viernes, 10 de julio de 2020

Apuntes para el momento - Hechos históricos


En estos días de dolor y gracias que los hijos espirituales del Padre Kentenich estamos viviendo, se me ocurrió preguntarme sobre la postura que nuestro Fundador tomaría en estos momentos, y recordé que los Padres de Schoenstatt, editores de la colección “Kentenich reader”, publicaron en el Tomo 1 de la misma un texto sobre ‘El exilio y su finalización’ (Ver págs. 271 y ss). Y lo volví a leer. Se trata de una serie de conferencias del fundador a los sacerdotes diocesanos de Münster de enero de 1966, pocos meses después de su regreso del exilio a Schoenstatt. Conferencia ‘particularmente valiosa porque presenta vívidamente la experiencia del fundador’ según apuntan los editores. Para los que no dispongan de estos textos históricos pueden acceder a ellos a través del enlace que apunto al final.

Hoy quiero detenerme en algo que concierne a la Obra de las Familias y que el Padre cita en esta conferencia. Pueden leerlo en la página tercera del texto; habla de una carta dirigida al Santo Oficio con fecha 31 de octubre de 1961:

“……… La reacción fue que el Santo Oficio, haciendo uso de todo su poder, golpeó en todas direcciones. Nuestro pobre Josef Schmitz fue destituido del cargo. También fue destituido monseñor Roth. Y además las otras acciones emprendidas por entonces, por ejemplo, contra la Obra de las Familias. A mí personalmente se me impuso una sanción eclesiástica. Los golpes se sucedían. La fundamentación de la sanción eclesiástica fue: desobediencia y falta de respeto para con la autoridad eclesiástica.”

Conozco la historia porque me la contó una de las protagonistas del momento, la señora Katarina Lesniewicz (+06.06.2003), con su marido, los primeros superiores generales del Instituto de Familias. ¿Qué había pasado? Por aquel entonces todos los seguidores del Padre Kentenich estaban en el punto de mira del Santo Oficio. A los responsables de la Obra Familiar se les exigió que no siguieran reuniéndose con el Padre asesor del grupo, el Padre Tick (que también fue apartado de la Obra), y que dieran además a conocer todas las direcciones de los matrimonios que pertenecían a los grupos de familias schoenstattianas. A lo que ellos se negaron. Y hete aquí que por indicación del Santo Oficio tuvieron que presentarse en persona ante el Cardenal de Colonia, Josef Frings, para que el mismo les reprendiera y les llamara la atención. Tuvieron incluso miedo de ser excomulgados. Se mantuvieron firmes y no cedieron a las presiones. Más tarde el Padre Kentenich les agradecería su postura y fidelidad.

Lo leemos en el texto de una conferencia a la Obra Familiar del 30 de abril de 1966 (El fundador a las familias), en la que interpreta el sentido de los últimos veinte años de la historia de nuestra Familia:

“Permítanme recordarles una vez más; cuando en aquel entonces ustedes tuvieron una audiencia con el cardenal, cuando ustedes mismos se vieron mezclados más fuertemente en las luchas, y cuando todos suponían que ustedes iban a ceder, no habrán tenido claridad reflexiva sobre el estar en la esperanza divina, pero no obstante, el pensamiento ha sido eficaz. Ustedes habrán sentido lo peligroso que era todo en ese entonces. No se le debe tomar a mal a nadie el haber pasado noches en vela. Pero todo lo que ha crecido en nuestro círculo, debería transformarse en posesión perenne. Y si esto se lograra, entonces Dios nuestro Señor puede hacer con nosotros lo que quiera.”

Meses más tarde, en la entrevista que tuvo el curso fundador del Instituto con el Padre, el 13 de agosto de 1966, podemos leer sus palabras:

“Primeramente, quiero expresar mi más sincero agradecimiento. Al verles, sobre todo a los más antiguos, a los que conozco, debo decir que ustedes sí que han sabido perseverar. Hasta ahora, públicamente, sobre todo en los últimos quince o veinte años, ser schoenstatiano no era ninguna honra. En todas partes era un reconocimiento abnegado. Y cuando pienso en las explicaciones que dieron al cardenal, con qué firmeza se mantuvieron. Hace poco estuve con él; ha cambiado totalmente su opinión y expresó lo que les aprecia y lo valientes que fueron.

Cuando en aquel entonces comenzamos con las luchas, a menudo me dije que aquéllos que dejaran de ser fieles a la actual Obra, el día de mañana quedarían apartados. Así ocurre a menudo; cuando hay mujeres y hombres que, de hecho, se sacrifican por una gran idea, al principio se tiende a apartarlos, pero después nos inclinamos ante ellos.”

Parece que la historia se repite, aunque de otra forma. Veo en estos días a la señora Lesniewicz en el cielo, con su rostro maternal, implorando al Espíritu Santo, para que nos conceda también a los que hoy nos confesamos hijos del Padre Kentenich la misma actitud que ellos, la primera generación, tuvieron en su día ante acontecimientos tan difíciles y dolorosos. La misma actitud que el Padre Kentenich les pedía a las Hermanas en su nota de despedida antes de ir al destierro (Ver “José Kentenich – Una vida para la Iglesia”, Engelbert Monnerjahn – Ediciones Encuentro, Pág. 246):

«Mis queridas hermanas: Esperáis de mí unas palabras que aclaren la situación. Deben y tienen que ser cortas. Me remito al 20 de enero de 1942 y al acta de fundación, que nos advierte: No os preocupéis por el cumplimiento de vuestros deseos. Como condición previa y como medida, pone tomar en serio la «inscriptio». Reflexionemos sobre ambas dimensiones, renovemos nuestra consagración y declaremos de boca y de corazón que nos sometemos a las órdenes de toda autoridad legítima. Esto se aplica especialmente al caso de la autoridad suprema. Todo lo demás lo dejamos en manos de Dios y de la santísima Virgen. Y luego seguimos sin amargura trabajando como hasta ahora en la obra de nuestra vida, aunque hayamos de renunciar a costumbres y formas de vida con las que nos hemos encariñado. Sea este nuestro regalo para la gran festividad de nuestra amada Madre. No faltará la retribución. Con un saludo cordial y bendición sacerdotal. J.K.»

Para acceder al texto citado al comienzo de esta reflexión, ver:

Kentenich Reader, Tomo 1 - El exilio y su finalización

4 comentarios:

  1. Querido Paco...en estos días aciagos siento que un velo se ha corrido sobre mi vista...que se está haciendo la luz... que dejó de ser la niña mimada para ser la persona adulta que puedo ver con claridad el camino a seguir. Antes era seguir desde el corazón, el afecto, la intuición , la fe. Ahora es seguir desde el conocimiento de los hechos...muchos que se nos ocultaron . Sigo siendo HIJA DEL PADRE, ahora con más decisión porque lo hago plenamente y en libertad. GRACIAS PACO... SIGO CRECIENDO EL LA VICTORIOSIDAD DIVINA

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  2. Gracias Paco!!! En estos tiempos es más necesario que nunca volver a las fuentes... Una riqueza muy grande lo que escribiste!!!

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  3. Querido Paco, muchas gracias por compartirnos nuestra historia

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  4. EL PADRE KENTENICH ES MI PADRE ESPIRITUAL. MI ALIANZA FILIAL ES PARA TODA MI VIDA . SOY FUNDADORA DEL SANTUARIO DE SAN ISIDRO AHORA EN EL SECRETARIADO PK "HIJAS DEL PADRE"

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