La espiritualidad de instrumento — Desasimiento total
Desde este punto de vista se comprende por qué un
instrumento que obra con libertad (como en este caso el ser humano en cuanto animal
rationale), en virtud de su carácter de instrumento ha de luchar seriamente
por un desasimiento total de sí mismo, sobre todo de su enferma voluntad
propia. Porque donde hay una voluntad caprichosa, el instrumento cesa de estar
unido a la causa principalis y ya no se deja guiar por ella hacia todas
las tareas y metas para la cual dicha causa principalis lo ha previsto y
lo quiere usar.
Para nosotros Dios es y sigue siendo siempre la causa
principalis. Para estar continuamente a disposición suya como sus
instrumentos, luchamos por todos los medios por alcanzar una santa indiferencia
ante todo lo creado. Esa santa indiferencia sólo se puede alcanzar mediante un agere
contra o bien mediante una disposición positiva general a asumir las
dificultades, incluso las máximas, tal como se expresa en la inscriptio y se
pone en práctica en la vida cotidiana, cuando abrazamos y sobrellevamos la cruz
y los sufrimientos no sólo con paciencia sino también con alegría, cuando
acogemos con amor los desprecios, cuando amamos concretamente la cruz.
Cultivando con seriedad la inscriptio, nos vaciamos de
nosotros mismos y así estamos en condiciones de ser colmados por Dios, a fin de
que él nos utilice para sus metas. Todo lo que nos impida en nuestra obra de
vivir y trabajar fundados en la inscriptio, nos desprende y separa en la misma
medida de Dios, obstaculiza el flujo de su fuerza y de su gracia hacia el
instrumento y el "sí" pleno e ilimitado a sus objetivos.
Nuestra voluntad caprichosa, el escollo más grande para
nuestro carácter de instrumentos, sólo puede ser vencida por una obediencia
perfecta y signada por el amor. De ahí la importancia y el lugar que ocupa la
obediencia en el marco de la espiritualidad de instrumento. Así se comprenderá
por qué nosotros ponemos un énfasis tan extraordinario en esa obediencia
familiar: una vez que pasamos a ser miembros e hijos de la Familia por el
compromiso de perseverar, integramos a la Familia esa obediencia familiar como
único vínculo jurídico.