miércoles, 3 de agosto de 2011
El heroísmo del amor
Texto del Padre Fundador
¿Qué es lo que nos motiva a aspirar al heroísmo del amor? El hecho de que el amor sea la virtud más importante, fecunda, necesaria y fácil de cultivar. El amor es la virtud más importante porque es asumir, de la forma más perfecta, la más esencial perfección de Dios. Deus caritas est. Dios es, por esencia, amor. Recordemos los ejercicios de hace dos años sobre el tema de la perfecta alegría de vivir. En la segunda parte habíamos meditado sobre toda la vida desde el punto de vista de la ley fundamental y universal del amor. De ahí el Himno a la Caridad de la Sagrada Escritura: lo más grande es el amor (1 Cor 13). San Pablo nos recuerda que todas las virtudes son efectos del amor: el amor es humilde, manso, etc. También la fe y la esperanza están relacionadas con él. El amor todo lo cree, todo lo espera.
El amor es la virtud más fecunda. En este punto nos adentramos más profundamente en nuestro propio corazón, en nuestra propia vida. El amor es la virtud que desarrolla, con mayor energía y continuidad, una fuerza plasmadora y formadora. El amor es depositario, por esencia, de una fuerza unitiva y asemejadora. …….. El amor es la madre de todas las virtudes. ¡Amar! Ese es el objetivo en el cual poner la mira con mucha claridad y decisión. De todo esto se desprende, a modo de consecuencia, que el amor es la más necesaria de las virtudes. En primer término en razón de su fuerza asemejadora, que constituye a la vez uno de sus rasgos esenciales. ……….El amor es la virtud más necesaria también en razón de su fuerza unitiva. Es recién el amor, con su fuerza unitiva y a la vez asemejadora, el que genera un cambio y una purificación profunda en mí.
(Tomado de la Plática número 3 de los Ejercicios Espirituales dictados por el Padre Kentenich en 1937 – Ver: “El hombre heroico – con la guía de San Ignacio y su método”, Págs. 100/101, Editorial Patris, Chile)
Comentario
Amando a Dios y experimentando su amor nos asemejamos y nos unimos profundamente con Él. Es como una poderosa corriente de vida que nos une y mantiene vinculados continuamente a Dios, y en Él y con Él a los hombres. El Padre Kentenich nos anima a proyectar sobre nuestra afectividad estas verdades. Crecer en el convencimiento de que “Dios es padre, Dios es bueno, y bueno es todo lo que él hace” para poder decir con San Pablo que “todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios”. Ante los golpes que recibimos en la vida, esforzarnos por no echar mano siempre de una explicación práctica, sino vivir en el pleno convencimiento de que el amor divino es realmente la ley fundamental del mundo. Y para poder acceder a este convencimiento deberíamos cultivar en todo la virtud del amor. Amando se entiende el amor que se recibe, y aceptando ese amor es como nosotros podremos también amar. Reflexionando sobre el lema jesuita de “Omnia ad maiorem Dei gloriam” – todo para la mayor gloria de Dios - nuestro Fundador decía que “el amor es el comienzo, el medio y el fin”. El objetivo de Dios es la unión de amor con nosotros, por eso busquemos en todo que nuestra unión con Él sea también profunda, que cale hondo. Imploremos al Señor para que nuestro sentimiento ante la vida cambie, porque en el fondo todos estamos afectados por otra manera de vivir. Necesitamos saborear el amor de Dios, que se nos ha dado gratuitamente en su Hijo.
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Gracias Paco por esta exquisita referencia sobre el Padre fundador. Otro valor importante por el cual se diferencia bastante de lo cotidiano y mas habitual en la sociedad actual. Tanto, que no se si podrá ser entendido por muchos.
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