El acto conyugal, expresión de la dignidad personal
Imágenes del
Dios Trino
Según la
Sagrada Escritura, todos somos imágenes de Dios y justamente de un Dios Trino.
He aquí el gran misterio: tres personas y un solo Dios. Y la característica de
estas tres personas consiste en la mutua apertura, en estar abiertos los unos a
los otros. El Padre se conoce a sí mismo. Y en este conocimiento tenemos al
Hijo. Padre e Hijo se funden en un tierno beso de amor. Y en este beso tenemos
al Espíritu Santo. El Dios Trino se nos revela, en su esencia, como una
comunidad.
Personalidades
firmes y abiertas al tú
Ser imágenes
del Dios Trino no sólo nos exige ser personalidades firmes, sino también estar
abiertos al tú. El sentido de lo comunitario, la apertura a la comunidad, es
asimismo parte de la esencia del ser humano. La imagen más perfecta del Dios
Trino son en realidad los esposos y concretamente los esposos en el momento del
acto conyugal. En él continúan siendo dos personas distintas, pero tan estrecha
y fuertemente unidas que la Sagrada Escritura dice que son una sola carne. Pero
son dos personas; por lo tanto en la vivencia de todo lo que está permitido en
el matrimonio no debemos descuidar la dignidad personal.
El niño,
fruto de la mutua donación
Avancemos un poco más. Somos imágenes del Dios Trino. Si consumamos el matrimonio en armonía con su auténtico sentido, es esperable entonces la llegada de un hijo como fruto de esa mutua donación. Por eso subrayábamos arriba la palabra trino. El hombre y la mujer que en calidad de padre y madre traen al hijo al mundo conforman una «triunidad».
J. Kentenich, 30.01.1961, Lunes por la tarde, Tomo 20
Muchas Gracias!!! Lindo mirar nuestra bi unidad conjugal a semejanza de la Trindade Divina!
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