miércoles, 18 de enero de 2012

La crisis de los sexos (2)


(Ver Nota previa del miércoles 11 de enero de 2012)

Conferencia del Padre Kentenich a sacerdotes y educadores en la Jornada Pedagógica del año 1934

TEXTO DEL PADRE FUNDADOR

Segunda parte

Teorías de la filosofía de la cultura

Teoría de la sucesión

Y ahora viene la filosofía de la cultura y da su interpretación sobre lo que se seguirá gestando en el futuro. Existen corrientes que afirman: "Este proceso cultural seguirá así. La mujer se apropiará de la manera de ser del varón más de lo que lo ha hecho hasta ahora. Cuando se arribe a un cierto grado, y en la lucha contra el varón la mujer se haya apoderado de sus armas, entonces ella las dirigirá contra el varón y la cultura".
Se parte de la idea de que la naturaleza de la mujer es muy vital. En medio de esa mescolanza de sexos la mujer podrá hacer valer entonces muchos elementos sanos y así resistir. Cuando llegue la hora, la mujer se acordará de su naturaleza verdadera, volverá las armas contra el varón y erigirá un matriarcado. Permítanme ponerle un denominador común: se dice que al patriarcado le sucede el matriarcado. Nosotros consideramos que esta concepción es errónea, no sólo porque somos católicos, sino porque conocemos la naturaleza humana.

Teoría de la complementación

¿Qué es entonces lo deseable? No la teoría de la sucesión sino la de la complementación. Debemos estudiarla. Si no lo hacemos no tendremos conceptos claros. No deberíamos oscilar entre una y otra posición. ¿Qué es la teoría de la complementación? No quiero hablar de los efectos de una cultura masculina y femenina sino más bien permanecer sobre la base del orden de ser. Dios creó ambos sexos en su esencia de tal manera que necesiten cierta complementación, para que formen una biunidad. Pueden representárselo como una elipse, no como un círculo, en cuyo centro no hay un sólo punto sino dos: el ser femenino y el masculino. No hablo de una actividad polar sino de una estructura del ser.

El ser masculino y el femenino han sido orientados, con toda intención, hacia una biunidad en el ser mediante una mutua complementación. ¿Me permiten demostrarlo? Fíjense en el relato de la creación: "Y Dios dijo: no es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada..." (Gen 2,18). También el varón es en sí mismo capaz de ser complementado, en razón de su esencia necesita de complementación. Lo mismo vale para la mujer. Fíjense en la encíclica sobre el matrimonio. En ella se delimita la estructura de los sexos según su ser. Ambos deben estar en el centro de la familia. Al varón le corresponde la conducción a través del gobierno, a la mujer a través del amor. El varón, la cabeza; la mujer, el corazón. De ahí la biunidad. Si observan la vida cotidiana, lo constatarán. Estamos hablando de la estructura del ser, no hacemos la descripción de la convivencia de los sexos.

Piensen en lo que dice un español. Si en la historia universal hallamos que un hombre cambia no sólo en sus actividades exteriores sino que se renueva en sus raíces, es porque comenzó a contemplar la vida en la perspectiva de una mujer y con esa visión se lanzó al océano de la vida. Es la pura verdad. Pues bien, pasemos a un plano general: no tomen a la mujer como individuo, sino como principio femenino y al hombre no como individuo sino como principio masculino. Por lo tanto, donde se renueve el principio masculino, ello acontecerá en virtud del femenino.

Aspecto pedagógico

Quien haya asistido al "Curso General de Pedagogía" lo recordará. En él explicamos que la estructura del ser de la mujer es el ser sierva sencillo, fuerte e inmerso en Dios. Allí vimos también a la flecha como símbolo de la manera de ser del varón y a la línea que vuelve sobre sí misma como símbolo de la manera de ser femenina, de la vinculación a la naturaleza propia de la mujer. Una marcada manera de ser masculina es como una flecha que busca lo infinito. Si se quiere perfeccionar de raíz la manera de ser del varón, ello sólo puede lograrse formándola interiormente mediante un principio femenino.

En esta área también debemos reflexionar sobre la importancia única que reviste lo mariano especialmente para los movimientos de hombres y de jóvenes. Luchamos reciamente por conjurar los peligros de la educación de los sexos por separado y hoy se intentan las escuelas hogares. Pero la influencia femenina sobre la naturaleza masculina estará asegurada si permitimos que la devoción mariana ejerza su influencia sobre ella. Aquí, en Schoenstatt, la influencia mariana es grande. Hago este comentario desde el punto de vista de una filosofía de la cultura.

Lo mismo vale para nosotros los célibes. Si como sacerdotes queremos tener una complementación en nuestra estructura del ser no hay que buscar entonces una amistad con una mujer sino procurar una mayor perfección en la estructura del ser. No se debe buscar la influencia femenina en una persona sino que debemos hallar una profunda complementación en el ámbito del ser. Y esto lo tenemos en la entrega a la persona de la santísima Virgen. Quizás la formulación de estas cosas les resulte algo extraña. Pero medítenlo en profundidad.

Así se nos presenta la crisis de los sexos, contemplada desde el punto de vista de la filosofía de la cultura.

Aspecto psicológico-cultural

¿Qué dice la psicología de la cultura? Se nos dice que esta mescolanza de sexos ha sido para la cultura occidental más peligrosa que la guerra que perdimos. ¿Será cierto? ¿Que toda la guerra perdida? ¡Cuántas consecuencias acarreó toda esa guerra perdida! ¡Y sin embargo a esta mescolanza de sexos se le atribuyen secuelas más graves!

Tendríamos un incomparable factor de saneamiento para la cultura de occidente si lográsemos nuevamente eliminar esa mescolanza de sexos y si consiguiésemos que la naturaleza masculina y femenina en su madurez conformen una auténtica biunidad en la vida práctica y de acuerdo a su orden de ser.

De esta manera les he expuesto la crisis bolchevique y la crisis de los sexos de nuestro tiempo. A partir de la próxima conferencia trataré de presentarles a la santísima Virgen como la gran salvadora y redentora en medio de esta fuerte crisis de vida.


(En las próximas semanas se publicarán textos que se ocupan de la “superación de la crisis de los sexos”, y en concreto sobre el “ideal de la mujer”)

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