Hay que distinguir entre un ideal de personalidad y un ideal de tarea:
Ideal de personalidad
Ideal de tarea
Allí
está en primer plano mi tarea, la que Dios me ha dado. Dios me ha plasmado de
este modo para una tarea que debo realizar y cumplir. Por IP (ideal personal)
hemos de comprender ambas cosas. Esto es de gran importancia por la:
Interacción entre ambas
Reflexionen
un poco sobre la interacción entre personalidad y tarea. Yo me educo para una
tarea. Pero también soy educado a través de una tarea. En la mayoría de los
casos, los adultos nos formamos más a través de tareas que de un trabajo
directo sobre nuestra naturaleza. (…)
Por
eso hemos de procurar tener grandes ideas, grandes tareas, grandes metas. Eso
ayuda no solamente al ideal personal, sino que regula también de forma orgánica
a la persona entera. Es un maestro en la educación aquel que sepa cuál de los
dos ideales es el que hay que poner en primer plano. Unas veces hay que hacerlo
con la tarea; después, nuevamente más con la personalidad del educando.
J. Kentenich, 1935-1936, en Der erlöste Mensch. Priesterexerzitien, 89
Ideal
personal como ideal de tarea
¿Qué
contenido tiene que tener mi ideal personal? (…)
Un cobijamiento personal
Tengo que estar cobijado personalmente
en la persona de Dios. Fácilmente perdemos esto de vista. (…)
Cobijamiento en el plano de las
ideas
De
alguna manera, tiene que resonar un cobijamiento en el plano de las ideas.
Tengo que estar cobijado en las cosas de Dios también en cuanto a los
contenidos, sentirme en casa en el mundo vivo de las verdades y los valores de
Dios.
Estando
yo mismo en casa en el corazón de Dios puedo procurar que otras personas
encuentren un hogar personal semejante. Estando yo mismo en casa en el mundo de
los valores de Dios puedo procurar que otras personas tengan en el plano de las
ideas un cobijamiento, un amor y un hogar semejantes. Allí mi ideal personal
actúa e impulsa como tarea, ha pasado de ideal de personalidad a ideal de
tarea. Así, mi ideal personal tiene que contener de alguna manera el amor a
Dios, pero no es imprescindible que Dios esté en la formulación. Habido santos que
tuvieron una vivencia tan profunda de las almas de l purgatorio o del ángel
custodio que encontraron allí el trampolín para saltar hacia el mundo
sobrenatural. En las palabras que ellos escogieron resonaba todo el mundo
sobrenatural. Así, Dios no tiene por qué estar presente como expresión verbal
en el ideal personal, pero sí resonar y escucharse vivencialmente.
J. Kentenich, 1936-1937, en
Der heroische Mensch. Priesterexerzitien, 53