En los escritos del Padre Kentenich podemos constatar la visión integral que él tenía del ser humano. Importante aspecto, éste, para cualquier esfuerzo pedagógico. En una de las charlas de la jornada pedagógica que venimos comentando leemos lo siguiente:
“El hombre es
una ‘unitas multiplex’, una unidad múltiple de muchos
estratos. Cuerpo, alma y espíritu arraigan en un núcleo personal, en un sujeto.
Los mismos se
desarrollan según determinadas leyes sicológicas, pero no en la misma medida. Y
tienen la tendencia a hacerse en lo posible autónomos. El cuerpo quisiera ir por
sus propios caminos, igualmente el espíritu y el alma. Pero deben permanecer
coordinados uno con otro, no deben separarse entre sí.
El sentido de
su desarrollo es la maduración hacia una totalidad orgánica. Esta incluye una
estructura de ordenamiento en sí. El cuerpo debe señalar los caminos al
espíritu, el espíritu debe señalárselo al alma, y los tres deben estar
sometidos, en última instancia, a Dios. Esta estructura de ordenamiento debería
ser trabada firme y duraderamente, debiera formar un todo orgánico.
Pero si las distintas
capas del hombre se desarrollan apartándose unas de otras, si se han hecho
autónomas y se han arrancado de la unidad, si el cuerpo se separa del alma y el
alma del espíritu, hablamos con razón de la fragmentación de la naturaleza
humana.”
Es lo que muchos de nosotros aprendimos en su día
sobre el “pensar, amar y vivir mecanicista, separatista”, en contraposición con
el “pensar, amar y vivir orgánico”. Uno de los tesoros del mundo de Schoenstatt
que a muchos de nosotros nos cambió la vida.
Ahondando en la visión de nuestro fundador sobre el ser
humano, y teniendo a la filosofía como maestra, nos encontramos con un nuevo
aspecto de nuestro ser que también quiere y debe ser educado y ordenado (¡lo
que no es fácil!). Recuerdo a mi abuela materna cuando, una vez, andando juntos
por el mercado de Granada, me señaló a uno de los vendedores de frutas y
verduras al que ella compraba regularmente y me dijo: “Este es un hombre de
buenas entrañas”. Y después en la casa, en un momento oportuno, me
explicaba además que nuestro Dios es una persona que tiene entrañas de
misericordia con todos nosotros. ¿Qué es eso de las “entrañas”, abuela?
No recuerdo su explicación, pero intuyo a la distancia que ella deseaba para mí
semejante índole o condición, que fuera también una persona de “buenas
entrañas”.
Cuento esto, porque leyendo al Padre Kentenich nos
encontramos con una palabra alemana, que tiene difícil traducción al castellano,
me refiero al término “Gemüt”. Y al leerla, me acordé de mi abuela ……
En uno de los libros del P.Herbert King, “José
Kentenich – Una presentación de su pensamiento en textos”, podemos leer una
nota a pie de página (Pág. 250) con la siguiente explicación del traductor: “Utilizamos
aquí, sin traducción, la palabra alemana Gemüt, para la que, en
realidad, no existe traducción literal en español. La misma designa el centro
emocional afectivo de la persona, la sede de los sentimientos, el “alma”
entendida en este sentido, el conjunto de las fuerzas psíquicas y de los
impulsos interiores de los sentidos y los pensamientos, como también la configuración
psíquica y ética personal que se da con el funcionamiento de estas mismas
fuerzas. En los textos del P. Kentenich solemos traducir habitualmente esta
palabra por “corazón” o por algún giro de significado análogo.”
El mismo Padre lo explica así en un texto del año 1952
(“El secreto de la vida de Schoenstatt”):
“La Sagrada
Escritura entiende por “corazón” el núcleo de la personalidad. Por eso, en el
antiguo testamento, Dios pide: “Dame, hijo mío, tu corazón” (Pr 23, 26). En el
nuevo testamento, el Señor declara: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas” (Lc 10,27).
La filosofía
cristiana parte, para explicar el concepto de “corazón”, del concepto de Gemüt.
Ella designa por “Gemüt”, la consonancia entre el apetito superior y
el inferior. (Nota: Apetito “superior” es el apetito racional, espiritual:
la voluntad; por apetito “inferior” se designan los apetitos de la vida
sensible-instintiva.) Gemüt designa la actitud fundamental con la cual
reaccionamos con nuestros sentimientos y nuestra voluntad ante los valores u
objetos. En ello se está presuponiendo como evidente el juicio del intelecto.”
Ahora sé lo que mi abuela quería decirme con lo del
“hombre de buenas entrañas”. En este mismo texto el Padre Kentenich nos señala
como horizonte y meta de nuestra educación nada menos que al “corazón” de
nuestra Madre, María:
“Por eso, el corazón inmaculado de María, que jamás conoció desorden alguno, es símbolo de un orden de valores que representa en forma viviente el perfecto cosmos de orden que Dios ha planeado, nunca perturbado ni en lo más mínimo. El corazón de María afirma y encarna una jerarquía de valores en la que, acertadamente, todos los valores naturales y sobrenaturales han sido vistos siempre y han sido puestos en relación recíproca y con Dios, acertadamente.”