Al comienzo de nuestra nueva andadura en el Blog “Al
habla con el Padre” nos queremos situar hoy, espiritualmente, en los salones de
la parroquia de la Santa Cruz de Milwaukee, en Estados Unidos, donde los Palotinos
tenían el encargo de atender pastoralmente a los emigrantes de habla alemana
llegados a esa ciudad hacía décadas. Allí se reunía el Padre Kentenich con un
grupo de matrimonios los lunes por la tarde. En general, podemos resumir el
tenor de las charlas del Padre en estas reuniones en pocas palabras: invitación
a ser santos como laicos en medio del mundo, a ser una familia sagrada a
ejemplo de la de Nazaret, y a alcanzar este ideal en la fuerza de la Alianza de
Amor con la Santísima Virgen.
Es el año 1956, lunes 13 de febrero, dos días antes del
inicio de la cuaresma de ese año. Alguno de estos matrimonios pidió al Padre
que les hablara de la cuaresma. De los apuntes de esta charla, que hoy
comentamos, y que el lector interesado puede leer o escuchar (en Tablet o computadora, con la opción "Lector inmersivo") en el ‘Enlace’ que doy abajo,
quiero destacar brevemente algunos pensamientos.
Uniendo la cuaresma y la alianza de amor, el Padre inicia
su intervención así: “Fue bueno que
hayan vuelto a escuchar la plática del 2 de febrero. Algunos de ustedes querían
ahora una plática sobre la cuaresma. No resulta difícil unirla con la plática
del 2 de febrero, día cuando sellamos la alianza de amor. En aquella
oportunidad dijimos que el intercambio de rosas simboliza un intercambio de
corazones, sacrificios y bienes. Escuchamos ya muy a menudo que la santísima
Virgen no ahorró sacrificios para ser nuestra madre. De manera similar, también
a nosotros debe costarnos algo ser sus hijos. Ser santos de la vida diaria
cuesta mucho.”
Siguiendo la charla, explica a los matrimonios el
sentido de la cuaresma. Se trata estrictamente de observar las prescripciones
cuaresmales, pero en un sentido más amplio se trata de esforzarnos por dominar
nuestra naturaleza inferior, hacer que el ángel gobierne en nosotros para
llegar a ser seres divinizados, combatiendo nuestros defectos.
En este camino será importante reconocer nuestro punto
débil, aplicando los medios naturales para corregirlo, utilizando además los
medios sobrenaturales que la Iglesia nos propone. Orar, rezar, saberse hijos
del Padre, vivir de misa en misa, implorando la asistencia de Dios y comenzando
siempre de nuevo. Hacer sacrificios y padecer asociados a Cristo, como hijos en
el Hijo.
A propósito de lo dicho, el Padre Kentenich recuerda a
los matrimonios un ejemplo vivido en la Familia de Schoenstatt, el de la hermana
Emilie: “La hermana
Emilie hizo grandes sacrificios, más de lo que se esperaba de ella. Recordarán
lo que les relaté una vez: en un momento solemne ofrecemos a Dios todo lo que
tenemos. Es como si pusiéramos todo en una maleta y se la ofreciésemos. Pero
Dios nos dice: "No la quiero ahora. Tómala de nuevo contigo. Más tarde
tomaré de la maleta lo que quiera y cuándo quiera". Y Dios fue tomando
paulatinamente todo lo que contenía la maleta de la hermana Emilie. ¿Por qué la
vida de la hermana Emilie fue de tanto éxito? Pudo realizar grandes cosas
porque todo lo hacía en unión con Jesús en la santa misa. En el ofertorio,
cuando el sacerdote ofrecía la hostia al Padre, se decía: "También yo
estoy sobre la patena". Todo lo que soy y tengo, incluso mi ofrenda, mis
defectos, todo lo regalo al Padre del cielo en unión con Cristo.”
Llevamos nuestra cruz unidos a Cristo. No hay santo de la
vida diaria sin sufrimiento y sin un esfuerzo por superar nuestros defectos,
como lo hacía la hermana Emilie. Hay que conocer los puntos débiles, sobre todo
nosotros los matrimonios, en nuestra vida de familia, en nuestras relaciones
con los hijos y con el cónyuge.
Para
terminar, citaré un consejo del Padre Kentenich al respecto, y que leemos en
los apuntes de esta charla:
“Por ejemplo: el esposo regresa a
casa luego de su labor. Enseguida pregunta con tono crítico: "¿Qué me
preparaste hoy de comer? … No me gusta esta comida". Vénzanse ustedes
mismos y ahórrense ese comentario: eso es un sacrificio. ……
Se cuenta que había un matrimonio cuyos cónyuges se amaban, pero eran muy
susceptibles. Por el menor motivo se irritaban y se hacían reproches. Ya saben
cómo suelen reñir los esposos. Quizás algunos de ustedes tengan experiencias de
ello.
Les doy otro ejemplo. Se trata también de un matrimonio en el cual cada uno
de los cónyuges se considera el ángel, y el otro, el demonio. Entonces alguien
le dio a la esposa el siguiente consejo: "Cuando vuelve tu esposo a casa y
tú quieres reprenderlo por algo que ha hecho o no ha hecho, llénate la boca de
agua y mantén el agua en la boca todo el tiempo que puedas. Cuando la expulses,
habrá pasado el enojo. No dirás lo que antes tenías en la punta de lengua".
Para leer o escuchar la charla completa haz clic en el siguiente “Enlace”:
Cuaresma y alianza de amor - 13 de febrero de 1956 - Tomado de: Lunes por la tarde .... Reuniones con familias, Tomo 1 - Editorial Schoenstatt
Gracias Paco!!
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