Venimos reflexionando sobre el valor positivo de las
cosas de este mundo, nuestra relación con ellas, y para ello nos fijamos en el
método que el Padre Kentenich aconseja a sus oyentes en las tardes de los lunes
de Milwaukee. Cuatro son las tareas que les señala al respecto: valorar o ver,
disfrutar, renunciar y dominar las cosas, siempre correctamente: o sea, valorar
correctamente, disfrutar correctamente, renunciar correctamente y dominar
correctamente las cosas.
Y para aclarar lo que quiere decir con la palabra
correctamente, subraya que la condición para ello es que no separemos nunca las
cosas terrenas de Dios. Todas las cosas, todos los acontecimientos, incluso los
más pequeños o problemáticos, debo ponerlos siempre en relación a Dios,
considerarlos siempre desde la perspectiva de la fe. Y también la cruz y el
sufrimiento. Gráficamente nos invita a usar para ello el “catalejo” o
telescopio de la fe, o a “poner una escalera” y subir por ella hacia Dios, ver
en todo ello los planes de amor de Dios.
A todos nosotros nos cuesta poner en práctica el consejo
que el Padre nos da. Para superar esta dificultad nos recuerda las palabras de
Jesús a sus discípulos: "En
cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados." en Mateo 10,30.
“Tienen que ver
de qué forma tan popular puede exponerlo el Señor. Dice él: Ni siquiera un
cabello… Son los cabellos pequeños que se encuentran en la parte posterior del
cuello. ¡Santo Dios!, ¿quién presta atención a esos pequeños cabellos, a ese
vello del cuello? ¡Cuántos cabellos de ese tipo se caen sin que nadie se
percate! ¿Qué quiere decir el Señor con esto? Ni siquiera un pequeño cabello
cae de vuestra cabeza sin que haya estado en el plan de Dios. ¿Entienden qué
quiere decir? Es una protesta contra la concepción errónea de que Dios no se
preocupa más por nosotros. Como ven, Él lo ha expresado de forma muy popular. Dicho
en términos de principios, significa que Dios se preocupa de cada uno y, en
cada uno, de cada nimiedad.”
Un
desafío para el hombre moderno, pensar que hasta un resfriado no ocurre sin que
Dios se interese por nosotros. Todo, hasta la más “pequeña nimiedad”, dice el
Padre Kentenich, todo lo tiene registrado el Señor. Nada viene por azar, todo viene
de la bondad de Dios. Es difícil entenderlo porque nos falta el espíritu de fe.
Es aquí adonde debemos aplicar lo del “catalejo”, o aquello otro de la “escalera”
para acceder a las alturas divinas.
Una
forma adecuada para avanzar en este camino es el método peculiar de meditación
que se practica en Schoenstatt:
“¿En qué
consiste? Imagínense que ahora se están yendo a casa o tienen un par de minutos
libres, o van en el coche, o en el tranvía, o no sé lo que hacen cuando están
solos y en silencio. En esos casos solemos hacer lo siguiente: reflexionamos
qué sucedió ayer durante todo el día. ¿Qué vivencias he tenido ayer? ……. Ahora
viene la gran pregunta: Dios querido, ¿qué quieres tú con ello? ……. Entonces
coloco primero la escalera para el entendimiento. Ahora tiene que subir la
cabeza. Tengo que preguntar, a la luz de la fe: Dios querido, ¿qué es
propiamente lo que quieres decirme con lo sucedido? Entonces tienen que
reflexionar sobre lo que él quiere decirles. A menudo, Dios puede decir mucho
con muy pocas palabras. ……. Después hay que colocar la escalera también para el
corazón. ¿Qué significa eso? Le regalo a Dios mi corazón y le digo: Dios
querido, tienes que ayudarme a que mi corazón permanezca también puro, que no
me dé a los demás de forma tan dura, cruel y desmotivada. ……. En lo dicho he
permanecido completamente en la tierra, en el nivel de lo cotidiano, pero he
ascendido al mismo tiempo bien hasta lo alto, hasta Dios.”
La meditación diaria nos ayudará a valorar
correctamente las cosas del mundo poniéndolas bajo la perspectiva de la mirada y
de la voluntad de Dios. Buscar la forma y manera de adentrarnos en todo a Dios.
Poder decir “Mi Dios y mi todo”.
Nos quedan los otros pasos: aquello de disfrutar,
renunciar o dominar correctamente las cosas. Para explicarlo les trae a sus
oyentes de nuevo una referencia a San Francisco de Sales:
“San Francisco
de Sales escribió una vez frases muy hermosas a una señora. La dama estaba
casada, y el marido tenía siempre una actitud muy moderna y mundana. Ella no
podía ir a la iglesia. A lo sumo lograba alguna vez ir el domingo a escondidas
y fugazmente a la iglesia. Y tenía que vestirse de tal modo que apenas
resultaba decente, y muchas veces tenía que cambiarse la ropa de etiqueta.
¿Y saben qué le
aconsejó san Francisco de Sales? ¿Qué piensan ustedes? ¿Habrá dicho: dale
pedradas a tu marido y, después, búscate otro o divórciate? No: no hizo tal
cosa. La mujer quería llegar a ser santa. Y san Francisco de Sales le dio una
respuesta peculiar: seguramente no es correcto lo que hace su marido. Y
entiendo bien que eso hiere su interioridad más íntima. Pero no debe olvidar
que Dios está detrás de ello. Y ¿qué quiere Dios? Quiere tener su voluntad, su
corazón. ¿Y qué hace Dios por ese motivo? Quiebra su voluntad propia. ¿Y a
quién utiliza para hacerlo? Utiliza la superficialidad de su marido. Por eso le
aconsejo apretar los dientes. Procure dar alegría a su marido aun cuando su
corazón esté sangrando. Está usted en el camino a la santidad.
¿Quién ofrece
ahora el mayor sacrificio en este caso? ¿Piensan ustedes que es la carmelita,
que ayuna y está acostumbrada a hacerlo, o la mujer que "sólo"
enfrenta y domina su vida? Ahí ven ustedes qué es santidad en el mundo. ¡Y
cuántos santos hay en el mundo a quienes nadie ve! La santidad consiste en
"cortarle la cabeza" a la voluntad propia y entregar totalmente mi
voluntad a Dios.”
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Para leer o escuchar la sinopsis y la charla haz 'clic' en el siguiente "Enlace":
Ver correctamente las cosas del mundo - 7 de mayo de 1956
Ver correctamente las cosas del mundo - 7 de mayo de 1956