viernes, 10 de mayo de 2024

TRANSMITIR EL FUEGO

Cuando el propio corazón se ha encendido hay que encender a otros: eso es ser apóstol.

Pentecostés nos da la fuerza para la misión


Nuestra mirada se detiene con mucho gusto en la consideración del cenáculo. […] En nuestros oídos y en nuestro corazón resuena el mandato: retiraos al cenáculo y esperad hasta que el Espíritu Santo venga desde lo alto. Él os dará la fuerza para salir al mundo y dar testimonio. (….) Así, cada vez que nos reunimos se renueva la situación de Pentecostés. (….)

Es así como nos envuelve el soplo del espíritu del cristianismo primitivo, pero también la misión del cristianismo primitivo: dar testimonio, salir al mundo a fin de dar testimonio de Cristo en todas partes donde tengamos ocasión de hacerlo, a fin de conducir el mundo de forma silenciosa y meditativa pero enérgica, valiente y exitosa hacia Dios, hacia Cristo.

Por eso nos alegramos. Y ahora queremos reflexionar juntos preguntándonos de dónde recibió el cristianismo primitivo sus elementales fuerzas para dar testimonio de Cristo. Pentecostés, el viento huracanado de Pentecostés, la gracia de Pentecostés vino sobre todos ellos. Pentecostés se ha renovado en nosotros y se renovará en nosotros constantemente.

 

J. Kentenich, 1934, en

einst ein heiliges, gesegnetes Land – Friedrichroda 2, 10-12

 

Ser testigos vivos

Por la profundidad de nuestra transformación ser los testigos vivos de Cristo. Si se me concede actuar en la educación, es preciso que me convierta en una maestra o un maestro ideal a través de la palabra y de la acción. En general es importante ser competentes en nuestra profesión. Nuestra Familia es un movimiento de educadores y de educación: todos tenemos que ser de alguna manera educadoras o educadores, cada uno en su lugar, cada uno en su modalidad.


Fracaso e ingratitud. ¿Qué hacer entonces?

 

Después, es posible que yo también me vea sorprendido por la tempestad de la persecución, del fracaso, de la ingratitud, del rechazo. La tempestad podrá tener esta o aquella forma: nuestra actividad apostólica, nuestro testimonio, nuestro trabajo, nuestro ser para Cristo tiene que enfrentar y enfrentará muchos impedimentos y dificultades. ¿No vemos también cómo el Salvador quiere documentarnos en la tempestad sobre el mar un símbolo de nuestras propias dificultades y persecuciones? ¿Cómo debemos comportarnos en todas esas dificultades? ¿Cómo hemos de darnos en nuestra actividad apostólica?

Si tenemos en plenitud el espíritu del cristianismo primitivo es preciso que tengamos presentes tres líneas: tenemos que fecundar nuestra acción a través del silencio, de la paciencia amorosa y de un profundo espíritu de oración.

 

 Acción a través del silencio

Cristo, cuyo modelo incide de forma transformadora en nuestra vida, guarda silencio. Una cierta serenidad interior reposa sobre él. […] En el cristianismo primitivo se afirma una y otra vez que se admiraban, que un santo estremecimiento atravesaba las masas cuando notaban que en el cristianismo primitivo actuaba una fuerza divina. Hay que sentirlo: Allí hay alguien que está sostenido por una fuerza divina. El silencio ayuda a conjurar la tempestad sobre el mar. […] Las personas que intervienen con liderazgo en la historia universal tendrán que educarse cada vez más a guardar un silencio grande y desinteresado.

Acción a través de la paciencia

Los que se encuentran en medio de la vida cotidiana pueden experimentar cada día más qué poca es la receptividad religiosa existente. Aunque aquí y allá algunas personas reciben más rápidamente las semillas ¡qué pronto se las ha llevado el viento! Tan grande nos parecerá entonces aquello en lo que creemos: que, a pesar de esta corriente enervante y centrífuga, tenemos la tarea de regalarle de nuevo al mundo el cristianismo. Para ello necesitamos una paciencia divina. Junto a la silenciosa soledad tienen que tener como equipamiento esencial para el pensar y actuar apostólicos esta incansable paciencia. Pero esa paciencia no podemos adquirirla si no nos sumergimos día tras día de nuevo en lo divino, si no nos incorporamos día tras día de nuevo a Cristo. ¡Qué paciencia tuvo que tener él con sus apóstoles! ¡Qué paciencia tiene que tener con nosotros! Esta paciencia divina tiene que ser el objeto esencial de nuestro equipamiento.

Acción a través de la oración

El espíritu de oración es unión a solas con Dios. Tenemos que sentirnos totalmente unidos con Dios. Sin este trato constante con Dios es impensable que podamos corresponder aunque solo sea en alguna medida a nuestra tarea en un tiempo tan difícil. Si Dios no lo hace todo a través de nosotros, si él no glorifica nuestra impotencia por su omnipotencia, si esa fuerza divina no es traída siempre de nuevo desde el cielo, entonces nuestra fe es imaginación. Nosotros no creemos ni confiamos en nuestras cualidades naturales: en ese caso, deberíamos rendir las armas. Si salimos al mundo con un audaz espíritu de fe a fin de realizar con profundidad nuestra tarea es porque creemos con sencillez que la omnipotencia de Dios es glorificada a través de nuestra impotencia. 

J. Kentenich, 1934, en

einst ein heiliges, gesegnetes Land – Friedrichroda 2, 32 ss.

  

viernes, 3 de mayo de 2024

DAR TESTIMONIO

Las familias de Milwaukee con las que el P. Kentenich se reunía regularmente los lunes por la tarde habían ofrecido una velada introductoria sobre la espiritualidad de Schoenstatt. El P. Kentenich habla al respecto al comienzo de su conferencia.

No sé si ya habrán reflexionado cómo fueron las cosas ayer por la tarde. ¿Están contentos consigo mismos? Verán, si se quiere formular un juicio sobre un acto de esa índole se pregunta, en primer lugar, a qué se aspiraba, qué se quería, cuál era el objetivo.

Aquello a lo que aspirábamos era un primer encuentro de los oyentes con Schoenstatt y, por eso, ustedes se habían predispuesto a dar simplemente un vistazo amplio y general sobre Schoenstatt, una panorámica. Está claro: tienen que presuponer que nadie lo ha comprendido por completo. Tampoco deberían esperar tal cosa. Todos y cada uno se llevaron consigo algo. (….)

O sea, el éxito para los oyentes estuvo bien. ¿En qué medida? Primero, recibieron un vistazo general. ¿Saben qué es aquello de lo que yo mismo más esperaba? De su valentía personal para profesar sus propias convicciones. Ustedes hicieron tal profesión. Antes les dije ya a menudo que el hombre actual reconoce una única Biblia: no la Biblia escrita, sino la Biblia vivida. Así fue también en su caso: ustedes profesaron vitalmente su convicción sobre Schoenstatt, y eso tiene hoy más efectos que sabe Dios qué discurso entusiasta.

           

Dejar abierto el «grifo del agua»

 

¿Y el éxito para ustedes? Primero, ustedes mismos aclararon sus pensamientos y su discurso; y, segundo, abrieron el “grifo del agua”. ¿Qué significa eso? Que, por iniciativa propia, superaron todas sus inhibiciones e intentaron expresar con palabras lo que interiormente consideran correcto.

Ahora solo tienen que procurar que el grifo no sea cerrado nuevamente. Esto fue (solamente) el comienzo. Fue solamente la “a” del abecedario. Y ahora tiene que seguir el resto de las letras, ¿no?

O sea, en resumen: pienso que estuvo bien así. Tienen que estar bien agradecidos, y eso especialmente en este tiempo, en que celebramos Pentecostés, o sea, en que el Espíritu Santo ha venido sobre nosotros. Ahora solo tienen que pensar cómo quieren continuar después.

 

Las decepciones forman parte del juego

 

Desde luego, han tenido decepciones: gente que habían invitado no acudió a la cita. ¡Yo invité a cinco matrimonios y no vino ninguno! Es así como debe ser. El pan de cada día tiene que ser la decepción. No tienen por qué tener sabe Dios cuánto éxito de inmediato. Es así: el hombre moderno, el hombre del trabajo, quiere ver siempre el éxito.

Pienso que con lo dicho, con ese éxito, deberíamos estar muy contentos. Quizá alguno tienen algo que preguntar. El Sr. Day dijo ya que no salió bien, que vio ojos apagados. Es que era un lenguaje extraño, ¿no? Si hubiesen hablado de política o de la creación de empleo, eso habría estado mejor.

Pienso que, por ese motivo, nosotros, por nuestra parte, deberíamos seguir trabajando de nuevo con valentía y empaparnos cada vez más profundamente de nuestro mundo.

 

J. Kentenich, 26 de mayo de 1958, en Am Montagabend, t. 9, 109 ss.

 

viernes, 26 de abril de 2024

TENEMOS UNA MISIÓN: Ideal de tarea

Hay que distinguir entre un ideal de personalidad y un ideal de tarea:

Ideal de personalidad

 A Dios le agradaría que mi corazón fuese más rico, que mi entendimiento fuese más claro. Allí está en primer plano mi personalidad. ¡Autosantificación!

Ideal de tarea

Allí está en primer plano mi tarea, la que Dios me ha dado. Dios me ha plasmado de este modo para una tarea que debo realizar y cumplir. Por IP (ideal personal) hemos de comprender ambas cosas. Esto es de gran importancia por la:

Interacción entre ambas

Reflexionen un poco sobre la interacción entre personalidad y tarea. Yo me educo para una tarea. Pero también soy educado a través de una tarea. En la mayoría de los casos, los adultos nos formamos más a través de tareas que de un trabajo directo sobre nuestra naturaleza. (…)

Por eso hemos de procurar tener grandes ideas, grandes tareas, grandes metas. Eso ayuda no solamente al ideal personal, sino que regula también de forma orgánica a la persona entera. Es un maestro en la educación aquel que sepa cuál de los dos ideales es el que hay que poner en primer plano. Unas veces hay que hacerlo con la tarea; después, nuevamente más con la personalidad del educando.

J. Kentenich, 1935-1936, en Der erlöste Mensch. Priesterexerzitien, 89


Ideal personal como ideal de tarea

¿Qué contenido tiene que tener mi ideal personal? (…)

Un cobijamiento personal

Tengo que estar cobijado personalmente en la persona de Dios. Fácilmente perdemos esto de vista. (…)


Cobijamiento en el plano de las ideas

De alguna manera, tiene que resonar un cobijamiento en el plano de las ideas. Tengo que estar cobijado en las cosas de Dios también en cuanto a los contenidos, sentirme en casa en el mundo vivo de las verdades y los valores de Dios.

Estando yo mismo en casa en el corazón de Dios puedo procurar que otras personas encuentren un hogar personal semejante. Estando yo mismo en casa en el mundo de los valores de Dios puedo procurar que otras personas tengan en el plano de las ideas un cobijamiento, un amor y un hogar semejantes. Allí mi ideal personal actúa e impulsa como tarea, ha pasado de ideal de personalidad a ideal de tarea. Así, mi ideal personal tiene que contener de alguna manera el amor a Dios, pero no es imprescindible que Dios esté en la formulación. Habido santos que tuvieron una vivencia tan profunda de las almas de l purgatorio o del ángel custodio que encontraron allí el trampolín para saltar hacia el mundo sobrenatural. En las palabras que ellos escogieron resonaba todo el mundo sobrenatural. Así, Dios no tiene por qué estar presente como expresión verbal en el ideal personal, pero sí resonar y escucharse vivencialmente.

J. Kentenich, 1936-1937, en

Der heroische Mensch. Priesterexerzitien, 53

 



viernes, 12 de abril de 2024

ESCUCHAR LA VOZ DE LA CONCIENCIA

Tengo que advertirles de que hoy en día muchísimas personas están psíquicamente y, por eso, también físicamente enfermas. ¿Saben por qué? Porque tienen muchas impresiones no digeridas y porque no pueden con su sentimiento de culpa. (…) Si de alguna manera no hemos seguido nuestra conciencia, entonces salta en nosotros una voz que nos reprocha, Es la voz de la conciencia. (….)

La mayoría de las personas reprimen esa voz. Y ¿cuál es la consecuencia? Si me permiten utilizar una imagen: es casi como si sobre el fondo de mi alma se depositara una capa peculiar. (….) Una capa aislante. Es algo que se pega a mi alma y que no puedo superar. Si no la arranco, Dios no puede llegar hasta mi alma. Y todo lo demás que hago durante el día se pega como capa aislante, pero no entra en el alma. Es decir: reprimo mi sentimiento de culpa y mi consciencia de culpa. Y la consecuencia es que Dios no llega hasta la sustancia de mi alma. (….)

 Comprenderán, pues, qué importante es el cultivo cuidadoso del sentimiento de culpa en nosotros. Hasta el fin de nuestra vida tenemos que luchar. No deben pensar que, estando en nuestro cuerpo mortal, podamos evitar toda falta y todo pecado: eso no es posible. Hasta el fin de la vida tenemos que luchar con la naturaleza. Y, mal que nos pese, hasta el fin de nuestra vida tenemos que contar con que, totalmente de improviso, nos vemos sorprendidos por algún ataque – sea desde fuera o desde dentro -, aun cuando nos hayamos hecho mayores y todas las pasiones comiencen ya a callar un poco.

¿Qué ha dicho el apóstol Pablo? “A los que aman a Dios todo les sirve para el bien” (Rom 8,28), incluso ese pecado. ¿Qué tengo que hacer, pues, para que me sirva para el bien?

 

No extrañarme

De todas las tentaciones y dificultades. […] Si me extraño, ¿qué significa? Eso demuestra que no conozco mi naturaleza. A lo sumo me extraño de que eso no sea aún peor. […]

No desconcertarme

[sino considerar evidente que los seres humanos somos capaces de todo.]

No desanimarme

[eso obstaculiza un nuevo comienzo].

No rendirme

[no afincarme en las debilidades].


A los que aman a Dios todo les sirve para el bien: también las pasiones excitadas. ¿Dónde reside aquí el bien? En estar desprendido de mí mismo y totalmente entregado a Dios. Entonces estaré por encima de todas las copas de los árboles. (….) Entonces seguiré siendo interiormente un hombre libre. Se me podrá arrebatar el honor, se me podrá privar de mi patrimonio – (que mi verdadero patrimonio es) ¡mi Dios y mi todo! – Entonces tendré una posición firme.

Ese es el mejor de los medios para preservarse de trastornos nerviosos y, cuando ya hay trastornos nerviosos, para superarlos con el tiempo.

 

J. Kentenich, 4 de junio de 1956, en Am Montagabend, t. 2, 276 ss.

  

viernes, 5 de abril de 2024

RENOVARSE PERIÓDICAMENTE

RENOVACIÓN ESPIRITUAL Y CONFESIÓN

Una «renovación espiritual» sirve para arrojar una mirada retrospectiva al mes pasado y hacer una prospectiva del mes siguiente, y constituye una reorientación de la vida y aspiraciones personales.

¿Cómo podemos procurar, como  schoenstattianos, que nuestra familia se convierta realmente en la fuente de la educación para nosotros y para nuestros hijos?

Desde luego, ahora tendrán que decir de nuevo: también necesitamos nosotros renovarnos. En otras agrupaciones de la Familia (de Schoenstatt) – en la que hay una aspiración especial – tenemos la costumbre de realizar mensualmente una suerte de renovación espiritual. ¿Qué significa eso? Que, por lo menos, una vez al mes nos reunimos en la familia y hacemos un examen de conciencia: ¿seguimos manteniendo todavía (….) lo que ahora hemos aprendido?

 

J. Kentenich, 4 de mayo de 1964, en

Am Montagabend, t. 30, 79

Repostaje mensual: la renovación espiritual

 

En la Familia de Schoenstatt existe muchas veces la costumbre de realizar cada mes una suerte de renovación espiritual, que hacemos solos: ustedes no necesitan contar con extensas pláticas. Es un día en el que se hace una retrospectiva: ¿qué he alcanzado, qué ha logrado la educación y qué tenemos que hacer en el próximo mes?

Si ustedes toman ahora en serio el living shrine (santuario vivo), yo podría imaginarme que se sentirán realmente impulsado a averiguar juntos, cada mes: ¿cómo están las cosas con esos objetivos de la educación? Es evidente que, entonces, notaremos pronto: yo no puedo educar a mis hijos a esos ideales si no aspiro yo mismo a ellos. (….) Ahora, si el papá y la mamá quieren hacer juntos una suerte de renovación espiritual, dependerá de que se digan, una y otra vez: ¿nos hemos convertido más y más, por ejemplo, en un reino de amor? Es decir, ¿es el amor el lazo que nos une a todos – el esposo y la esposa, los padres y los hijos -?

En segundo lugar, según sea: si podemos decir que hemos crecido, entonces tenemos que estar agradecidos; si tenemos que decir que todavía falta, entonces cabe preguntarse: ¿qué tenemos que hacer? La respuesta es: renovar la alianza de amor.

J. Kentenich, 13 de enero de 1964, en

Am Montagabend, t. 29, 209. 215

Si han reflexionado sobre todos […] los pensamientos, encontrarán que, en lo esencial, son tres los sentimientos que quieren mover y tocar el alma.

1.  En primer lugar, será probablemente el sentimiento de gratitud.

2.  En segundo lugar, puede ser el sentimiento de arrepentimiento. ¿Comprenden por qué arrepentimiento? Si reconocemos que habríamos podido hacer más, crecer más, crecer más profundamente.

3.  Y después, en tercer lugar, el propósito: el año [mes] próximo queremos esforzarnos aún más por realizar el plan de la Providencia divina en todas direcciones.

 

J. Kentenich, 30 de diciembre de 1963, en Am Montagabend, t. 29, 200

 

viernes, 29 de marzo de 2024

JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos, Señor Jesús, … que has muerto por nosotros en la cruz.


Ahora estás suspendido
entre cielo y tierra
para que surja una nueva creación de amor.
Tú, el Dios Omnipotente,
estás allí tan inefablemente pobre,
porque tu amor es tan hondo y es tan cálido.

Para conducirnos rápido y seguros hacia ti,
moribundo nos quieres regalar tu Madre:
"¡Ahí tienes a tu Madre!"
"¡Ahí tienes a tu hijo!"
Así resuenan tus palabras desde la cruz,
tu trono de Rey.

Los hombres que se aferran a sus bienes,
a sus posiciones que fácilmente desplazan
la verdadera imagen de Dios,
ellos te clavan
al madero del desamparo y la ignominia,
el que con fuerza sacude y despierta las conciencias.

Aquellos que prescinden de María,
Quien, según el plan del Padre,
siempre debe estar junto a ti,
no comprenden
la plenitud de tu Obra,
no captan la totalidad de su fuerza y de su luz.

Mirar con amor tu cruz me sirva cada vez
para no confiar más
en el dinero y en los bienes materiales,
y poder así con facilidad, entregarme totalmente
a ti y a María Madre,
con el corazón y el, pensamiento.

Por ti, Señor Jesús, con María, tu Madre y Esposa,
la que vence la Serpiente pisando su cabeza,
concédenos ser, en el Espíritu Santo,
instrumentos del Padre,
para construir aquí en la tierra
su Reino de Amor. Amén.

Del Via Crucis del ‘Hacia el Padre’, pág. 102/103 

viernes, 22 de marzo de 2024

RENOVARSE PERIÓDICAMENTE

RENOVACIÓN ESPIRITUAL Y CONFESIÓN

Una «renovación espiritual» sirve para arrojar una mirada retrospectiva al mes pasado y hacer una prospectiva del mes siguiente, y constituye una reorientación de la vida y aspiraciones personales.

¿Cómo podemos procurar, como  schoenstattianos, que nuestra familia se convierta realmente en la fuente de la educación para nosotros y para nuestros hijos?

Desde luego, ahora tendrán que decir de nuevo: también necesitamos renovarnos. En otras agrupaciones de la Familia (de Schoenstatt)  - en las que hay una aspiración especial – tenemos la costumbre de realizar mensualmente una suerte de renovación espiritual. ¿Qué significa eso? Que, por lo menos, una vez al mes nos reunimos en la familia y hacemos un examen de conciencia: ¿seguimos manteniendo todavía (….) lo que ahora hemos aprendido?

J. Kentenich, 4 de mayo de 1964, en

Am Montagabend, t. 30, 79

Repostaje mensual: la renovación espiritual

En la Familia [de Schoenstatt] existe muchas veces la costumbre de realizar cada mes una suerte de renovación espiritual, que hacemos solos: ustedes no necesitan contar con extensas pláticas. Es un día en el que se hace una retrospectiva: ¿qué ha alcanzado, qué ha logrado la educación y qué tenemos que hacer en el próximo mes?

Si ustedes toman ahora en serio el living shrine (santuario vivo), yo podría imaginarme que se sentirán realmente impulsados a averiguar juntos, cada mes: ¿cómo están las cosas con esos objetivos de la educación? Es evidente que, entonces, notaremos pronto: yo no puedo educar a mis hijos a esos ideales si no aspiro yo mismo a ellos. (….) Ahora, si el papá y la mamá quieren hacer juntos una suerte de renovación espiritual, dependerá de que se digan, una y otra vez: ¿nos hemos convertido más y más, por ejemplo, en un reino de amor? Es decir, ¿es el amor el lazo que nos une a todos – el esposo y la esposa, los padres y los hijos - ?

En segundo lugar, según sea: si podemos decir que hemos crecido, entonces tenemos que estar agradecidos; si tenemos que decir que todavía falta, entonces cabe preguntarse: ¿qué tenemos que hacer? La respuesta es: renovar la alianza de amor.

J. Kentenich, 13 de enero de 1964, en

Am Montagabend, t. 29, 209. 215

Si han reflexionado sobre todos […] los pensamientos, encontrarán que, en lo esencial, son tres los sentimientos que quieren mover y tocar el alma.

1.  En primer lugar, será probablemente el sentimiento de gratitud.

2.  En segundo lugar, puede ser el sentimiento de arrepentimiento. ¿Comprenden por qué arrepentimiento? Si reconocemos que habríamos podido hacer más, crecer más, crecer más profundamente.

3.  Y después, en tercer lugar, el propósito: el año [mes] próximo queremos esforzarnos aún más por realizar el plan de la Providencia divina en todas direcciones.

 

J. Kentenich, 30 de diciembre de 1963,

 en Am Montagabend, t. 29, 200