viernes, 24 de mayo de 2024

EL TRABAJO EN GRUPO

 Significación del trabajo en grupo desde la perspectiva de una conquista del mundo

Hay que asegurar el trabajo en pequeños grupos: «célula», «trabajo en células». Nuestro imperativo es: ¡Introducirnos en la catacumba de la célula! Tres puntos de vista deben registrar en cierta medida el material y hacérnoslo intelectualmente accesible: la esencia de la célula, el valor de la célula y la acción de la célula.

La esencia de la célula. En círculos católicos estamos acostumbrados a utilizar otra expresión: trabajo en grupo. Allí se trata de pequeños círculos de élite a los que se reúne y forma. […] O sea, el trabajo en células es el trabajo en pequeños grupos seleccionados, trabajo hacia dentro y hacia fuera, en todas direcciones.

El valor de la célula y el trabajo en células. La historia demuestra que, a menudo, las células, el trabajo en células, el trabajo de club, el trabajo en grupos, han sido desde hace milenios la madre de muchas revoluciones, pero también la madre de todos los grandes movimientos de renovación. Examinen en qué medida eso es cierto. Piensen en el movimiento de renovación que Cristo representó con su pequeño grupo, los apóstoles. Pueden tener presente también a fundadores. El trabajo de élite, el trabajo en grupos, el trabajo en células es la madre de todo gran movimiento de renovación, pero también de toda revolución. […]

En esta era de las organizaciones de masas, de las concentraciones, del marchar resonante de la masa, en la medida en que de nosotros dependa no debemos retirarnos a las catacumbas para permanecer en ellas. Si nos retiramos a la catacumba de la célula lo hacemos a fin de desplegar desde allí planes de conquista del mundo y de realizar un trabajo de renovación. […]

Unas palabras sobre la acción de ese tipo de pequeñas células y grupos

Con respecto a lo venidero, pero también, retrospectivamente, a lo que se ha experimentado en el campo católico en la vida de las asociaciones, la forma de acción [de las células y grupos] debería tener las siguientes propiedades:

Primero: los grupos tendrían que actuar de forma creativa: tan creativa como la semilla que se hunde en la tierra y sucumbe ‒tan creativa como lo era, por ejemplo, la de los primeros cristianos en las catacumbas‒ tan creativa como la de los cristianos de todos los tiempos cuando eran perseguidos y tenían que retirarse en pequeños círculos y grupos.

Segundo: nuestros grupos tendrían que actuar interiorizando en todo sentido. El que cree tener una misión especial solo podrá mantenerse en pie si cultiva una pronunciada vida interior. Solo entonces emanará de él la correspondiente fecundidad. […]

Me permitirán que, para variar, les haga escuchar una frase de la literatura que ilustra lo que les he dicho. Son consejos del santo sacerdote [Joseph Marie] Timon-David: «Yo no censuro para nada la música, el teatro, las fotografías, los ejercicios gimnásticos, los juegos, etc.».

Ustedes han escuchado ya el principio a partir del cual queremos aplicar todas las demás cosas. Nosotros acentuamos la educación religioso-moral orgánicamente unilateral. [Lo importante es el cultivo de nuestra competencia central]. Todo lo demás debe verse, en lo posible, en el contexto de este valor central. Lo central no debe pasar a un segundo plano: cultivo de la vida interior y, por eso, aplicación de los medios sobrenaturales. […]

Así comprenderán ustedes el modo en que actúan estos pequeños grupos de élite. Son creativos, son interiores y actúan interiorizando; y,

Tercero: nuestros grupos actúan conquistando el mundo. Sería una gran tragedia si esas pequeñas comunidades fueran autosuficientes. ¡No, no! ¡Conquistar el mundo! Hemos escuchado ya la frase que dice: la élite tiene que introducirse en la masa. No la élite por la élite, sino que la élite tiene que aspirar a la santidad en atención a los demás. El desborde de la vida divina puja entonces también por salir a la masa.

Con ello hemos perfilado brevemente la «segunda catacumba», que tenemos que construir con fuerza creciente si queremos seguir estando preparados para el futuro.

J. Kentenich, 1950, en Grundriss einer neuzeitlichen Erziehung, 230-240

 

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