miércoles, 16 de enero de 2013

Fe en la Divina Providencia


Fe en Dios y fe en su Providencia son inseparables
(Texto tomado de: "Brasilien Terziat", 1952/53)

Una vida inspirada por la fe providencialista es simplemente expresión, prueba, perfección y garantía de la totalidad de la vida de fe. De aquí se deduce que, quienquiera debilite nuestra fe providencialista, hace vacilar todo el edificio de nuestra fe; quien la fortalezca, reanima y vitaliza la totalidad de la vida de fe.

Citamos algunas afirmaciones que expresan claramente esta convicción. San Agustín declara: «No se puede imaginar una religión sin que al menos se crea en esto: que hay una providencia divina que vela solícita sobre nuestra alma». Lactancio afirma: «Dios y la Providencia están tan íntimamente unidos que el uno no puede existir sin lo otro, ni tampoco se les puede pensar separados. Quien niega la Providencia, niega a Dios. Y quien cree que hay un Dios, tiene también que creer en la Providencia».

La fe en la divina Providencia debe estar informada por la caridad
(Texto tomado de: "Exerzitien für die Schoenstattpatres", 1966)

Cuando hablamos de fe, siempre nos referimos con ello a una fides caritate formata. Esto significa que abarcamos simultáneamente las tres virtudes teologales. La fe viva incluye en sí la esperanza y la caridad. En san Pedro vemos encarnadas precisamente estas tres virtudes, en ese instante en que él salta al agua (para ir al encuentro del Señor que se acercaba a su barca caminando sobre el agua). La fe no es entonces para él sólo un acto del intelecto; la fe es para Pedro un acto de entrega total del hombre total, especialmente del corazón, a Dios, en este caso, al Señor.

Ya saben ustedes lo que les diré ahora. Mientras Pedro cree sencillamente y tiende hacia el Señor con todo su ser, avanza con paso tranquilo sobre las olas del mar; en el instante en que empieza a dudar, empieza también a hundirse. Y entonces, la llamada: «¡Señor, ayúdame que me hundo!» ¿Entienden lo que esto significa? Donde el fundamento de las tres virtudes teologales se ha perfeccionado con los dones del Espíritu Santo, allí tenemos una seguridad única.

En una ocasión, en verdad en muchas ocasiones, llamé a esto la seguridad del péndulo. Una seguridad de allá arriba, no una seguridad de aquí abajo. Una seguridad en el corazón de Dios, una seguridad en el Dios del amor, una seguridad en el convencimiento de que el Padre Dios me sostiene. Y él tiene una tarea que me ha encomendado y él cuida de que yo cumpla esta tarea o, mejor dicho, él cumple esta tarea a través mío.

La fe práctica, el problema más difícil para el cristiano
(Texto tomado de: "Studie", 1956)

El problema más difícil para el cristianismo actual es la fe práctica en la divina Providencia. Con toda intención, no hablo de la fe providencialista en general. A muchos no les es difícil creer en la divina Providencia, tal como se ha mostrado en los siglos pasados. La dificultad profunda y estremecedora comienza cuando, aquí y ahora, es decir, en el acontecer del mundo actual, se habla de un plan de amor, de la sabiduría y del poder divinos, o de un Padre Dios que mantiene las riendas del acontecer histórico y que quiere llevar todas las cosas a un fin claramente conocido y querido. Eso es lo que llamamos fe práctica en la Providencia.

(Textos tomados del libro “Dios Presente”, Recopilación de textos sobre la Divina Providencia, P. José Kentenich, Editorial Nueva Patris, Santiago/Chile)

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