viernes, 18 de octubre de 2013

Al inicio del jubileo del 2014


(En 1939 la Familia de Schoenstatt celebró los 25 años de vida. Durante ese tiempo Schoenstatt se desarrolló tanto en profundidad como en amplitud: la semilla había caído en tierra fecunda. 25 años testimoniaban que la Santísima Virgen se había establecido verdaderamente en el terruño de Schoenstatt y que desde allí, había obrado milagros de gracia. A partir del pequeño grupo de estudiantes surgió un Movimiento que abarcaba a laicos: hombres y mujeres de todos los estados; un Instituto Secular de Hermanas de María; un fuerte movimiento de teólogos y sacerdotes. Nuevas casas de formación se erguían en torno al santuario. Schoenstatt se había expandido más allá de los límites de Alemania, hacia otros países de Europa, África y América.
Hoy cuando iniciamos el año jubilar de los cien años de la fundación, nuestra Familia cuenta con seis Institutos seculares y muchas ramas del Movimiento presentes en todos los continentes, bajo la sombra de doscientos Santuarios de Schoenstatt en todo el mundo.

Lo que nuestro Padre Fundador escribiera para el 25 aniversario del 18 de octubre de 1914, sigue teniendo su validez y actualidad en el día de hoy, 18 de octubre de 2013, día en que comenzamos el año jubilar del 2014. Por eso publicamos en esta fecha tan destacada una parte de este escrito, que en la Familia de Schoenstatt se conoce como la SEGUNDA ACTA DE FUNDACIÓN.)
 

Introducción

1. En los mismos momentos que nos hemos alejado del bullicio del día y de la intranquilidad y nerviosismo de los tiempos actuales, para una celebración íntima, estamos espiritualmente unidos con toda la Familia en nuestro pequeño santuario. Sacerdotes, religiosos y laicos, adultos, jóvenes y niños, mujeres y hombres, niñas y jóvenes se encuentran en múltiple variedad en torno a la Madre Tres Veces Admirable de Schoenstatt. Del país y del extranjero, de la tierra y de la eternidad, todos se han reunido aquí. Con cordial agradecimiento, profundo afecto y ardiente expectación se dirigen a su rincón predilecto. Estamos en medio de ellos.

2. Nuestros pensamientos y nuestros sentimientos vuelan nuevamente hacia el pasado. Viejos recuerdos de acontecimientos y vivencias colmadas de gracias se despiertan en nosotros. ¡Cómo quisiéramos que ellos nos mostraran las futuras tareas de nuestra Familia! Todos nos damos cuenta de que estamos ante una catástrofe mundial y ante un cambio radical de los tiempos, y una y otra vez se nos plantea nuevamente la pregunta: ¿será éste el tiempo para el cual la divina Providencia ha forjado el arca de nuestra Familia? ¿O deberá crecer y volverse más devastador aún el diluvio? Así se encuentran en nuestros corazones el pasado, el presente y el futuro; intenso agradecimiento, secreto anhelo y alegre esperanza.

3. Y mientras más nos compenetramos de este ambiente, con santo recogimiento y serenidad, todo lo que nos rodea, con mayor fuerza, nos habla, nos indica, nos anuncia algo: la imagen y el altar, los bancos, las ventanas, las piedras y la lápida recordatoria, condecoraciones, tumba de los héroes, plaza e Iglesia de peregrinos, antigua y nueva Casa de Ejercicios, el Seminario Mayor y el Hogar de Peregrinos, todo nos habla de las maravillas que ha obrado desde acá la gracia divina y la omnipotencia suplicante de la Santísima Virgen, durante estos 25 años, en toda la Familia, en nosotros y en Círculos más amplios.

4. Pero todo también nos hace esperar, sin embargo, aun mayores misericordias divinas en el futuro, bajo la condición que sepamos ser testigos, intérpretes, e imitadores de la sabiduría divina que se manifiesta en el acontecer del mundo.

Mirada al pasado

5. Una mirada escudriñadora a través de los 25 años transcurridos nos hace repetir con profunda devoción las palabras del salmista: “¡Alabaré eternamente las misericordias del Señor!” (Sal 88). Todo lo grande y valioso que hemos recibido durante este tiempo, en este santo lugar, está íntimamente ligado con la Madre, Señora y Reina de Schoenstatt. Simplemente Ella es el don que la sabiduría, bondad y omnipotencia divina ha querido regalar, de un modo especial, el 18 de Octubre de 1914 a nuestra Familia y, por su intermedio, nuevamente al mundo entero.

6. Lo que se ha realizado desde acá es obra suya.

7. Es Ella la que por su intercesión ha encendido en nuestras filas esfuerzo heroico por la santidad y vida heroica de santidad.

8. A Ella le debemos una fina sensibilidad para la pureza y virginidad, un sentido especial para desarrollar una paternidad o maternidad noble y creadora, y el impulso hacia un profundo amor a Dios y a los hombres.

9. Ella nos hizo el don de la estructura monumental de nuestro sistema ascético y pedagógico que se adecua con fina sensibilidad al carácter propio querido por Dios, del individuo y de la comunidad. Ella es la que nos ha hecho hallar nuestro ideal personal y nuestro ideal de comunidad.

10. Ella ha creado las distintas ramas de nuestra Familia, según las exigencias del tiempo, y por su intercesión les ha alcanzado y conservado vocaciones numerosas y capaces.

11. Ella ha cuidado que encontrásemos el valor de tender siempre de nuevo las manos hacia las estrellas, a pesar de nuestras continuas faltas.

12. Todas las casas que pudimos construir y adquirir en el país y en el extranjero le pertenecen a Ella.

13. Ella cuidó que todos los problemas de la época los comprendiéramos como tareas de los tiempos y, como tales, los acometiéramos con valentía.

14. Ella nos hizo ver la gran ley de construcción de nuestra Familia, según la cual nosotros, como hijos de la guerra, sólo podremos crecer y prosperar en la lucha y en las persecuciones.

15. A Ella le debemos la inmensa gracia de que aquellos peñascos destinados exterminamos, llegaran a ser los poderosos peldaños que nos llevaron de modo seguro a Dios, y que nos introdujeron en el mundo de nuestra misión y de nuestra tarea.

16. Sin Ella no hubiésemos podido conservar un sano equilibrio y la mirada serena ante las profundas divergencias existentes en el campo católico y no hubiésemos podido seguir así con tranquilidad y firmeza nuestro camino.

17. Ella nos educó y nos formó como Familia e individualmente, tal cual somos hoy; Ella nos conquistó y aseguró el puesto que hoy ocupamos en la Iglesia.

18. De este modo se han verificado las palabras de Vicente Pallotti: Ella es la gran misionera. Ella ha obrado milagros. Verdaderamente ha demostrado ser la Madre y Reina Tres Veces Admirable de Schoenstatt: admirablemente poderosa, admirablemente bondadosa y admirablemente fiel: Madre de Dios, Madre del Redentor y Madre los redimidos. Lo que se pidió y esperó en el Acta de Fundación se ha realizado exactamente: la Santísima Virgen ha establecido aquí su trono de gracias de modo especial, y desde acá ha manifestado en muchas formas su gloria al mundo entero. En virtud del derecho de conquista ha llegado a ser nuestra Reina y Madre.

 

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