(Ante el
anuncio de la renuncia del Papa Benedicto XVI, el autor de este Blog quiere
traer a la consideración de los lectores del mismo algunas reflexiones del
Padre Kentenich (de los años 1965-1968) sobre la Iglesia después del último Concilio. Salvando la admiración, el respeto y el agradecimiento que el Santo Padre merece por su vida y por su decisión, estos textos
desean ayudar ante la perplejidad y preocupación que tal hecho ha causado también a muchos de nosotros.
"La
Iglesia", afirmaba el Padre Kentenich, "necesita conductores
proféticos que, sin fáciles concesiones, mantengan en la doctrina y la vida
aquello que posee valor esencial más allá del tiempo, y que, a su vez, sean
flexibles y receptivos como para revestir creadoramente de nuevas formas el
espíritu originario del catolicismo; formas que anticipen la Iglesia del futuro
y le confieran solidez".
Los textos
serán publicados en esta y en las próximas semanas, y están tomados de diversas
charlas del Fundador de Schoenstatt. Los mismos fueron publicados por la
Editorial Patris de Chile en el año 1985 en un libro titulado “Desafíos de
nuestro tiempo”.)
Amar a la iglesia
El hecho de
que estamos ante una nueva etapa de la historia de nuestra familia, es algo que
está fuera de dudas. ¿Qué queremos poner exactamente al inicio de esta nueva
etapa? O mejor dicho ¿qué es lo que pretendemos realizar en esta próxima etapa?
Mi más profundo deseo sería colocar en el portal de los próximos años y siglos
aquella frase que en su tiempo escribí para el Santo Oficio: "Dilexit
Ecclesiam". Desearía que esa expresión se inscribiese, algún día, en
mi tumba; quisiera verla allí grabada para todos los tiempos: "Dilexit
Ecclesiam": "Amó a la Iglesia", a esa Iglesia que clavó en
la cruz a la Familia —Dilexit Ecclesiam.
¿Cómo es
este amor a la Iglesia?
De diversas
maneras les he transmitido, durante estos días, aquello que dije y prometí al
Santo Padre con ocasión de la inesperada audiencia que me concedió. Como
Familia que ha sido desclavada de la cruz, en el futuro, quisiéramos
esforzarnos, con todos los medios a nuestro alcance, para colaborar con el
Santo Padre en la realización de la misión posconciliar de la Iglesia. De este
modo, la expresión "Dilexit Ecclesiam" recibe un marcado y
profundo significado: Schoenstatt dilexit Ecclesiam. El amor a la
Iglesia nos impulsa a apoyarla en su misión posconciliar en todos los ámbitos y
en la forma más perfecta posible.
Cambios de acentuación
¿En qué
consiste esta misión? (…) ¿Cómo se caracteriza a sí misma la Iglesia en el
concilio?
En primer
lugar, quizás sería conveniente preguntarse: ¿puede existir un cambio en la
comprensión que tiene la Iglesia de sí misma? Si respondemos que efectivamente
se da este cambio, inmediatamente puede suscitarse una segunda pregunta: ¿no ha
sido víctima la Iglesia de las modernas teorías evolucionistas? ¿Por qué no
mantiene con firmeza lo que afirmó antaño? ¿Se puede en verdad dar un cambio?
Sería mejor decir que es posible un cambio de acentuaciones.
¿Cómo se ve
la Iglesia a sí misma en este último tiempo?
Es algo
extraordinariamente positivo que se hayan congregado los representantes de la
Iglesia, los cardenales y obispos de todo el mundo. Tuvieron así la oportunidad
de colaborar en esta autodefinición de la nueva imagen de la Iglesia y de hacer
aportes esenciales a su configuración. Más allá de todas las reflexiones, en
último término, reinaba el convencimiento de que la Iglesia es regida por el
Espíritu Santo, particularmente, después de que Juan XXIII había destacado
ampliamente este hecho, poniéndolo en primer plano. ¡Cómo se hizo notar el
efecto de la presencia del Espíritu Santo en el ámbito eclesial! Si ha habido,
por lo tanto, una transformación en la auto-comprensión y en la conciencia de
la Iglesia, este cambio no es un hecho fortuito, es obra del Espíritu Santo.
Una iglesia dinámica
Nuevamente
la pregunta: ¿cómo se describe la Iglesia a sí misma en la constitución Lumen Gentium ?
La Iglesia quiere ser vista en el futuro en toda la amplitud de su poderoso
dinamismo. En el futuro, la Iglesia quiere orientarse, más decididamente que
hasta ahora, hacia la nueva orilla, usando una expresión que es común entre
nosotros. No quiere estar mirando constantemente sólo hacia la antigua orilla.
No: quiere ambas cosas: recogiendo el pasado, mirar hacia el futuro.
Mirando al
pasado se reafirman los fundamentos profundos de la Iglesia y su misión
esencial para todos los tiempos, tal como han sido vistos desde el inicio, tal
como fueron dados por el Espíritu Santo. Estos fundamentos se mantienen
inconmovibles. Pero, a la vez, se da una orientación que conscientemente toma
en cuenta los grandes acontecimientos y transformaciones del tiempo; y, de este
modo, se orienta hacia las más nuevas playas. La consecuencia de todo esto es
—podríamos quizás decirlo así— una suerte de revolución, una violenta
conmoción. Queda atrás una exagerada concepción tradicionalista y se camina
hacia una concepción progresiva. …………
(continuará la próxima semana)
Agradecemos por nos partilhar estes textos que são tão apropriados para o momento... ouvir do Pai a luz da Divina Providência, nos ajuda também a entender e meditar melhoro nosso tempo...
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