viernes, 11 de diciembre de 2020

Seguro contra el espíritu mundano

Invito a mis lectores a reflexionar sobre las palabras que hoy traigo al Blog; son una continuación a las de la semana pasada (Niños ante Dios, Págs. 365 y ss). Pienso que, aunque dichas por el Padre Kentenich a miembros de una comunidad de sacerdotes, son válidas también para todos los que viven en un instituto o comunidad de vida consagrada.

“Al estudiar la historia de la Iglesia, la historia de las órdenes y de la Iglesia primitiva, notamos el afán de huir del mundo, de escapar del lazo del espíritu mundano. Se quería huir del mundo. ¿Por qué razón? Porque se era consciente de lo difícil que es evitar el espíritu mundano. No se deseaba abandonar el mundo por el mero hecho de estar fuera de él, sino para abrazar la sapientia coelestis. ….. Así se explica también el serio empeño de arraigar en las comunidades religiosas la sapientia coelestis. Sabemos que a menudo se fracasa en este intento y que en el convento se vuelve a encontrar, y con mayor intensidad, el mundo que se creía haber abandonado definitivamente. Pregúntense si su Instituto no es también un medio para huir del espíritu mundano. ….

Nuestra tarea: eliminar la raíz de la sabiduría no santa

¿Qué hacer para detectar y excavar el manantial de la sabiduría santa? Permítanme plantearles una serie de imperativos. En primer lugar, tenemos que esforzarnos seriamente por eliminar de nuestra alma la raíz de la sabiduría no santa; y, en segundo lugar, esforzarnos de manera lúcida y efectiva por conquistar la raíz de la sabiduría santa.

Les propongo dos pensamientos, uno a manera de fundamentación de este imperativo y el otro como explicitación de sus efectos.

Fundamentación

¿Por qué hay que eliminar en nosotros la sabiduría no santa? Les doy dos razones para ello. Son plenamente comprensibles, de allí que sólo bastará mencionarlas.

En primer lugar les pregunto si acaso no tendríamos derecho de interpretar las palabras de Jesús: "Si no os convertís…" como: "Si no elimináis la raíz de la sabiduría no santa…". Comprueben desde el punto de vista de la exégesis bíblica por qué nuestra interpretación sería válida.

En segundo lugar les recuerdo la ley de oposición: no puedo considerar a Dios como el sumo bien y al mismo tiempo adorar a la criatura como tal. Si al hacernos niños exigimos de nosotros una entrega total de nuestro ser a Dios, de ese modo queda excluido todo lo que llamamos sabiduría no santa. ….

Creo que en otra oportunidad les decía que la tragedia de la Iglesia de hoy no reside tanto en que los malos sean malos sino en que los buenos no se esfuerzan por ser plenamente buenos. Aplicado ahora a la vida de las comunidades religiosas y de los sacerdotes en general: la tragedia consiste en que nosotros deberíamos ser hombres de élite en virtud de nuestra vocación y sin embargo no tenemos el coraje de ser totalmente buenos, sino que hacemos demasiadas concesiones a la mediocridad o, dicho más concretamente, hacemos demasiadas concesiones al mundo. Así pues, queremos estar sentados en dos sillas, lo que jamás nos resultará cómodo. Sería mucho más simple sentarse en una sola silla, aun cuando ésta fuese "el mundo".

Comprueben cuán peligroso es vivir hoy. ¿Por qué? Porque el mundo intenta atraparnos con miles y millones de tentáculos. Nuestro mundo ha creado un mercado de consumo; pensemos por ejemplo en la radio, el automóvil, etc., cosas que naturalmente pueden ser "bautizadas" y servir a Dios y al espíritu de oración. Pero fíjense cómo en nuestros días en todas partes se nos procura seducir con propaganda en favor del consumo y del consumir. En la actualidad es muy difícil permanecer en el mundo y no ser víctima del espíritu mundano. …… Los santos solían comparar el mundo y el espíritu mundano con una telaraña: quien cae en ella queda atrapado y no sale más, tal como le sucede a la mosca. La hazaña consiste en estar rodeado continuamente por esa telaraña y sin embargo no enredarse en ella. Asuman esa difícil tarea; recuerden que no es posible servir a Dios y a las riquezas (Mt 6,24), ni considerar al Espíritu de Dios y a la vez al espíritu mundano como valor supremo. Debemos ser íntegros: al pan, pan y al vino, vino. Esto no vale sólo para nosotros como comunidad, sino para todo aquel que quiera llegar a la santidad.

¿Quieren además una tercera y cuarta razón por la cual arrancar las raíces de la sabiduría no santa? Somos hijos del Padre y por eso tenemos que hacer nuestros los valores del Padre. ¿Qué dice san Pablo sobre el Padre del cielo? La sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios (1Cor 3,19). Si soy pues hijo del Padre, deberé hacer míos los valores del Padre.

Pero hay una razón más: si soy hermano y miembro de Jesús, sus valores tendrán que ser también los míos. ¿Cómo actuó el Señor frente a ese espíritu mundano? Su vida fue una rotunda, una enorme protesta contra todo lo que significa el término "mundo" en su acepción negativa.”

  

1 comentario:

  1. Hemos tomado como directiva abrirse al mundo. Y el mundo a veces corrompe. Hay que volver a no tener miedo de decir las verdades. Abrirse al mundo si, pero con la bondad y la sabiduría de ser confiados para lo bueno y astutos para no dejarnos llevar por lo malo. De modo que el mal mundo no nos corrompa. Como dices Paco, "al pan pan, y al vino vino".

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