viernes, 7 de junio de 2024

ENGENDRANDO VIDA

Conducir la comunidad a través de una corriente de vida

Contacto vivo significa que en todos los míos hay vida. Y tengo que saber qué forma de vida hay en ellos. Se trata nuevamente de la idea que he destacado antes: cada uno de nosotros es una mina de oro. No deben comprenderlo como una frase hueca. […] Eso debo abrazarlo interiormente con fe, debo estar convencido de ello. O sea, no maldecir a todo el que no sea como yo, al que no piense como yo.

Veamos una vez más la idea de mantener un contacto vivo. Digo que en cada uno hay vida. Y, si no hay vida, habrá una predisposición para la vida. Contacto vivo significa que tengo contacto. Y no solo exterior, que no es suficiente, sino contacto con la vida: digamos, con la corriente de vida que, consciente o inconscientemente ‒apliquémoslo a nosotros mismos‒ fluye por nuestra comunidad. De este presupuesto partimos. O sea, todo se interpreta en dirección a la vida. […]

Exactamente lo mismo vale cuando hablamos de nuestra imagen de Dios: el Dios de la vida.

La vida que hay en mí ‒o sea, no en primer lugar y, sobre todo, no exclusivamente el saber‒ la vida que hay en mí debe pasar por la vida de todos aquellos con los que tengo que ver, por los que debo trabajar. Pero esa corriente de vida se alimenta a su vez por la vida de quienes están en mi comunidad. La corriente que parte de mí recoge la corriente que está en cada individuo. Y la corriente continúa de persona a persona, regresa nuevamente a mí y sigue circulando más y más.

Si lo escuchan de esa manera sencilla tiene que resultarles fácil percibir qué tan verdadero es esto en realidad. Y doblemente, porque los tipos de personas que se encienden más fuertemente por la vida podrán ser sabe Dios qué tan talentosos, pero ¿qué es lo que los enciende interiormente? La chispa de vida que salta de una persona a otra.

Esto fue probablemente lo que los oprimió un poco interiormente en la primera semana [el texto está tomado de un tiempo de formación de varias semanas]: no pasaba corriente alguna. Y a la inversa lo mismo. Si tengo sentado junto a mí a alguien y percibo que todo está seco, que «la tierra está informe y vacía» [cf. Gn 1,2], siento esa situación. ¡Qué difícil es entonces saberse y sentirse mutuamente unidos! Y ese debería ser, en realidad, el sentido de nuestra educación a la comunidad: que dejáramos circular realmente una corriente de vida a través de nosotros y que nos dejáramos impulsar por esa corriente de vida, pero también que pudiésemos ayudar a crearla. […] La corriente que hay entre nosotros debe fluir, seguir fluyendo.

Tal vez me permitan dar un tinte un poco filosófico a esta idea que he expuesto de forma tan sencilla. En tal caso debería recordar que, en lo más profundo, educar es una función generadora. Esta también es una expresión muy importante: educar significa engendrar. ¿Y qué se entiende por engendrar en el orden físico?

Si hablamos de educar, es más un engendrar en el orden espiritual. ¿Qué se entiende por generar y engendrar? […] Yo engendro vida. Pero ¿a través de qué? De la unión con mi vida. La corriente de vida que me rodea está unida con mi vida. Productio viventis [producción de un ser viviente], es decir, algo es creado por mí: vida. […]

La corriente de vida que brota de mí sigue fluyendo continuamente, se encuentra con la vida de un lado y del otro. […] Engendro en el otro la vida que actúa en mí. Pero ahora debo ser sincero: también mis cohermanos, mis subordinados, transmiten esa corriente de vida. También yo recibo vida de ellos, ellos son cogeneradores de vida. Y esto deben sostenerlo siempre para no lesionar la humildad, el respeto y la verdad.

J. Kentenich, 1963, en Ein Durchblick in Texten, t. 5, 340 ss.

 


1 comentario:

  1. Este texto lo voy a trabajar con mi equipo directivo y docentes. Es muy potente! Un abrazo, Paco!

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