A modo de prólogo
PEDAGOGÍA MARIANA DEL MATRIMONIO
(Nota previa: En el año 1933 el Padre Kentenich da una serie de conferencias a sacerdotes y educadores sobre la pedagogía matrimonial mariana. Acababa de publicarse la Encíclica “Casti Connubii” de Pio XI sobre el matrimonio. Se trata del texto más importante del Fundador de Schoenstatt sobre este tema. En el año 1968, inmediatamente después de la publicación de “Humanae Vitae”, el Padre Monnerjahn publicó un extracto de la jornada pedagógica citada en "REGNUM", revista alemana de los Padres de Schoenstatt (Ver Regnum 3 [1968] Pág 166-174). El Padre Monnerjahn mejoró el estilo del texto inicial y lo presentó al Padre Kentenich para su corrección y aprobación. El Padre incluyó algunas rectificaciones y autorizó dicha publicación, cuya traducción publica hoy este Blog. Es un texto corregido y autorizado por el Fundador de Schoenstatt años después de pronunciar sus conferencias pedagógicas, lo que da una importancia especial al mismo. Son cuatro capítulos, que aparecerán sucesivamente en esta y en las próximas dos semanas. Textos tomados de: Pater Joseph Kentencih: "Das Katholische Eheideal", eine Textsammlung von Pater Heinrich M. Hug, herausgegeben als Manuskript, 1989 - Traducción: F. Nuño)
Capítulo 1º
DISPOSICIÓN
- Ideal católico del matrimonio: procurar su
comprensión y su máxima valoración
- Dificultades en la vivencia del ideal:
- crisis habitacional, laboral y vital
- falta de una fuerte vida religiosa
- Tareas:
- conocer y poner en práctica
las Encíclicas de los Papas
- seguridad y firmeza en los
principios, comprensión bondadosa en los casos individuales
- formación de un Movimiento de
matrimonios católico
TEXTO DEL FUNDADOR
La elaboración y cristalización del ideal del matrimonio en
su pureza clásica ha sido necesaria en todos los tiempos, y lo será también en
los tiempos venideros. No solamente hoy, siempre ha habido inmoralidades,
también inmoralidades en el matrimonio. Pero hoy la ruina de la vida moral en
el matrimonio es alarmante porque en amplios círculos se ha perdido la idea del
matrimonio puro. Cuando las ideas se desvirtúan, se produce la caída
desenfrenada al abismo. Por eso es especialmente necesario en el tiempo actual
anunciar y propagar el ideal católico del matrimonio en toda su grandeza y
belleza.
La razón más profunda de las dificultades existentes en el
matrimonio está en la resistencia y hostilidad que la vida actual presenta ante
la realización del ideal católico del matrimonio. Recordemos las diversas
dificultades con las que se enfrentan los actuales matrimonios: crisis laboral,
crisis vital, crisis habitacional y crisis pedagógica. También en otras épocas
ha habido estas crisis, pero en el fondo existía entonces una actitud religiosa
en el pueblo que aseguraba el ideal del matrimonio. Hoy día ya no es así.
Existen hoy día ambientes con matrimonios que no sufren la crisis habitacional,
laboral y vital y, sin embargo, el ideal matrimonial se ha oscurecido. Estos no
son capaces de dominar sus instintos por su indigencia religiosa, por la falta
de una fuerte vida religiosa. Sólo se podrá dominar y vencer esta indigencia a
través de una profunda y heroica vida religiosa.
Quien se mueve en la vida contemporánea, debe conocer los
apremios que cargan sobre ella, para que pueda mostrar bondad y dulzura en la
aplicación del ideal del matrimonio. También nosotros los sacerdotes debemos
soportar y compartir estos apremios. Sin embargo sería equivocado decir: estos
pobrecitos sufren tanto por ello …… y dejar correr las cosas. Nuestra actitud
debe ser por el contrario la siguiente: si sé que los esposos afirman el ideal
del matrimonio, y a pesar de ello son demasiado débiles para llevarlo a cabo en
todos los casos, mi actitud será: duro con el error, pero bondadoso con el que
comete el error. Hoy se exige obrar con seguridad frente al error, porque predomina
demasiada inseguridad y relativismo conceptual. Por lo mismo tenemos que
agradecer al Santo Padre el que nos haya regalado tanta claridad en este
asunto.(*) Mediante la Encíclica sobre el Matrimonio se debería suscitar un
movimiento para la propagación, realización y mantenimiento del ideal católico clásico
del matrimonio en toda su pureza. En todas partes necesitamos portadores y
heraldos de este ideal. El mundo solo podrá ser renovado, cuando el matrimonio
se renueve en Cristo.
(* Se refiere originalmente al Papa Pío XI y a su Encíclica "Casti Connubii" del 30.12.1930)
Capítulo 2º
DISPOSICIÓN
-
Ideal del matrimonio: método para su
conocimiento
-
Aplicación de la ley “Ordo essendi est ordo
agendi” = el orden de ser es la norma para el orden de actuar
-
Validez de esta ley: causalidad universal de
Dios
-
Las cosas son pensamientos y decisiones visibles
de Dios, y como tales expresiones de su voluntad
-
Actuando conscientemente contra la naturaleza se
comete pecado
-
Aplicación de la ley no solo en el orden
natural, sino también en el orden sobrenatural: como bautizados somos miembros
del Cuerpo místico de Cristo, de lo cual deducimos con San Pablo la moral
matrimonial.
TEXTO DEL FUNDADOR
El método que nos lleva a extraer el ideal del matrimonio de
la esencia del mismo tiene su fundamento en la conocida ley: Ordo essendi est
ordo agendi = el orden del ser es la norma para el orden de actuar. El orden de
ser objetivo, tanto en la naturaleza como en el orden sobrenatural, es y debe
ser la norma para nuestra forma de vida. Esta ley atraviesa toda la dogmática,
la moral y la pedagogía. Quien conozca esta ley y quien sepa aplicarla en el
ámbito del matrimonio, podrá estar seguro que adquirirá plena claridad sobre
las cuestiones esenciales referidas al matrimonio y que sabrá entusiasmarse por
el ideal católico del matrimonio. Para esta ley existe una serie de
formulaciones diferentes, teniendo todas el mismo significado. Así se dice: el
indicativo del ser debe convertirse en imperativo del “deber ser”. O bien: el
lenguaje silencioso y mudo del orden de ser debe hacerse voz fuerte de un deber
que obliga. Y también, aplicado a la persona individualmente: lo que soy, debo
llegar a ser. O aquello otro: el conocimiento del orden objetivo será para mí
conciencia que obliga. Todo apunta finalmente a hacer que toda la vida, obra y
acciones del hombre sean una cooperación con Dios. Dicho en forma razonada: frente
al concurso universal y permanente de Dios en la actuación de la persona,
debemos nosotros responder con una acogida y cooperación permanente y completa
de y con la voluntad y la actividad de Dios.
¿Cuál es la razón más
profunda para la validez de esta ley sobre el orden de ser como norma para
nuestro actuar? La encontramos en el hecho de la causalidad universal de Dios.
Todas las cosas tienen su origen en Dios su Creador, no solo en su existencia
sino en su forma de ser, en su estructura interna y en el orden interno que las
conforman. Las cosas son pensamientos y decisiones visibles de Dios. Pero como
tales son simultáneamente expresiones de su voluntad, que para nosotros tienen
un carácter vinculante, lo que es importante para nuestras reflexiones. Por eso
debemos decir que Dios nos anuncia su voluntad no sólo por los mandamientos
expresados de forma explícita, por ejemplo los diez mandamientos, sino también
a través de sus obras, de su estructura y de su orden. Por eso rige: si trato a
un objeto de acuerdo a la estructura del ser correspondiente, cumplo con la voluntad
de Dios y actúo en la virtud. Si me comporto frente a las cosas de un modo
contrario a la naturaleza inmanente y a la estructura del ser, mi actuación es
contraria a la voluntad de Dios y cometo pecado.
La ley del orden del ser como orden del “deber ser” no es
solamente válida para el orden natural, sino también para el mundo de la
gracia. También el orden de la gracia es una obra real de Dios, y precisamente
para la educación del matrimonio es de suma importancia que nosotros
comprendamos el orden de la gracia en este sentido. La concepción profunda del
matrimonio sólo se captará a través de la fe en el Cuerpo místico de Cristo.
Cuando se nos haya hecho patente y hayamos comprendido esta verdad, estaremos
en condiciones de comprender el fin último del matrimonio católico; entonces le
daremos también su mayor seguridad. Junto a nuestra fe en la realidad del Cuerpo
místico de Cristo deberíamos añadir nuestra relación real para con el Dios
Trino que adquirimos por la fe y el bautismo. En virtud de lo cual no sólo
somos huellas e imagen de Dios, sino que somos hijos del Padre Eterno y templos
del Espíritu Santo.
Comparemos al respecto el método pastoral de los apóstoles;
en especial lo tenemos en San Pablo: el apóstol de los gentiles deduce su moral
matrimonial de la realidad membral, o sea del hecho de que nosotros como
bautizados somos miembros del Cuerpo místico de Cristo (ver Eph 5,28-30).
(Continuará con capítulos 3 y 4)
(Continuará con capítulos 3 y 4)