miércoles, 10 de agosto de 2011
El instinto del amor
Texto del Padre Fundador
El amor es la virtud más fácil de practicar. Naturalmente, el amor será la virtud más fácil de practicar sólo para aquel que sea capaz de percibir con mayor facilidad las interrelaciones profundas de las cosas. El instinto del amor es uno de los instintos primarios más esenciales de nuestra naturaleza humana. Dios ha creado nuestra naturaleza, ha permitido una determinada condición de nuestra naturaleza caída. Parte de esa condición humana es que en nuestra naturaleza el instinto del amor sea más fuerte que todos los demás, incluso más que el instinto del temor.
El instinto del amor se suscita con mayor intensidad cuando la persona se sabe, se siente y cree amada. En esos momentos debo tomar conciencia de que Dios derrama en plenitud sus misericordias sobre mí; en tales horas no habré de reparar sólo en mis miserias, porque entonces el amor sólo crecerá de forma indirecta, vale decir, lo hará a través de la humildad. En efecto, al fijarme en mis miserias y reconocer mi condición humana, tendré oportunidad de practicar la humildad, y por ella crecer indirectamente en el amor. El crecimiento directo del amor depende de la conciencia que tomemos de que nadamos en las misericordias de Dios. En este sentido se cuenta que Vicente Pallotti desmigajaba poco a poco el pan para recordar, bocado a bocado, que Dios le amaba.
Por otra parte, si el amor es la ley fundamental del mundo, también debe ser la ley fundamental de la educación. Si el primer mandamiento es el amor, la oración que Dios más escuchará será pues la petición por la cual le pedimos que nos ayude a cumplir con ese mandamiento.
(Tomado de la Plática número 3 de los Ejercicios Espirituales dictados por el Padre Kentenich en 1937 – Ver: “El hombre heroico – con la guía de San Ignacio y su método”, Págs. 102/103, Editorial Patris, Chile)
Comentario
A nuestro Padre Fundador le interesaba llevar a sus hijos no sólo al convencimiento de la verdad teológica de que Dios ha creado al mundo por amor, sino a la consecuencia pedagógica que todos nosotros debemos conformar nuestra existencia fundados en esa verdad. Sabiendo que todos nosotros andamos ocupados en darle forma a la vida, nos invitaba a no olvidar que este siglo necesita urgentemente hombres y mujeres santas, sacerdotes y laicos santos que estén marcados por un amor grande y ferviente. Para el Padre Kentenich el amor es lo esencial, lo decisivo. Por ello dedicó gran parte de su vida a educar a sus hijos e hijas en esta verdad y a conducirlos por este camino. El sabía que el amor presupone un conocimiento, pero decía también que el “amar está por encima del saber”. En este contexto citaba a San Francisco de Sales: “En esta vida terrenal el amor tiene su origen en el conocimiento de Dios, pero no su perfección ….. El conocimiento da nacimiento al amor, pero no le da la medida”. En los ‘Ejercicios’ de los cuales hemos sacado las últimas citas del Padre Kentenich, éste recordaba a los sacerdotes que le escuchaban, que con estos pensamientos se encontraban sintonizados con la doctrina y la vida de San Ignacio. En la anotación segunda de los Ejercicios ignacianos se dice: “Porque no el mucho saber harta y satisface al alma, mas el sentir y gustar de las cosas internamente”. El P. Kentenich lo resumía así: “Subordina todo al crecimiento del amor……. Procura que tu saber religioso posea las cualidades que hagan posible un sentir y gustar las cosas del amor”.
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