miércoles, 16 de marzo de 2011

Exaltación de la vida interior

Texto del Padre Fundador

Mis queridos jefes de grupo, la resistencia al espíritu negativo del tiempo es relativamente escasa en nuestros ambientes cultos, incluso en aquellos donde la religión está aún presente en el pensamiento y la vida, ¿no les parece que ocurre así? A todas esas personas, más aún, a todo nuestro cristianismo actual, les falta interioridad. La vida interior se está extinguiendo. ….Les presento una cita que les servirá de punto de comparación con sus propias experiencias. Mucho antes de la guerra, Albert Weiss OP escribió en su 'Filosofía de la perfección': “Se desecha todo lo que sea tradicional. Se pretende que todo sea nuevo, y desde sus cimientos: la ciencia, el arte, la política, la vida social, la filosofía, el derecho, la moral, incluso la religión, la teología, la fe y la vida cristiana. Pero todo ha de ser mejorado con medios superficiales: politiquería, diplomacias, declamaciones, barnices. Los remedios propuestos son peores que la enfermedad: revelan claramente cuán enquistado está el mal, y cuánto dolor causa; y son ocasión para agudizarlo y hacerlo incurable. Sin embargo el mal radica en que la vida interior del ser humano se ha debilitado, más aún se está extinguiendo. Y una dolencia así no se cura con cosas superficiales, sino únicamente haciendo tomar conciencia al mundo, nuevamente, de la vida espiritual.” …………. En medio de ese caos nosotros proponemos un programa que equivale a una solemne exaltación de la vida espiritual. ……. Labor silenciosa en el área del espíritu. He aquí nuestro orgullo, nuestra grandeza.

(De una carta del Padre Kentenich a los jefes de grupo de la Federación de estudiantes y docentes del 6 de noviembre de 1919 – Ver: Kentenich Reader, Tomo 1, Págs. 142-143)

Comentario

La voz del profeta quiere ser escuchada atentamente por nuestra generación. Parece que el Padre Kentenich nos hablara a nosotros, observando la realidad del mundo que nos rodea, observando nuestra realidad. El texto, sin embargo, fue escrito ya en el año 1919 y dirigido al primer grupo de estudiantes y docentes laicos que se comprometieron activamente con los fines del Movimiento recién fundado en 1914. El Padre se dirigía a un grupo escogido de laicos preocupados y comprometidos con la fe cristiana en la Alemania de principios del siglo veinte; hoy se dirige a cada uno de nosotros. Los textos de esta carta a los jefes de grupo ponen de manifiesto además la meta de la educación que el mismo Fundador quería para los hijos de Schoenstatt: exaltación de la vida interior de cada uno y de la comunidad. Ante la superficialidad del hombre moderno sólo vale que nosotros mismos miremos en nuestro interior y despertemos las fuerzas sobrenaturales que la Divina Providencia ha depositado en cada uno, y que después nos la juguemos por la fe que nos ha sido regalada. En el fondo lo que necesita nuestro tiempo son santos, cristianos nuevos y profundamente espirituales. “Porque sólo de esa manera alcanzaremos lo que anhelamos tan ardientemente. Por eso reitero la exhortación: ¡Despiértense! ¡Despiértense! ¡Y despiértense unos a otros!”. Con estas palabras terminaba el Padre Kentenich su carta del 6 de noviembre de 1919.

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