viernes, 19 de septiembre de 2025

EL SANTUARIO DEL CORAZÓN

Y una consideración final, a modo de corolario de nuestras reflexiones: cultivemos de manera similar el santuario del corazón. Suena un poco extraño, como algo en cierto sentido contradictorio. Con unilateralidad orgánica, a lo largo de los años hemos venido anunciando a Dios como el "Dios de la vida". Y ahora nos referimos al "Dios del corazón", que es también esencial para los tiempos que corren.

Recuerden lo que declararon los astronautas rusos con tono triunfal: "No hemos encontrado a Dios en ninguna parte". Lo han leído en la prensa y quizás les arrancó una sonrisa: nuestro mundo está confundido en lo que hace a las cosas del espíritu…

En un futuro lejano será un gran problema para las masas del pueblo: ¿Dónde está el cielo? Antaño nuestros abuelos se lo representaban ingenuamente: cuando llovía era porque los ángeles allá arriba derramaban la tina. El mundo está acá abajo. Se lo imaginaban todo. ¿Dónde estaba el cielo? Siempre "arriba"; "abajo" está el infierno. Hay que entender estas cosas.

Pero Dios permite que la Iglesia sea zarandeada. Esto es un serio problema para el pueblo. Nosotros quizás no sentimos la conmoción porque estamos sólidamente formados en dogmática, pero la masa del pueblo sufre esa agitación. Cuando se aplaque la tempestad, cuando se pueda reflexionar sobre la revolución ideológica que cunde por el mundo de hoy, verán qué grave es la situación. ¿Dónde está en realidad el cielo? Respuesta: mi alma en gracia es el cielo para mí, es el cielo para el Dios Trino.

Hasta ahora nos hemos anticipado en todo a nuestra época, porque Dios nos regaló la gracia de leer sus deseos y voluntad en el acontecer del tiempo. Y en este tema nos está hablando nuevamente el tiempo. Porque se trata de nuevos problemas que están surgiendo. Trabajemos por lo tanto en nuestra educación a fin de que todos nos experimentemos mucho más fuertemente como una iglesia de la Trinidad, como un santuario de la Trinidad. De ahí la importancia de que en nuestros santuarios tengamos ahora un símbolo de Dios padre, o la paloma como símbolo del Espíritu Santo. Pero no olviden que para nosotros el símbolo clásico del Espíritu Santo ha sido hasta hoy la santísima Virgen. Pero no me detendré ahora en este punto.

Nuestro corazón es entonces un santuario de la Trinidad. Ahora sólo tenemos que contemplar nuestros santuarios en su relación con la santísima Virgen.

Desde el comienzo la santísima Virgen fue para nosotros la balanza del mundo. De ella parte la línea hacia el Dios Trino. Esto no fue querido así desde el principio sino algo que se fue gestando gradualmente como todas las demás cosas. Cuando considerábamos haber detectado una raíz, por modesta y delicada que fuese, siempre la cultivábamos con fidelidad. Así ocurrió con la devoción mariana, más allá de su encuadramiento dogmático. Cuando contemplo este proceso desde el punto de vista sociológico y psicológico, debo decir: la santísima Virgen es la balanza del mundo. He aquí un núcleo, una raíz. En ella el más allá y el más acá se unen ejemplarmente de acuerdo con la ley de los casos preclaros. Observen con qué rapidez surgieron en nosotros estas formulaciones. No son fruto de cálculo humano, sino de lo que Dios ha ido señalando a través del tiempo y del orden mundial.

¿Qué significa entonces ser un pequeño templo de la santísima Trinidad? Mi santuario, nuestro santuario, tiene que convertirse también en un pequeño templo de la Trinidad. Si somos un pequeño templo de la Trinidad, en nuestro corazón llevaremos a toda la Iglesia, a todo el orden salvífico. Dicho concretamente, esto significa estar habitado por la Trinidad y entregado a la Trinidad.

 

viernes, 12 de septiembre de 2025

LOS SANTUARIOS FILIALES

Construyamos el santuario… Me referiré primeramente a la construcción de los santuarios filiales. ¿Por qué razones estamos convencidos de que en ellos obtenemos las mismas gracias que en el santuario original? ¿Qué condiciones tenemos que cumplir y qué frutos podemos esperar a la hora de poner tan fuertemente en primer plano los santuarios filiales?

Para nuestros extranjeros era muy difícil carecer de santuarios filiales. Piensen en Chile, Brasil… ¡Qué importante es el santuario, especialmente para los latinos que tienen una disposición tan marcada para lo sensible! Resulta difícil introducir a alguien al mundo de Schoenstatt apelando sólo a la exposición de ideas. De ahí pueden inferir la importancia crucial que revistió nuestra espiritualidad de los santuarios filiales.

Entre las hermanas que llegaban al extranjero provenientes de Alemania había una tácita inquietud. Fue solucionada construyendo los santuarios filiales de modo que, en lo posible, fuesen idénticos al original: así se facilitó en ellos la vivencia de hogar por asociación al santuario original.

En Milwaukee me visitaban schoenstatianos procedentes de los cuatro puntos cardinales. En Milwaukee había un santuario filial. Yo me alegraba mucho al escuchar que mis visitantes decían: "¡No hay diferencia! ¡Es como si estuviéramos en casa!"

Asemejamiento e incorporación al santuario original

Ésta fue también la razón de por qué siempre mantuvimos la consigna: en lo posible, asemejarse al santuario original, pero también incorporarse a él. ¿Qué significa asemejamiento? Que todo lo externo sea igual. ¿E incorporación? Que nos integremos a la misión del santuario original. Hay que designar a los procesos de vida siempre con los mismos términos. Con el paso del tiempo debemos desarrollar esa maestría, porque nos infundirá seguridad en cuanto a los principios metafísicos. Vale decir entonces que no sólo hay que lograr un asemejamiento e incorporación a la cabeza sino también un asemejamiento e incorporación al lugar. Quien no tenga por naturaleza facilidad para lo metafísico aprenderá por esta vía a reflexionar en profundidad las ideas y exponerlas con pocas palabras.

Kentenich READER, Tomo 2

viernes, 5 de septiembre de 2025

SCHOENSTATT Y SU SANTUARIO: un lugar de gracias

La comunicación entre Dios, puro espíritu, y el ser humano, un ser ligado a la materia, constituye un tema fascinante. Por "comunicación" no sólo se entiende una percepción intelectual sino también un intercambio integral de vida que incluye los sentidos y la afectividad, y apunta a entrelazar con la mayor perfección posible la naturaleza y la gracia.

Cumbre y punto nodal es el Dios hecho hombre, la palabra de Dios hecha carne. En el camino de la historia que lleva hacia esa cumbre y en la continuación de dicho camino, se observan incontables iniciativas de Dios. En tales iniciativas, Dios ha unido su intervención y su gracia a determinados lugares, cosas u actos. Elocuentes ejemplos de ello son los sacramentos y los santuarios. En todas las religiones, los santuarios se enmarcan en la fe que Dios opera particularmente en determinados lugares y signos.

En el ensayo "Schoenstatt, lugar de gracias", del cual ofrecemos a continuación algunos fragmentos, el padre Kentenich enfoca la cuestión de si Dios (a través de la santísima Virgen) ha obrado y obra especialmente en el lugar de Schoenstatt y en el Movimiento surgido allí.

……

“Schoenstatt, en cuanto lugar y en cuanto organismo vivo, se consideró a sí mismo, desde el principio como una clara obra de Dios, y eso le infundió fuerza de empuje en todas las situaciones por las que pasó. La discusión en torno de Schoenstatt topa, tarde o temprano, con la pregunta crucial: ¿Se puede demostrar realmente que Schoenstatt es claramente una obra de Dios?

Hablo a la vez de lugar y organismo vivo, porque ambos están inseparablemente unidos. Nacieron y crecieron juntos; compartieron siempre un mismo destino. Lo que se dice del lugar vale igualmente para el organismo vivo.

Para quienes contemplan a Schoenstatt con una actitud crítica, los problemas que se plantean en esta área se resumen en la siguiente pregunta:

¿Puede considerarse a Schoenstatt como lugar de gracias?

[…] Una comparación con Fátima nos infunde claridad sobre el asunto. En relación con nuestra fe que Schoenstatt es una obra de Dios, voy a enfocar las fuentes de conocimiento de uno y otro lugar [Fátima y Schoenstatt].

Vivimos en una era de irracionalismo y misticismo triunfantes, en una era de debilitamiento de la fe y de la vida de fe. Especialmente en tiempos como éstos, existen muchas personas que para su conversión esperan milagros y signos extraordinarios, visibles, palpables. Parece que Dios, en su bondad y sabiduría, tuvo consideración de estas personas haciendo surgir el santuario de Fátima.

Otras personas, en cambio, tienen la fuerza y la gracia de abrazar con seriedad las verdades de la fe y así asumir la vida incluso en sus situaciones más difíciles. En este sentido encuentran un sólido apoyo en Schoenstatt, porque Schoenstatt nunca se basó ni en visiones, ni en profecías, ni en milagros físicos: todo en Schoenstatt descansa en el deseo y la acción de Dios. Deseos y acción de Dios que todo cristiano que tenga fe en la divina Providencia puede discernir en la vida diaria y en el acontecer mundial. […]

Cuando llamamos "lugar de gracias" a Schoenstatt, lo hacemos en tres sentidos

Nos referimos a nuestro santuario como lugar de gracia tal como lo es toda iglesia y capilla donde se haga oración y se ofrezca el santo sacrificio. Nadie tiene nada que objetar a ello. Tampoco se objetará que consideremos a nuestro santuario como centro de un movimiento religioso que se originó allí y tiene además allí su hogar. Nuestro Movimiento lo siente como hogar en virtud de los cursos que continuamente se dictan allí, y de vivencias religiosas profundas, tanto en el plano individual como comunitario.

Estas dos interpretaciones no son el punto de ninguna objeción, por lo tanto quedan fuera de discusión. Ésta última gira solamente en torno de la siguiente pregunta: nuestro santuario ¿es como los otros lugares de gracia y de peregrinación donde la santísima Virgen "ha erigido su trono de manera especial"?

La Familia de Schoenstatt sostiene esta opinión fundándose en el Acta de Fundación y en la interpretación providencialista del desarrollo histórico del Movimiento basado en ella. El punto culminante del Acta de Fundación son las siguientes palabras:

"Me parece como si en este momento Nuestra Señora aquí, en la capilla de san Miguel, nos dijese por boca del santo arcángel: no se preocupen por el cumplimiento de su deseo. Ego diligentes me diligo. Amo a los que me aman. Pruébenme primero que ustedes me aman realmente, que asumen con seriedad su propósito. Ahora tienen la mejor oportunidad para hacerlo. En estos tiempos que corren, tan difíciles y tremendos, no crean que es algo extraordinario que se les plantee a ustedes exigencias más elevadas que las planteadas a otras generaciones, incluso que sean elevadísimas. Porque según el plan de la divina Providencia, esta guerra mundial, con sus poderosos impulsos, ha de ser para ustedes un medio auxiliar extraordinario para la obra de su santificación personal. Esa santificación personal es lo que espero de ustedes: es la armadura con la que han de revestirse, es la espada con la cual luchar por sus deseos. Ofrézcanme con esmero contribuciones para el capital de gracias: mediante el fiel, fidelísimo cumplimiento del deber y una ardiente vida de oración, adquieran muchos méritos y pónganmelos a mi disposición. Entonces me estableceré con gusto entre ustedes y repartiré en abundancia dones y gracias, y desde aquí atraeré hacia mí los corazones juveniles, educándolos como instrumentos útiles en mi mano…" (para conformar un movimiento de renovación amplio y bien estructurado)."

                                                Schoenstatt Reader, Tomo 2