El mes de Mayo, mes de María, concluye con el domingo en el que celebramos la Ascensión del Señor al cielo. Oiremos en la celebración de la liturgia de ese día las palabras que Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.” Son palabras que no han perdido actualidad. El Padre Kentenich animó siempre a sus hijos espirituales a que confiaran en el poder de la alianza de amor con la santísima Virgen para hacer presente a Cristo en el mundo de hoy. Ella será la que alumbre de nuevo a Cristo en nuestro tiempo. En una conferencia a los Padres de Schoenstatt del año 1963 dijo lo siguiente:
“Varios son los puntos de partida que podría tomar para el tratamiento del
tema. Por ejemplo, la idea de un "tiempo novísimo" al que hace
referencia Romano Guardini. En la historia de la humanidad se podría así
distinguir la Antigüedad, la Edad Media, la Modernidad y los "novísimos
tiempos". Vivimos en tiempos marcados por un corte tajante de época por lo
que uno, sencillamente, se cree con todo el derecho de hablar de un
"tiempo novísimo".
Sí; vivimos en una época en la cual esperamos una nueva iniciativa divina
luego de que el demonio ha tomado ya su diabólica iniciativa. Doy por sabido a
qué nos referimos con ello. En efecto, Dios tiene que tomar una nueva
iniciativa. Este es uno de mis pensamientos favoritos. La historia, la historia
de salvación, se repite. La historia de salvación comenzó con el nacimiento y
el "sí" de María. Para que el mundo actual vuelva a reencontrarse con
Cristo, la santísima Virgen debe volver a dar a luz a Cristo. Y nuevamente
supongo que ésta es también la convicción de ustedes.
Pero si ustedes meditan o intercambian sobre el tema, es necesario
fundamentar y estudiar todo esto una vez más; de otro modo, nunca comprenderán
enteramente la profundidad de Schoenstatt y de su alianza de amor con María.
María santísima quiere que surja, desde aquí, un mundo nuevo; quiere que Cristo
nazca de nuevo. Hoy me decía alguien que cuanto más ahondaba en el "Hacia
el Padre" (libro de oraciones de la Familia de Schoenstatt) tanto más eran las respuestas que hallaba en esas páginas. A veces basta
alguna palabra o verso para abrirnos un nuevo horizonte. Pero hay que tomarse
el tiempo necesario para decantar y asimilar. Pues bien, frente a esos textos a
mí me ocurre algo semejante y pienso que a ustedes también.
Gracias por todos tus regalos,
por la abundancia que hemos recibido;
gracias porque elegiste a Schoenstatt
y porque allí Cristo nace de nuevo. (H.P. est. 6-7).
¿Qué nos están diciendo estos versos? El acento no recae en el simple hecho
de que Cristo nace de nuevo. No; hay que interpretarlos en toda su tremenda
fuerza, rescatando esa gran actitud que nos propone: Cristo tiene que nacer de
nuevo. Por eso hay que permanecer fieles a lo que quisimos desde la primera
hora: cultivar el amor a María santísima. Precisamente porque ella no sólo es
camino hacia una vida de intimidad con el Padre del cielo sino también camino
para que Cristo vuelva a nacer de nuevo hoy, en estos novísimos tiempos.
Mantengamos la fidelidad a nuestra alianza de amor. Ella es la fuente de
vida no sólo de nuestras ideas sino también de todos nuestros propósitos y
objetivos. Si no guardamos esta fidelidad a la alianza de amor ¿de dónde
sacaremos fuerzas? Porque, veamos ¿qué talentos tenemos? Seamos sinceros y
admitamos que somos como pigmeos y liliputienses. Pretender alcanzar nuestro
ideal confiando sólo en nuestras capacidades y logros nos expondrá a que se nos
tilde de locos, a que se nos diga que "tenemos algo en la cabeza que no
funciona". Por otra parte, si algo "no funciona" es precisamente
porque se ha desconectado el pensar meramente natural. Por eso, si no creemos
en nuestra alianza de amor con una fe "de carboneros", entonces todo
será un espejismo, todo lo que hagamos será delirio. Que una fe profunda nos
mueva a no desear otra cosa que llevar a María santísima al campo de batalla y
darle la oportunidad de alumbrar allí nuevamente a Cristo.”
Tomado de:
"Conferencia para los Padres de Schoenstatt", 31 de Mayo de
1963
Ver: Cristo es mi vida, págs. 172-174