Como muchos de mis lectores conocen, el P. Herbert King de la comunidad de los Padres de Schoenstatt ha venido publicando en los últimos años una colección ordenada de textos con una amplia presentación del pensamiento del Padre Kentenich. El tomo 1 de la colección se publicó en español bajo el título “En libertad ser plenamente hombres”, y se puede adquirir en la Editorial Patris de Chile. En los últimos meses he venido recogiendo en mi Blog algunos textos de este primer tomo. Me propongo ahora seguir haciéndome eco, en esta ocasión, del índice de los textos que el tomo 6 de la serie propone al lector. Su título en alemán: “Heiligkeit im Alltag” – ‘Santidad en el día a día’. Aún no se ha editado en español (que yo sepa).
Según apunta el P. King, ya desde el principio de su
actividad pastoral el ideal de santidad fue un anhelo central para el Padre
Kentenich. Lo que conocemos como ‘Primera acta de fundación’ lleva
precisamente como título este ideal. Sabemos también que la pequeña capilla del
cementerio en Schoenstatt (la que sería el Santuario original de Schoenstatt) debería
llegar a ser la “cuna de la santidad”.
Desde entonces la historia de la familia de Schoenstatt quiere ser la
historia “de un esfuerzo y de una vida de santidad”. Desde el último Concilio
cada cristiano está llamado a una auténtica y verdadera santidad, ocupando el
núcleo del pensamiento cristiano la exigencia de Jesús: “Vosotros, pues, sed
perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,48).
Comienzo hoy la nueva serie de reflexiones en el Blog del
Padre, y lo hago con la definición de la santidad de la vida diaria:
“La armonía santa entre la vinculación
hondamente afectiva con Dios, con la obra del hombre y con el prójimo a través
de todas las situaciones de la vida.”
Esta es nuestra definición de santidad, el término
conceptual de la santidad que el Padre Kentenich nos ha regalado. La
encontramos en las primeras páginas del conocido libro “La santificación de
la vida diaria” (Ver: Editorial Herder). Son dos las expresiones que
caracterizan profundamente este concepto, dándole su perfil original dentro de
los ideales tradicionales de santidad en la Iglesia. Las expresiones son “vinculación”
y “hondamente afectiva”.
La persona humana puede y debe vincularse. No solo a
Dios, sino a su obra y al prójimo. Y lo puede y lo debe hacer con sus afectos,
con su corazón. Es así cómo se actualiza el principal mandamiento del antiguo y
del nuevo testamento, ampliándolo incluso a todos los ámbitos de la vida
humana. Nótese que se acentúa de forma especial el amor afectivo.
Recordamos también una modalidad que el Padre Kentenich
destaca: llevar a cabo lo ordinario de forma extraordinaria. En uno de sus
escritos (Studie 1952/53, 19) lo describe así:
“Ella (la santidad) ha
escrito en su bandera lo ordinario, lo común de la vida diaria. Nosotros nos
permitimos describirlo con estas palabras, “ordinaria extraordinarie”. En
cualquier caso, no siente ningún anhelo por lo extraordinario, ni en la vida de
oración ni en la vida de sacrificio.”
Es evidente que no se trata de una pedantería, ni tampoco
de hacer de cualquier nimiedad de la vida un acontecimiento extraordinario.
Queremos tener los pies en el suelo, también en nuestro camino de santidad.
Agradeço que possamos seguir estas reflexões, no caminho diário da conquista da santidade
ResponderEliminarBien por el tema elegido, Paco! Gracias...
ResponderEliminarMuito Obrigado! Estamos já ansiosos pela próxima reflexão.
ResponderEliminarExcelente iniciativa. Gracias por compartir
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