Después de explicar a sus oyentes en la Jornada Pedagógica de Santiago de Chile que la fe práctica en la divina Providencia debe ser un elemento constitutivo de nuestro ser, el Padre Kentenich trae con abundantes ejemplos y una amplia explicación las características de la persona providencialista, o sea, quiere dar a sus hijos en Schoenstatt los caminos prácticos para llegar a ser ese tipo de persona. Hoy traigo al Blog sólo los enunciados de estas formas de ser, la totalidad del texto la pueden encontrar los lectores en el librito “Tiempos Apocalípticos” de la Editorial Schoenstatt, en las conferencias octava y novena de la jornada. El Padre nos dice:
“Ahora quiero entrar en detalles, darles un par de características del
hombre abierto al más allá. Tenemos que aspirar a lograr tres características
del hombre abierto al más allá: tener una visión clara, amplia y profunda; ser
audaz; y estar alegre por la seguridad en la victoria. Ahora queremos analizar
un poco las características.
Primera característica: el hombre con una visión
clara, amplia y profunda
¿Por qué el hombre providencialista siempre tiene una visión clara? Porque
gracias a su fe en la divina Providencia ve todo constantemente a la luz
divina. Él no ve las cosas sólo con los ojos naturales, tiene un nuevo órgano
visual: los ojos de Dios. Bajo esta luz, es decir, con los ojos de Dios, ve todas
las cosas de la vida diaria, las más pequeñas y las más grandes. Recordemos que
el hombre tiene tres órganos visuales, tres órganos perceptivos. El primero lo
comparte con el animal y es el ojo sensorial, el segundo lo comporte con los
ángeles y ese es el ojo de la inteligencia, el tercer órgano visual lo comparte
con Dios y ése es el ojo de la fe. ……..
Segunda
característica: el hombre audaz
Aquí hoy tres preguntas que contestar:
¿cómo es un hombre audaz? ¿Por qué es audaz? y ¿Cómo repercute en nosotros mismos?
¿Cómo es un hombre audaz? ¿Qué significa ser audaz? Tener el valor de arriesgar
algo, de decidirse y de llevar a cabo lo decidido, a pesar de todas las
dificultades. ¿Se dan cuenta de que todo lo que hemos hablado nos sirve para
sobreponernos al hombre colectivista y para formar al hombre nuevo?
Tener el valor de arriesgar algo: no
sé qué es lo que se nos hace difícil en los años de la juventud, si es el valor
de decidirse porque hay mucha oscuridad en nuestra inteligencia, o si se nos
hace difícil cumplir lo decidido.
Ambas cosas son difíciles. En Europa
también existen hombres —y cada vez más— que son muy cultos y famosos, pero que
en las cosas más simples no son capaces de tomar una decisión. Si alguien
viniera y les dijera ¡haz esto! entonces lo harían.
En general, tenemos ante nosotros
simplemente un pedazo de la historia del hombre colectivista. Debido a que hay
millones de hombres que no son capaces de decidir por sí mismos, necesitan
ansiosamente un dictador que les quite su capacidad de decisión. Sí, si nos
remontáramos a la historia del hombre colectivista tendríamos que decir: donde
la máquina entra en acción no sólo junta masas de hombres a su alrededor, sino
también a hombres-masa. Estos sencillamente no tienen el valor de tomar su destino
en las manos. Alguien lo hace por ellos, dicta en lugar de la masa y la masa lo
sigue.
Tener el valor de
decidirse: en la educación actual es de gran importancia orientarse a uno mismo
y orientar a otros a decidir por sí mismos, a asumir responsabilidades. Esto
también es válido cuando la decisión es equivocada y provoca un gran daño.
Tenemos que formar a un hombre que decida por sí mismo. Ni siquiera a los niños
hay que decirles: ¡haz esto y esto! Hay que orientarlos a que decidan y que
asuman la responsabilidad cuando se trata de pequeñas decisiones. ………
Tercera
característica: el hombre alegre porque está seguro de la victoria
Para redondear me permitiré añadir
algo acerca de la seguridad en la victoria que vive en el hombre apocalíptico.
Recordamos que hay tres grandes poderes que rigen la historia universal: Dios,
el demonio y la voluntad del hombre. Es obvio decir que, en último término,
Dios tiene que triunfar contra el demonio a pesar de todas las situaciones
externas adversas. Por eso, también resulta evidente para el hombre
providencialista que en último término la victoria debe corresponder a su
bandera, es decir la bandera de Cristo. ¡Solamente tiene que mantener viva la
conciencia de ser instrumento! ………”
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