viernes, 20 de junio de 2025

EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD

En la infancia y en la juventud, y en la estructura personal del fundador, observamos ya las bases de su actitud orgánica, de su orientación sobrenatural y, en ella, el descubrimiento de la misión especial de la santísima Virgen; pero también las bases de una postura pedagógica y una imagen de hombre determinadas sobre toda por la libertad y la autonomía.

De estos dos puntos de vista da testimonio el siguiente texto tomado del "Terciado de Brasil" (t. II, 222-239), dado en los meses de Febrero y Marzo de 1952, en Santa María, Brasil, para los padres palatinos de ese país. El padre Kentenich se hallaba ya de camino a Milwaukee, hacia su exilio. Esa circunstancio quizá lo motivase también a hacer más referencias a su propia vida y a sus experiencias personales en el área de la pedagogía. El texto relata desde una perspectiva autobiográfica los pasos pedagógicos del Joven Kentenich en la época de la fundación de Schoenstatt.

 

“Schoenstatt enseñó la superación del hombre masificado. Lo hizo,

• en primer lugar, como un programa,

• en segundo lugar, en la teoría,

• y en tercer lugar, en la práctica.

¿Qué significa que enseñó en la práctica cómo superar al hombre masificado? Seguramente han escuchado hablar sobre la así llamada Acta de Prefundación. En ella tienen el programa que hasta ahora fue (y será hasta el fin de los tiempos) norma de nuestra labor educativa.

Primera pregunta: ¿Cuál es el programa?

Reza así: "Bajo la protección de María queremos educarnos a nosotros mismos para llegar a ser personalidades firmes, libres y sacerdotales". Observen que es un programa de educación de sí mismo que toma como norte el ideal del hombre dotado de una verdadera libertad interior. Es un programa incomparable, grande. Se mantuvo inalterable, más allá de que en una u otra oportunidad se lo formulara con otras palabras.

Les reitero lo que ya les dijera: ser autónomos para ser capaces de actuar por nosotros mismos. De ahí que en el programa se diga además que aspiramos a educarnos a nosotros mismos a fin de actuar después en la educación. Educarse a sí mismo significa no entregarse a la masa, sino tomar uno mismo las riendas en la mano.

Segunda pregunta: ¿Cómo surgió este programa?

En primer lugar, surgió de mi propia estructura psicológica. Y aquí vale lo que en estos días les expuse como las dos formas de la misión carismática ¿las recuerdan? La forma general: el hombre nuevo en la comunidad nueva con un carácter apostólico universal. Y la otra forma: el hombre animado por el espíritu, ligado a ideales, vinculado íntimamente a la comunidad y dedicado al apostolado universal.

Les confieso que desde mi infancia fue ésta mi orientación personal fundamental. Comprenderán entonces que desde el momento en que fuera designado oficialmente educador, no haya podido hacer otra cosa que impulsar la consigna de acabar con todo formalismo. Lo que hay que formar es un hombre ligado a ideales y dedicado al apostolado universal. Acabar con todo formalismo…

[…]

Desde el principio existió en mí el deseo de formar hombres que fuesen autónomos, independientes. Para ilustrarlo me referiré a mi labor docente de aquella época; porque antes de ser director espiritual fui docente.

Y como docente, el objetivo que tuve siempre en la mira fue: conocimiento claro y autónomo, no vinculaciones materiales. El curso que se me asignó por entonces estaba atrasado en seis meses en cuanto a los contenidos de aprendizaje. Por lo tanto yo debía dar en un año los contenidos de un año y medio. Hablando humanamente, tendría que haberme puesto nervioso y aguijonear a los pobres alumnos: "¡Vamos! ¡A estudiar más y más! ¡Sin pausa!" Permítanme exponerles cómo procedí en esa oportunidad. Cuando de aprender se trata, lo importante para mí es subrayar la idea de la autonomía y de la independencia: nada puedo hacer con hombres masificados, sino sólo con personas autónomas, hombres o mujeres; con personas capaces de formarse un juicio propio y defenderlo. ¿Les parece que habría podido fundar un Movimiento de esta magnitud si hubiera procedido de otra manera, si hubiera tolerado la masificación? Les presentaré brevemente el método empleado como docente en aquellos años.

En primer lugar, ante la clase yo no tenía libro alguno en mano.

En segundo lugar, cuando daba latín y alemán, trataba de que los alumnos descubrieran las reglas por sí mismos. Tomaba mucho tiempo, pero no hay que ponerse nervioso por ello, tampoco cuando hay que dar los contenidos de un año y medio. Temo al hombre de una sola idea.

En tercer lugar, cuando yo planteaba una pregunta, y alguien no sabía contestarla, educaba a los alumnos a que ayudaran metódicamente al chico que no sabía contestar para que éste hallara la respuesta. Yo no decía: "¿Cuál es la respuesta?" sino: "A ver… tú… ayuda a tu compañero a encontrar la respuesta correcta". Así pues a menudo se planteaba toda una serie de preguntas auxiliares. Lo importante es educar en la autonomía: ¡Nada de masificación!”

Kentenich reader – Tomo 1, Págs. 37 y ss

 

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