miércoles, 2 de marzo de 2011

El Santuario de Schoenstatt, cuna de santidad


Texto del Padre Fundador

San Pedro, después de haber contemplado la gloria de Dios en el Tabor, exclamó arrebatado: “¡Qué bien estamos aquí! ¡Hagamos aquí tres tiendas!”. Una y otra vez vienen a mi mente estas palabras y me he preguntado ya muy a menudo: ¿Acaso no sería posible que la Capillita de nuestra Congregación al mismo tiempo llegue a ser nuestro Tabor, donde se manifieste la gloria de María? Sin duda alguna no podríamos realizar una acción apostólica más grande, ni dejar a nuestros sucesores una herencia más preciosa que inducir a nuestra Señora y Soberana a que erija aquí su trono de manera especial, que reparta sus tesoros y obre milagros de gracia. Sospecharán lo que pretendo: quisiera convertir este lugar en un lugar de peregrinación, en un lugar de gracia, para nuestra casa y toda la Provincia alemana y quizás más allá. Todos los que acudan acá para orar deben experimentar la gloria de María y confesar: ¡Qué bien estamos aquí! ¡Establezcamos aquí nuestra tienda! ¡Este es nuestro rincón predilecto! Un pensamiento audaz para el público, pero no demasiado audaz para Uds. ¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande! ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros? Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la Divina Providencia tiene designios especiales respecto de ella. ………… Tal como para nuestro segundo patrono, San Luis Gonzaga, una capilla de la Sma. Virgen en Florencia fue el origen de su santidad, así también esta capilla de nuestra Congregación será para nosotros cuna de santidad. Y esta santidad hará suave violencia a nuestra Madre Celestial y la hará descender hasta nosotros.

(Del “Acta de Fundación”, Plática del Padre Kentenich a los primeros congregantes, el 18 de octubre de 1914 – Ver: “Documentos de Schoenstatt”, 62 – C 7 y C 8)

Comentario

La audacia profética y la docilidad a los planes de la Divina Providencia por parte de nuestro Padre Fundador hicieron posible que la Familia de Schoenstatt, y con ella toda la Iglesia, recibiera el don del Santuario de la Madre y Reina Tres Veces Admirable como instrumento de santificación, no sólo para los primeros congregantes sino para todas las generaciones de ayer, de hoy y de mañana. Miles de personas de todo el mundo, convencidas de la presencia especial de María en este lugar, peregrinan cada año a la pequeña capilla en el valle Schoenstatt, junto al río Rin en Alemania, para experimentar allí sus dones y gracias. El pequeño Santuario de Schoenstatt se convierte así en el Tabor de la Santísima Virgen y en el centro del Movimiento de Schoenstatt en todo el mundo. Todos los que visitan con fe este lugar santo experimentan el acogimiento propio de la Madre de Dios, que regala allí la gracia de la transformación en Cristo y que nos quiere hacer, de esa forma, apóstoles del Reino mariano del Padre en este mundo. “¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande!”.

1 comentario:

  1. Muito bem, caro amigo e irmão Nuño! Desejamos-lhe forças e graças para continuar escrevendo as matérias semanais COM O PAI FUNDADOR.
    Saudações desde sua casa em Madrid,
    Nivaldo e Terezinha Abram

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