jesús” nuestro maestro. Os invito a leer la sugerencia que les hace a los matrimonios en esta charla: frecuentar la escuela de Betania, lo que significa esforzarnos por una relación fundamental auténticamente humana.

“Tres son los momentos, las oportunidades en que la Sagrada Escritura nos lleva hacia Betania.
La primera de ellas —suena tan sencilla, tan hermosa, tan humana- el Señor está de viaje, de viaje apostólico. Él visita entonces —cosa que casi nunca tuvo lugar en la vida del Señor— a una familia preferida. ¿Quiénes están allí? Tres personas: un varón y dos mujeres. Y él no se avergüenza de ser humano y de descansar en ese lugar. (….)

Y ahora, el segundo acontecimiento —sólo lo traigo rápidamente a colación, ya que nos es conocido—: Lázaro está muerto, realmente muerto. También aquí, una vez más: ¡qué relación hermosamente humana! La relación de amistad —lo digo intencionalmente con los límites que tracé en lo anterior— da a ambas hermanas el valor para dirigirse también ellas de un modo auténticamente amistoso al Señor. Pues, ellas creen en su poder. Se dirigen a él, diciéndole: "Aquel a quien tú quieres está enfermo". Escúchenlo: ¡"a quien tú quieres"! No se trata, pues, del amor general que Dios tiene por nosotros. Es el lazo de un amor verdadero, auténticamente humano. Claro está que en Cristo todo es simultáneamente sobrenatural. (….)

Y ahora, el tercer acontecimiento, magno y bello. El Señor se encuentra nuevamente camino a Jerusalén. Por el camino, un hombre a quien había sanado lo invita, también en Betania. Y se relata, entonces, que la gente acude a la casa del anfitrión no sólo a causa del Señor, sino también —y lo entendemos enseguida— a causa de Lázaro.
¿Cómo son presentadas esta vez las distintas personas? Ante todo, Marta. Una vez más, ella está ayudando de inmediato. ¿Qué hay para hacer aquí? Traer comida. Ella es siempre igual a sí misma.
¿Y María? Es la misma María de la que hablábamos en lo anterior. ¡He aquí algo muy tierno y hermoso! Muestra la espontaneidad de la relación que los tres tenían con el Señor. Están sentados a la mesa. De pronto, llega María. Ustedes saben qué es lo que se relata ahora. Viene con un recipiente de alabastro, y trae consigo todo tipo de ungüentos. Quiero reunir todo lo que los evangelistas relatan: no solo le unge la cabeza, sino también los pies; en público, se arroja, sin más, al suelo y enseguida le seca con sus cabellos tanto la cabeza cuanto los pies. Ahí lo ven nuevamente: una comparación sumamente hermosa. (…)
Tienen que ver lo tierna que es una relación como esta. Está claro que nosotros, de acuerdo a nuestro pensar y sentir alemanes, quisiéramos tener esa misma estructura psíquica, ese mismo pensar y sentir del alma. Pero en público, difícilmente, alguno de nosotros se atrevería a hacerlo. Sin embargo, aquí deben ver nuevamente su espontaneidad y naturalidad originarias. (…)”

Disculpándome por haber caído en la tentación de traer a mi reflexión un texto tan amplio de la charla, invito a mis lectores a leerla entera en el ‘Enlace’ que apunto a continuación.




4 comentarios:

  1. Muchas gracias Paco por la reflexión de hoy. Los textos que nos presentas, además de hermosos, nos llevan al núcleo de la propuesta evangelizadora del P. Kentenich.

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  2. Que texto maravilhoso, para meditar! Obrigada!
    Como temos que despertar o humano em nós! A cada dia! E o Hino da minha Terra, nos ajuda a humanizarmos!

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  3. Muchas gracias Paco. Realmente es un hermoso estímulo para leer, comprender, acercarme para querer más a nuestro Padre. Seamos "humanamente espirituales". Marcelo Moviglia

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  4. Gracias Paco! Sin referirnos a lo humano, tendremos una visión muy pobre y lejana de lo divino! Porque lo divino se hizo hombre para elevarnos...

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