viernes, 5 de diciembre de 2025

DESASIMIENTO TOTAL - 2 - Vinculación total

Nos desprendemos de toda voluntad caprichosa, de todo egocentrismo del corazón para entregarnos por completo a Dios y sus deseos, tal como éstos se nos manifiestan en el deseo y voluntad de la Iglesia y de nuestros superiores, en las instrucciones de nuestras santas constituciones y usos. Con razón no nos apegamos a una única tarea en cuanto tal, trátese de la adoración, de la educación y docencia dentro o fuera de la Familia, la pastoral parroquial o atención de las familias, confección de vestimentas sagradas, labores literarias o artísticas, trabajo en la diáspora o en las misiones. Nuestra íntima ley de vida es y sigue siendo la ley del amor, que en todo momento da prueba de su eficacia y autenticidad mediante un perfecto espíritu de obediencia y un perfecto cumplimiento de la obediencia.

El instrumento libre, por ser instrumento, necesita de la fuerza y gracia del Dios vivo que quiere utilizarlo. Por eso se empeña siempre por un duradero y profundo desposorio entre las propias y débiles fuerzas que Dios le dio, y la gracia de Dios. Cuando este desposorio alcanza un determinado grado, puede decir, con san Pablo: "Todo lo puedo en aquel que me da fuerzas".

De ahí se explica la inclinación del instrumento libre a la oración y a la recepción de los sacramentos. Éste es el cimiento de la inconmovible certeza de la victoria que tiene el instrumento perfecto. San Agustín dice con acierto: Quien ame el rostro del omnipotente no temerá el rostro de los poderosos de este mundo. Una profunda sabiduría de vida se esconde en los dichos: "La oración tiene un brazo largo" o bien: "El hombre unido a Dios es la potencia más fuerte, es el partido más poderoso". Desde el punto de vista de la instrumentalidad comprendemos también las palabras del Señor: "El que me envió está conmigo y no me deja solo, porque yo hago siempre lo que le agrada".

El instrumento enviado por Dios y utilizado por Dios aúna, de manera admirable, confianza y actividad propia, humildad y generosidad. En razón de la unión a Dios continua y vigorosa, es un maestro y héroe de la confianza, de la valentía y de la generosidad. Dios lo creó libre y con capacidades propias. Por eso no se cansa de poner esas capacidades al servicio de Dios. Al realizar exitosamente su tarea mantiene la conciencia de que Dios es la causa principalis, y él mismo ha sido sólo una causa instrumentalis. En toda circunstancia, incluso al cosechar grandes éxitos, permanece silenciosamente conforme y a la vez hondamente humilde. Porque sabe qué es lo que tiene que atribuir a sí mismo y qué a Dios. Faltas y pecados no lo desalientan: son sólo "malezas en el jardín personal". Más bien lo impulsan a arrojarse nueva y más profundamente a los brazos de Dios, a desposar la debilidad propia con la fuerza y la gracia de Dios y, de ese modo, revitalizar la conciencia de ser instrumento.

(Continuará)

viernes, 28 de noviembre de 2025

DESASIMIENTO TOTAL

 

La espiritualidad de instrumento — Desasimiento total

Desde este punto de vista se comprende por qué un instrumento que obra con libertad (como en este caso el ser humano en cuanto animal rationale), en virtud de su carácter de instrumento ha de luchar seriamente por un desasimiento total de sí mismo, sobre todo de su enferma voluntad propia. Porque donde hay una voluntad caprichosa, el instrumento cesa de estar unido a la causa principalis y ya no se deja guiar por ella hacia todas las tareas y metas para la cual dicha causa principalis lo ha previsto y lo quiere usar.

Para nosotros Dios es y sigue siendo siempre la causa principalis. Para estar continuamente a disposición suya como sus instrumentos, luchamos por todos los medios por alcanzar una santa indiferencia ante todo lo creado. Esa santa indiferencia sólo se puede alcanzar mediante un agere contra o bien mediante una disposición positiva general a asumir las dificultades, incluso las máximas, tal como se expresa en la inscriptio y se pone en práctica en la vida cotidiana, cuando abrazamos y sobrellevamos la cruz y los sufrimientos no sólo con paciencia sino también con alegría, cuando acogemos con amor los desprecios, cuando amamos concretamente la cruz.

Cultivando con seriedad la inscriptio, nos vaciamos de nosotros mismos y así estamos en condiciones de ser colmados por Dios, a fin de que él nos utilice para sus metas. Todo lo que nos impida en nuestra obra de vivir y trabajar fundados en la inscriptio, nos desprende y separa en la misma medida de Dios, obstaculiza el flujo de su fuerza y de su gracia hacia el instrumento y el "sí" pleno e ilimitado a sus objetivos.

Nuestra voluntad caprichosa, el escollo más grande para nuestro carácter de instrumentos, sólo puede ser vencida por una obediencia perfecta y signada por el amor. De ahí la importancia y el lugar que ocupa la obediencia en el marco de la espiritualidad de instrumento. Así se comprenderá por qué nosotros ponemos un énfasis tan extraordinario en esa obediencia familiar: una vez que pasamos a ser miembros e hijos de la Familia por el compromiso de perseverar, integramos a la Familia esa obediencia familiar como único vínculo jurídico.

 

viernes, 21 de noviembre de 2025

LA ESPIRITUALIDAD DEL INSTRUMENTO

La espiritualidad de instrumento — Características y fecundidad

El ensayo sobre "La espiritualidad del instrumento" surge fundamentalmente de la fuente de nuestra alianza de amor, pero es asimismo fruto de la decisión del padre Kentenich del 20.01.1942 y de la experiencia concreta en el campo de concentración de Dachau. Fue escrito allí en Abril de 1944, al cabo de dos años de prisión.

El presente texto ofrece las declaraciones básicas sobre el tema de la instrumentalidad. Se lo leerá con mayor provecho teniendo en cuenta el trasfondo de la vida en el campo de concentración. Si en esas experiencias límites que ponen en riesgo su vida, el ser humano no se desprende de lo terrenal y se pone totalmente en manos de Dios y se deja guiar por él, difícilmente logre sobrevivir conservando su equilibrio psicológico. Y justamente merced a esa vivencia de desasimiento de lo terreno y abandono en Dios, el hombre crece en grandeza humana e íntima seguridad. Dios mismo y su gracia triunfarán en su vida.

El texto ha sido tomado del ensayo escrito en Dachau en 1944: "Espiritualidad mariana del instrumento", Vallendar-Schönstatt, 1974, p. 3-8,28-31 y 34-39.

 

En primer lugar algunos pensamientos sobre la instrumentalidad o sobre el carácter instrumental de nuestra espiritualidad en cuanto forma de vida. Desde este punto de vista la espiritualidad instrumental posee seis cualidades:

1. Desasimiento total,

2. vinculación o entrega total,

3. alto grado de disposición al compromiso o bien incansable espíritu de conquista,

4. carácter de expresa parusía o aparición,

5. seguridad liberadora,

6. gran fecundidad.

Para comprender cabalmente estas cualidades, recuérdese que, por esencia, un instrumento presupone siempre una persona que lo utilice, presupone que sea eficaz en razón de esa causa principalis efficiens, y que concentre todas sus fuerzas y capacidades en la consecución de un objetivo determinado por la causa principalis y hecho suyo por la causa instrumentalis (cuando ésta es un ser dotado de razón y libre albedrío). Así pues se habla con razón de un instrumentum conjuctum, vale decir, conjunctum totaliter in quantum fieri potest cum causa principali: un instrumento unido a la causa principalis de la manera más perfecta posible.

(Seguirá la próxima semana)

  

viernes, 14 de noviembre de 2025

Desvelar el misterio de la santísima Virgen

El administrador de este ‘Blog del Padre’ se esfuerza, con la publicación de los textos del Padre Kentenich, en dar a conocer la figura de nuestro Fundador, su pensamiento, su vida y misión. Esto no impide su aceptación y conformidad personal con la doctrina de la Iglesia.

En su alocución del 9 de noviembre desde el balcón del Vaticano el Papa León dijo entre otras cosas lo siguiente:

"Como el Evangelio nos recuerda en el episodio de la purificación realizada por Jesús en el templo de Jerusalén, el verdadero santuario de Dios es Cristo muerto y resucitado. Él es el único mediador de la salvación, el único Redentor", proclamó el Papa en la alocución del Angelus en la misma semana que se ha generado un intenso debate sobre el título de "corredentora" para María, que Doctrina de la Fe desaconseja vivamente en su documento Mater populi fidelis.”

Recordé al leerlo lo que nuestro Fundador dijo cuando celebró sus 73 años de vida en Milwaukee. Se puede leer en el libro “Con María hacia el nuevo milenio”. Dice así:

 

 “Quizás la declaración sobre sí mismo más íntima y amplia del padre Kentenich se halle en la siguiente cita breve. Ha sido tomada de una alocución pronunciada en Milwaukee, en el "Santuario del exilio", cuando el padre Kentenich celebraba sus 73 años de vida. Considerando las circunstancias penosas ligadas a su nacimiento, estas palabras arrojan tanto más luz sobre su convicción, madurada en la fe y a lo largo de los años, de haber sido llamado desde el seno materno para anunciar al mundo el "misterio de María".

El texto se halla en "Mit María ins neue Jahrtausend. Ausgewählte Texte zur Sendung der Gottesmutter" (Con María hacia el nuevo milenio. Textos escogidas sobre la misión de la santísima Virgen) (editado por G. Boll y otros) Vallendar - Schoenstatt, 2000, pp. 153- 154).

En las últimas semanas hemos escuchado en varias oportunidades las palabras que Dios le dirigiera al profeta Isaías: "Antes de formarte en el vientre te elegí, y te llamé por tu nombre: mío eres tú". Palabras que se adecuan perfectamente a este día, a esta celebración que hoy nos reúne en el santuario. ¿Qué significa: "Te llamé por tu nombre: mío eres tú"? En primer lugar, que Dios me llamó a la vida. Creemos que Dios hoy, hace 73 años, habló así. Dijo: te saqué de la nada y te di la vida. Hace 73 años me llamó por mi nombre y me dijo: mío eres tú. Me dijo: mío eres tú con tu originalidad y tu misión original…

Si le preguntásemos a san Pablo cuál fue su misión, nos respondería: se me dio la misión de anunciar al mundo el misterio de Cristo, de Cristo el Redentor, el Mediador, la Cabeza del Cuerpo Místico. Espontáneamente preguntamos ahora cuál es la misión que se me encomendara a mí hace 73 años. Teniendo en cuenta lo que dijimos de san Pablo, me permito decir: mi misión fue y es anunciar al mundo el misterio de la santísima Virgen. Mi labor es proclamar a la santísima Virgen, darla a conocer a nuestra época como la colaboradora permanente de Cristo en toda la obra de redención, como la corredentora y mediadora de las gracias; la santísima Virgen, en profunda biunidad con Cristo y con la misión específica que ella, desde su santuario, tiene para nuestro tiempo.” Hasta aquí las palabras de nuestro Padre Fundador.

 Kentenich Reader, Tomo 1, pág. 81

 


sábado, 8 de noviembre de 2025

MARÍA, CORREDENTORA Y MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS

Nuestro Padre fundador nos explica en una de sus conferencias del año 1952 la tarea de la Santísima Virgen en el orden de la salvación del género humano. Dice así:

“¿Cuál es entonces, mi tarea personal y la de todos nosotros? Queremos resolver problemas. Mi tarea es mostrarles a la Virgen María como la gran señal, así como Dios la pensó desde la eternidad y tal como nos la reveló. La imagen es tan universal y hermosa que no se puede agotar en un par de conferencias.

a. Ahora les recuerdo que María es la colaboradora permanente del Señor en la economía de la salvación. ¿Qué significa colaboradora permanente? Ella ayudó a Cristo en la encarnación, cuando era niño y bajo la cruz. Su ser, con todas sus fibras, indica siempre hacia Cristo, hacia la entrega a Cristo y a su obra. Quien se entrega a María cae en una cascada de Cristo. ¿Pueden imaginarse una catarata? Si yo quiero al papá y a la mamá entro también en el orden sobrenatural. No hay nada que nos lleve tan rápidamente a Dios como la entrega a María. Es caer en un remolino, en un remolino de Cristo, del Padre, de la santísima Trinidad. Primero tengo que amar a María y entonces recibiré también la comprensión para captar la proposición de solución que Ella me ofrece.

b. Quisiera nombrarles un segundo punto. María es la gran aplastadora de la serpiente. ¿Qué significa ello? ¿Quién debe aplastar la cabeza del demonio? La Virgen María, es la misión de María.

c. Ella es la educadora del pueblo. ¿De qué nos sirven los grandes congresos convocados en la tierra, si no se ejecuta un trabajo acucioso y concreto en la educación? Entonces sólo con grandes movimientos de masas, sin sentido. ¿A quién pensó Dios como la gran educadora? A la santísima Virgen. ¡He ahí a tu Madre! Ser madre significa ser educadora, no sólo concebir y dar a luz. Allí donde se levantan santuarios de Schoenstatt, María está actuando como la gran educadora.

d. ¿Cómo es, entonces, la imagen de María? Ella es la corredentora y la medianera de todas las gracias. Está entre Dios y nosotros. Está de nuestra parte y también de parte de Dios. Quisiera desarrollar un poco este punto de vista.

El propósito perseguido es siempre la solución de nuestros problemas. Quiero demostrarles hasta qué punto la santísima Virgen está de nuestra parte.

Ella es garante y la representante de lo auténticamente humano. Allí encontramos situaciones en las que Jesús se da con una inaccesibilidad divina. Cristo, Hombre-Dios trata a su Madre con una inaccesibilidad divina, no humana. Y la santísima Virgen es tan humana, como cualquier mujer noble. Por eso es la representante de lo humano. Ella es también la mujer que ha probado todas nuestras aflicciones. Ella es la garante porque tiene voz y voto en el consejo de la santísima Trinidad —humanamente dicho— para que el buen Dios sea "algo más humano" en el gobierno del mundo. Espero que comprendan bien lo que estoy diciendo. Es mejor si tomamos un solo pensamiento: María es la garante y la representante de lo auténticamente humano:

a. en su desarrollo espiritual

b. en nuestro desconcierto espiritual. Las incomprensiones, los enigmas que trae la vida afligieron a la santísima Virgen con igual intensidad que a nosotros.”

Padre José Kentenich

María en la educación al servicio de otros

sábado, 1 de noviembre de 2025

LA FE EN LA MISIÓN

La alianza de amor schoenstatiana apunta en primer lugar a una profunda unión con la santísima Virgen. Ella está en el primer plano. El que se consagra a ella pasa a pertenecerle por completo; y la Madre del Señor le brinda hogar y lo educa para hacer de él un "hombre nuevo".

Esa íntima comunión no es sólo una meta para el propio crecimiento personal, sino que se pone al servicio de una tarea y una misión para el bien de los demás, para Schoenstatt, para la Iglesia y para el mundo. El discípulo ha de convertirse en apóstol. De la espiritualidad y mensaje de la alianza de amor surge naturalmente el mensaje de la fe en la misión. Y esa fe se enmarca en la instrumentalidad.

No es casual que estas categorías de nuestra espiritualidad (fe en la misión y espiritualidad de instrumento) se desarrollaran en la época de la confrontación con el nacionalsocialismo y apuntaran a alcanzar la cumbre del segundo hito de la historia de Schoenstatt: el 20 de Enero de 1942.

En el umbral de esta etapa de desarrollo del segundo hito, se halla la Segunda Acta de Fundación. De ella se ha extraído el presente texto sobre la fe en la misión.

 

- Cultiva con sumo cuidado la conciencia divina de tener una misión y de ser un instrumento.

- Es muy necesaria la acentuación de la conciencia divina de tener una misión y de ser instrumento. Así lo sabe toda persona depositaria de un conocimiento mayor del orden salvífico y de la situación de la actualidad.

- Sólo pueden intervenir más profundamente en el reino de Dios los hombres y comunidades que mantengan su clara vocación y misión. Es una norma evidente que rige desde siempre. Y prueba de ello son no sólo los sacerdotes y profetas del Antiguo Testamento sino también Jesús, los apóstoles, la opinión de la Iglesia y el sentir del pueblo católico.

- Jesús se retiraba a orar y enviaba a quien quería. Le interesaba inculcar a los suyos: "No me elegisteis vosotros a mí; yo os elegí a vosotros". Y en la oración sacerdotal dice al Padre del cielo que había custodiado a los que él les había dado.

- Los apóstoles, comenzando por san Pablo, ponen el acento en que ellos son enviados de Dios y de Cristo.

- En la teoría y en la práctica, la Iglesia se atiene a la norma de que nadie puede ser elegido ni enviado que no haya sido llamado como Aarón.

- El sentir del pueblo católico reservó los términos "misión" y "vocación" para las personas y comunidades con esa expresa misión divina.

- La situación actual nos recuerda una ley que formuló Donoso Cortez basándose en su observación de la historia del mundo y de la Iglesia: existen épocas en las cuales la Iglesia es perseguida en todos los frentes, y a pesar de empeñar todas sus fuerzas, no logra salir de las catacumbas. Y cuando la Iglesia reconoce honda y vitalmente la limitación del elemento humano en ella, aparece entonces el Dios eterno en el pináculo del templo, sopla la trompeta y se derrumban los muros de Jericó. En tales tiempos hay que estar pertrechado con la férrea convicción de tener una misión especial de parte de Dios y, por ende, de ser depositario de fuerzas divinas. De lo contrario se estará condenado desde un principio a la infecundidad, al desaliento, a la pasividad y la derrota. Sólo quien esté investido de la inconmovible confianza en esas fuerzas y misiones divinas podrá internarse en la alta y borrascosa mar de la vida.

Kentenich Reader, Tomo 2

viernes, 24 de octubre de 2025

RECONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS - en las corrientes de la época y acontecer mundial

En la conciencia de la Familia está presente, con mayor fuerza aún que la estructura del ser de las cosas, la cuarta fuente instrumental de conocimiento por la cual discernir el deseo y voluntad de Dios: las corrientes de la época y el acontecer mundial, las providencias y disposiciones en la propia vida y en la vida de la Familia. No resulta difícil demostrar cómo la Familia, en su origen y desarrollo, se nutre hasta hoy de esa fuente. Y lo hace de manera muy notable.

Hemos escuchado y declarado muchas veces que la fundación y construcción de la Familia no se apoyó en visiones ni sueños visionarios, sino lisa y llanamente en la fe práctica en la divina Providencia. Una fe que detrás de las crisis y necesidades de la época, detrás del acontecer mundial y detrás de la conducción y disposiciones en el ámbito más personal, supo ver y reconocer, siempre con claridad y nitidez, la mano paternal de Dios y el deseo de Dios. Y supo responder a ese deseo. Hablamos de la mano paternal de Dios, una mano que va atando y tejiendo, una mano bondadosa y poderosa. Por eso no nos cabe a nosotros el reproche de Jesús: "Sabéis interpretar el aspecto de la tierra y el cielo ¿cómo entonces no sabéis interpretar el momento presente? (Lc 12,56).

La base del contrato y del Acta de Fundación es el deseo y la voluntad de Dios, tal como los percibimos, con fe en la divina Providencia, en la historia de la congregación mariana. Reparemos en el pasaje que dice: "¡Cuántas veces en la historia del mundo lo pequeño e insignificante fue la fuente de cosas grandes, magníficas! ¿Por qué no habría de suceder lo mismo en nuestro caso? A quien conozca el pasado de nuestra congregación no le resultará difícil creer que la divina Providencia tiene un designio especial para con ella". En los albores de la historia de nuestra Familia no está por lo tanto el hombre, sino Dios; no la voluntad humana sino el plan y el deseo de Dios. El pequeño hombre trató y trata de descubrir respetuosamente los planes de Dios y hacerlos suyos.

Desde entonces existe entre nosotros la costumbre, una costumbre que se fue ahondando y ampliando, de preguntarse ante todas las situaciones y acontecimientos: ¿Qué quiere Dios con esto? ¿Cuál es el plan de la divina Providencia? Somos "hijos de la guerra" a quienes se sacudió y zamarreó fuertemente; de ahí que tengamos incorporada esa pregunta hasta la médula, al punto de convertirse para nosotros casi en una segunda naturaleza. Para profundizar lo dicho léase lo que se dice en "Bajo la protección de María". Y obsérvese especialmente las frases centrales sobre la fe en la divina Providencia en el Acta de Fundación.

Quien conozca la historia y el alma de nuestra Familia, sabrá que también nuestra victoriosa fe en la misión hunde sus raíces en la fe en la divina Providencia. La fe en la misión, en todos sus grados, hasta la pasión por la misión, es parte de la esencia del cristianismo, y con mucho mayor razón es parte de la esencia del sacerdocio. Por el bautismo y el orden sagrado, como también por la confirmación, se nos marca con un character indelebilis que nos sumerge de manera misteriosa y profunda en la corriente de la misión del Dios hecho hombre. Como él, así también nosotros hemos de estar apasionados por esa misión y su victoriosidad.

Que san Pablo nos sirva de ejemplo. Lo que dice san Pablo sobre su misión de apóstol deberíamos poder decirlo también de nuestra misión de cristianos y sacerdotes: vivir y actuar en alas del "missus sum". Los primeros cristianos estaban tan entusiasmados por su misión y convencidos de ella que, a pesar de su escaso número, se animaban a decir: "Somos el alma del mundo". Lamentablemente la cristiandad actual ha perdido en gran medida esta victoriosa fe en la misión. De ahí que haya tanto cansancio, tristeza, parálisis.

                                Kentenich Reader, Tomo 2