miércoles, 5 de enero de 2011

Por tu pureza / por mi pureza


Texto del Padre Fundador

Nos hemos acostumbrado a rezar diariamente la oración: “Dios te salve María, por tu pureza, conserva puros mi alma y mi cuerpo, ábreme ampliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo. Dame almas, y todo lo demás tómalo para ti.” Les confieso que se trata de una pequeña oración que compuse yo mismo siendo todavía niño. Me arrodillaba y la rezaba. ….. Esta pequeña oración puede ser rezada de manera similar a como rezamos nuestra Pequeña Consagración, que recitamos muchas veces no sólo por nosotros, sino también por otras personas; “Oh Señora mía, oh madre mía, yo las ofrezco todas a ti …….” ¿No podríamos rezar de manera semejante: “Dios te salve, María, por tu pureza, custodia su alma y su cuerpo, ábreles ampliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo”? Sería algo bueno e inteligente hacer de esta pequeña oración objeto de nuestra contemplación: “Dios te salve, María, por tu pureza, custodia mi/su alma y mi/su cuerpo, ábreme/ábreles ampliamente tu corazón y el corazón de tu Hijo.”


(Ver: Kentenich READER, Tomo 1, Pág. 29 y 30 – Textos autobiográficos del P. Kentenich, 1945 y otros)


Comentario

Sabemos que el horario espiritual de nuestras Hermanas de María incluye el rezo diario de la pequeña oración por la pureza, que el Padre Fundador compuso en su niñez. Se la hemos podido escuchar en sus oraciones vespertinas en el Santuario. Estamos seguros que otros muchos miembros de nuestra Familia también la rezan. En una primera reflexión sería muy fácil creer que el anhelo por la pureza es propio de la vocación a la virginidad, sabiendo, sobre todo, que el espíritu apostólico de los que dedican su vida enteramente al Movimiento – a las almas - necesita una “tierra filial y pura” para crecer, desarrollarse y dar frutos. Aun siendo esto cierto, también es verdad que todos nosotros, también nuestros hijos y nietos, necesitamos y necesitan crecer y fortalecer la pureza de alma y cuerpo como premisa y condición para desarrollar la capacidad de amar y la entrega a los demás. Nuestro Fundador expresó su convencimiento de que la pureza, también la pureza matrimonial, no puede existir sin una profunda e íntima unión a Dios. Refiriéndose a la Bienaventuranza de Mt 5,8 sobre los puros de corazón, invertía su enunciado y proclamaba: “Dichosos, los que ven a Dios, porque ellos llegarán a tener un corazón puro”. Es por ello que invitaba a los padres a vivir anclados en el mundo sobrenatural y a rezar diariamente por la pureza de sus hijos, y por la de los hijos de sus hijos, recitando la oración arriba citada y que compuso en su infancia y regaló después a su Familia. (Ver “Pláticas sobre la rosa” dirigidas a los matrimonios de Milwaukee en el año 1956). Puede que hoy más que nunca, en medio de este mundo, en donde reina la idolatría de la imagen, un hedonismo sacralizado y un total desconocimiento del pudor más elemental, necesitemos “hacer suave violencia” al Cielo con nuestras oraciones para que sea reconocido el valor de la pureza y recibamos la fuerza para vivirla y dar testimonio de ella.

2 comentarios:

  1. Estimado hermano en la Alianza:
    He leído uno a uno sus comentarios referentes a los textos autobográficos del Padre Kentenich. Han sido una gran enseñanza para mí, agradezco por tanto vuestra iniciativa de escribirle al Padre, ya que con ello está haciendo un hermosos apostolado y ayuda a otros schoenstatteanos, como yo, a ahondar en la vida de nuestro Padre y Fundador.
    Reciba un afectuoso saludo en la Alianza, desde Chile
    María Ximena Oportus M.

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  2. Hola como están hermanos en alianza me gustaría saber si pueden compartir algún material sobre la alegría del Padre Fundador. Se lo agradecería de corazón un abrazo aliado de fuego. edumormed@hotmail.com

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