En la infancia y en la juventud, y en la estructura personal del fundador, observamos ya las bases de su actitud orgánica, de su orientación sobrenatural y, en ella, el descubrimiento de la misión especial de la santísima Virgen; pero también las bases de una postura pedagógica y una imagen de hombre determinadas sobre toda por la libertad y la autonomía.
De estos dos puntos de vista da testimonio el siguiente
texto tomado del "Terciado de Brasil" (t. II, 222-239), dado
en los meses de Febrero y Marzo de 1952, en Santa María, Brasil, para los
padres palatinos de ese país. El padre Kentenich se hallaba ya de camino a
Milwaukee, hacia su exilio. Esa circunstancio quizá lo motivase también a hacer
más referencias a su propia vida y a sus experiencias personales en el área de
la pedagogía. El texto relata desde una perspectiva autobiográfica los pasos
pedagógicos del Joven Kentenich en la época de la fundación de Schoenstatt.
“Schoenstatt enseñó la superación del hombre masificado.
Lo hizo,
• en primer lugar, como un programa,
• en segundo lugar, en la teoría,
• y en tercer lugar, en la práctica.
¿Qué significa que enseñó en la práctica cómo superar al
hombre masificado? Seguramente han escuchado hablar sobre la así llamada Acta de Prefundación. En ella tienen el programa
que hasta ahora fue (y será hasta el fin de los tiempos) norma de nuestra labor
educativa.
Primera pregunta: ¿Cuál es el programa?
Reza así: "Bajo la protección de
María queremos educarnos a nosotros mismos para llegar a ser personalidades
firmes, libres y sacerdotales". Observen que es un
programa de educación de sí mismo que toma como norte el ideal del hombre
dotado de una verdadera libertad interior. Es un programa incomparable, grande.
Se mantuvo inalterable, más allá de que en una u otra oportunidad se lo formulara
con otras palabras.
Les reitero lo que ya les dijera: ser autónomos para ser
capaces de actuar por nosotros mismos. De ahí que en el programa se diga además
que aspiramos a educarnos a nosotros mismos a fin de actuar después en la
educación. Educarse a sí mismo significa no entregarse a la masa, sino tomar
uno mismo las riendas en la mano.
Segunda pregunta: ¿Cómo surgió este programa?
En primer lugar, surgió de mi propia estructura
psicológica. Y aquí vale lo que en estos días les expuse como las dos formas de
la misión carismática ¿las recuerdan? La forma general: el hombre nuevo en la
comunidad nueva con un carácter apostólico universal. Y la otra forma: el
hombre animado por el espíritu, ligado a ideales, vinculado íntimamente a la
comunidad y dedicado al apostolado universal.
Les confieso que desde mi infancia fue ésta mi
orientación personal fundamental. Comprenderán entonces que desde el momento en
que fuera designado oficialmente educador, no haya podido hacer otra cosa que
impulsar la consigna de acabar con todo formalismo. Lo que hay que formar es un
hombre ligado a ideales y dedicado al apostolado universal. Acabar con todo
formalismo…
[…]
Desde el principio existió en mí el deseo de formar
hombres que fuesen autónomos, independientes. Para ilustrarlo me referiré a mi
labor docente de aquella época; porque antes de ser director espiritual fui
docente.
Y como docente, el objetivo que tuve siempre en la mira
fue: conocimiento claro y autónomo, no vinculaciones materiales. El curso que
se me asignó por entonces estaba atrasado en seis meses en cuanto a los
contenidos de aprendizaje. Por lo tanto yo debía dar en un año los contenidos
de un año y medio. Hablando humanamente, tendría que haberme puesto nervioso y
aguijonear a los pobres alumnos: "¡Vamos! ¡A estudiar más y más! ¡Sin
pausa!" Permítanme exponerles cómo procedí en esa oportunidad. Cuando de
aprender se trata, lo importante para mí es subrayar la idea de la autonomía y
de la independencia: nada puedo hacer con hombres masificados, sino sólo con
personas autónomas, hombres o mujeres; con personas capaces de formarse un
juicio propio y defenderlo. ¿Les parece que habría podido fundar un Movimiento
de esta magnitud si hubiera procedido de otra manera, si hubiera tolerado la
masificación? Les presentaré brevemente el método empleado como docente en
aquellos años.
En primer lugar, ante la clase yo no tenía libro alguno
en mano.
En segundo lugar, cuando daba latín y alemán, trataba de
que los alumnos descubrieran las reglas por sí mismos. Tomaba mucho tiempo,
pero no hay que ponerse nervioso por ello, tampoco cuando hay que dar los
contenidos de un año y medio. Temo al hombre de una sola idea.
En tercer lugar, cuando yo planteaba una pregunta, y
alguien no sabía contestarla, educaba a los alumnos a que ayudaran
metódicamente al chico que no sabía contestar para que éste hallara la
respuesta. Yo no decía: "¿Cuál es la respuesta?" sino: "A ver…
tú… ayuda a tu compañero a encontrar la respuesta correcta". Así pues a
menudo se planteaba toda una serie de preguntas auxiliares. Lo importante es
educar en la autonomía: ¡Nada de masificación!”
Kentenich
reader – Tomo 1, Págs. 37 y ss
No hay comentarios:
Publicar un comentario