viernes, 5 de abril de 2019

La hermana Emilie y el vaso de agua


Al comienzo de nuestra nueva andadura en el Blog “Al habla con el Padre” nos queremos situar hoy, espiritualmente, en los salones de la parroquia de la Santa Cruz de Milwaukee, en Estados Unidos, donde los Palotinos tenían el encargo de atender pastoralmente a los emigrantes de habla alemana llegados a esa ciudad hacía décadas. Allí se reunía el Padre Kentenich con un grupo de matrimonios los lunes por la tarde. En general, podemos resumir el tenor de las charlas del Padre en estas reuniones en pocas palabras: invitación a ser santos como laicos en medio del mundo, a ser una familia sagrada a ejemplo de la de Nazaret, y a alcanzar este ideal en la fuerza de la Alianza de Amor con la Santísima Virgen.

Es el año 1956, lunes 13 de febrero, dos días antes del inicio de la cuaresma de ese año. Alguno de estos matrimonios pidió al Padre que les hablara de la cuaresma. De los apuntes de esta charla, que hoy comentamos, y que el lector interesado puede leer o escuchar (en Tablet o computadora, con la opción "Lector inmersivo") en el ‘Enlace’ que doy abajo, quiero destacar brevemente algunos pensamientos. 

Uniendo la cuaresma y la alianza de amor, el Padre inicia su intervención así: Fue bueno que hayan vuelto a escuchar la plática del 2 de febrero. Algunos de ustedes querían ahora una plática sobre la cuaresma. No resulta difícil unirla con la plática del 2 de febrero, día cuando sellamos la alianza de amor. En aquella oportunidad dijimos que el intercambio de rosas simboliza un intercambio de corazones, sacrificios y bienes. Escuchamos ya muy a menudo que la santísima Virgen no ahorró sacrificios para ser nuestra madre. De manera similar, también a nosotros debe costarnos algo ser sus hijos. Ser santos de la vida diaria cuesta mucho.”

Siguiendo la charla, explica a los matrimonios el sentido de la cuaresma. Se trata estrictamente de observar las prescripciones cuaresmales, pero en un sentido más amplio se trata de esforzarnos por dominar nuestra naturaleza inferior, hacer que el ángel gobierne en nosotros para llegar a ser seres divinizados, combatiendo nuestros defectos.

En este camino será importante reconocer nuestro punto débil, aplicando los medios naturales para corregirlo, utilizando además los medios sobrenaturales que la Iglesia nos propone. Orar, rezar, saberse hijos del Padre, vivir de misa en misa, implorando la asistencia de Dios y comenzando siempre de nuevo. Hacer sacrificios y padecer asociados a Cristo, como hijos en el Hijo.

A propósito de lo dicho, el Padre Kentenich recuerda a los matrimonios un ejemplo vivido en la Familia de Schoenstatt, el de la hermana Emilie: “La hermana Emilie hizo grandes sacrificios, más de lo que se esperaba de ella. Recordarán lo que les relaté una vez: en un momento solemne ofrecemos a Dios todo lo que tenemos. Es como si pusiéramos todo en una maleta y se la ofreciésemos. Pero Dios nos dice: "No la quiero ahora. Tómala de nuevo contigo. Más tarde tomaré de la maleta lo que quiera y cuándo quiera". Y Dios fue tomando paulatinamente todo lo que contenía la maleta de la hermana Emilie. ¿Por qué la vida de la hermana Emilie fue de tanto éxito? Pudo realizar grandes cosas porque todo lo hacía en unión con Jesús en la santa misa. En el ofertorio, cuando el sacerdote ofrecía la hostia al Padre, se decía: "También yo estoy sobre la patena". Todo lo que soy y tengo, incluso mi ofrenda, mis defectos, todo lo regalo al Padre del cielo en unión con Cristo.

Llevamos nuestra cruz unidos a Cristo. No hay santo de la vida diaria sin sufrimiento y sin un esfuerzo por superar nuestros defectos, como lo hacía la hermana Emilie. Hay que conocer los puntos débiles, sobre todo nosotros los matrimonios, en nuestra vida de familia, en nuestras relaciones con los hijos y con el cónyuge.

Para terminar, citaré un consejo del Padre Kentenich al respecto, y que leemos en los apuntes de esta charla:
Por ejemplo: el esposo regresa a casa luego de su labor. Enseguida pregunta con tono crítico: "¿Qué me preparaste hoy de comer? … No me gusta esta comida". Vénzanse ustedes mismos y ahórrense ese comentario: eso es un sacrificio. ……
Se cuenta que había un matrimonio cuyos cónyuges se amaban, pero eran muy susceptibles. Por el menor motivo se irritaban y se hacían reproches. Ya saben cómo suelen reñir los esposos. Quizás algunos de ustedes tengan experiencias de ello.
Les doy otro ejemplo. Se trata también de un matrimonio en el cual cada uno de los cónyuges se considera el ángel, y el otro, el demonio. Entonces alguien le dio a la esposa el siguiente consejo: "Cuando vuelve tu esposo a casa y tú quieres reprenderlo por algo que ha hecho o no ha hecho, llénate la boca de agua y mantén el agua en la boca todo el tiempo que puedas. Cuando la expulses, habrá pasado el enojo. No dirás lo que antes tenías en la punta de lengua".


Para leer o escuchar la charla completa haz clic en el siguiente “Enlace”:

Cuaresma y alianza de amor - 13 de febrero de 1956 - Tomado de: Lunes por la tarde .... Reuniones con familias, Tomo 1 - Editorial Schoenstatt

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