* Hubo un tiempo en que la humanidad
estaba en el Paraíso. Cuando éste le fue quitado, surgió en su interior un
fuerte anhelo. Si ahora observamos en profundidad la época constataremos que,
como en tiempo del Salvador, en el abismo del corazón de la humanidad hay una
impetuosa nostalgia.
* ¿Existe también en nuestra alma el
anhelo por la redención? Hemos expresado el ideal con las palabras: hombres
nuevos, comunidad nueva. ¡El hombre nuevo en la comunidad nueva! Podríamos
decir también: el hombre nuevo redimido en la comunidad nueva redimida.
* El Dios Uno y Trino incluyó a la Santísima
Virgen en el orden salvífico. Así como el Padre del cielo hizo dependiente de
su sí la salvación del género humano, poniendo de ese modo en sus manos la
salvación de los hombres, del mismo modo también la renovación del mundo actual
depende de ella.
* Ella espera que los pueblos vuelvan
a confiarle su destino.
* La Santísima Virgen nos necesita…
Ella quiere realizar su misión, quiere conducir el mundo hacia Cristo a través
nuestro. Podemos ayudarle en el cumplimiento de su misión.
* Hay tiempos en que los hombres no
quieren saber nada de Dios; y precisamente para estos tiempos fue prevista la Santísima
Virgen como "el ejército en orden de batalla…" Al percibir que otros
espíritus van ganando posiciones contra Dios, démonos cuenta de que es el
Espíritu de Dios quien nos apremia a ponernos del lado de María, de María Reina, de María la gran capitana de las batallas por el reino de Dios; pero
démonos cuenta también de que él nos apremia además a reprobar y a renunciar al
reino demoníaco.
* María en el horizonte de la
historia de la Iglesia es sinónimo de victoria.
* La Madre de Dios ―así nos lo dice
la experiencia y nos lo enseña la Iglesia en el oficio de las fiestas marianas―
venció todas las herejías a través de los siglos. La Iglesia, incluso, dice: ¡Tú
sola!