miércoles, 2 de febrero de 2011
Reconquistar Schoenstatt
Texto del Padre Fundador
Quiero agradecer asimismo a los que aún no viven, a los que vendrán. Porque, ¿qué será de Schoenstatt si las generaciones futuras no están colmadas y encendidas por este mismo espíritu que nos anima? En la Familia debería ser ley perpetua que cada generación reconquiste Schoenstatt para sí. Agradezco a las generaciones de los siglos venideros por la labor positiva que puedan desarrollar; pero si no hay tal colaboración positiva, nos encontraremos ante la ruina de nuestra Familia. En efecto, si Dios no nos da hombres que en cada nueva etapa histórica trabajen con los mismos medios, con los mismos objetivos y por el mismo camino, la Obra será flor de un día, será efímera. Que Dios, que hasta ahora nos protegió, y que la Santísima Virgen, que hasta ahora nos cubrió con su manto, derramen sus gracias y su bondad sobre nosotros; que por nuestra fidelidad en la trasmisión de los bienes heredados a las generaciones futuras, ellos nos regalen en cada época venidera hombres que entreguen sus vidas por Schoenstatt. Desde aquí quiero agradecer cordialmente a esas generaciones futuras.
(Ver: “Kentenich Reader, Tomo 1”, Pág.66, Editorial Patris – Textos tomados de la alocución del Padre Kentenich en ocasión de sus bodas de plata sacerdotales, Agosto 1935)
Comentario
Eran los primeros años del Movimiento. Las pruebas de Dachau y Milwaukee (campo de concentración y destierro) no habían llegado. La Familia celebraba el “fuego del primer amor” con alegría, celebrando también las bodas de plata sacerdotales de su Fundador. Eran momentos para agradecer. Justo en este momento el Padre Kentenich enuncia lo que él califica de ley perpetua, “que cada generación, que cada persona reconquiste Schoenstatt para sí”. Puede ser que muchos de nosotros nos hayamos preguntado por el significado de estas palabras. ¿Qué quiere decir “reconquistar Schoenstatt ”? Sin citarlo, nuestro Padre nos invita a mirar al Apóstol Pablo, que en sus Cartas a los Corintios y a los Filipenses les dice también: “Os suplico, por tanto, que sigáis mi ejemplo …. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo ….. Hermanos, seguid todos mi ejemplo, y mirad a los que se conducen según el modelo que tenéis en mí.” (1Cor 4:16; 11:1; Flp 3:17) Se trata por lo tanto de que cada uno de nosotros, cada una de las generaciones, siguiendo el ejemplo recibido, inicie su camino de santidad con una alianza de amor con María en el Santuario de Schoenstatt, y siga la ruta que tanto el Fundador como sus primeros hijos tomaron para regalar a la Iglesia una santidad singular y magnánima. Es así cómo debemos entender en su justa medida la explicación que el Padre Kentenich nos apunta en el texto arriba mencionado: “trabajar con los mismos medios, con los mismos objetivos y por el mismo camino”. La vida del Fundador es, por tanto, la medida para sus hijos; de su mano podremos hacer vida en nosotros y en nuestras comunidades los distintos hitos de la Familia, y con ello llegar a la meta deseada.
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