Texto del Padre Fundador
Así pues surgió la gran idea: Que la Santísima Virgen se establezca en este Santuario como educadora. Se trata no sólo de educarnos a nosotros mismos bajo la protección de la Santísima Virgen, tal como se dice en el Acta de Prefundación, sino que ella habite en medio de nosotros y tome en sus manos nuestra educación y la educación de todos los que se entreguen a ella junto a nosotros. Ella es la que quiere impulsar nuestra autoeducación y generar un movimiento de renovación y educación, amplio y articulado cabalmente. Ella lo guiará haciéndolo fecundo. La Santísima Virgen desplegará esa labor desde aquí, siempre.
Para motivarla a llevar adelante tal actividad, le ofrecemos nuestros méritos en una forma que va desde las contribuciones al Capital de Gracias hasta el Poder en Blanco, la Inscriptio y la consagración de José Engling; por último nos entregamos a ella misma con todo lo que somos y tenemos. A cambio esperamos de ella que se manifieste aquí efectivamente como la gran educadora, guiándonos hacia la cumbre de la santidad y de una vida de apostolado fecundo. ……………. He aquí la forma fundamental y original de la alianza de amor schoenstattiana que más tarde, y en virtud de las leyes de la puerta abierta y de la resultante creadora, habría de redundar en una visión schoenstattiana del futuro.
(De una carta del Padre Kentenich al Padre Alex Menningen, titulada “Carta del 20” [20 de agosto de 1954]) – Ver: Kentenich Reader, Tomo 1, Pág. 101)
Comentario
Hemos aprendido de nuestro Padre Fundador que Dios nos habla a través de situaciones, intuiciones y motivaciones. Es el fundamento de la fe práctica en la Divina Providencia. Así fue también cómo el Padre Kentenich, como responsable de la Congregación Mariana por él fundada con los jóvenes congregantes en el seminario de los Palotinos en Schoenstatt, deduce de algunos acontecimientos históricos recientes la voluntad de Dios para que llegue a sellar con la Santísima Virgen una alianza de amor en el pequeño Santuario de Schoenstatt. Y lo hace el 18 de octubre de 1914, en el momento de dirigirles la palabra a los congregantes con el texto que hoy conocemos como el Acta de Fundación. La fe en la Divina Providencia jugaría un papel definitivo en este acontecimiento crucial para la Familia de Schoenstatt de todos los tiempos. Es el momento de fundación. El Padre reconoce la voz de Dios en el desarrollo de la Congregación Mariana por él fundada, en la historia de la fundación del santuario italiano “Valle de Pompeya”, cuyas noticias acababa de leer, y en su propia estructura personal, orientada hacia lo pedagógico. Con una audacia personal, propia de un fundador carismático, y con la seguridad en la presencia actuante de Dios en la vida, concreta en una alianza de amor original con la Santísima Virgen la relación fundamental de los hombres con Dios, que tuvo ya desde el principio el carácter de alianza, y que con el bautismo adquirió su sello definitivo en Cristo. Con ello nace el Movimiento de Schoenstatt. Sus hijos le queremos seguir viviendo en esa alianza con la Santísima Virgen y a través de ella en alianza con el Dios de la vida.
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