Con el comentario de la semana pasada (viernes, 6 de
diciembre: “Humildes y confiados en las manos de Dios”) puse fin a mis
reflexiones basadas en las charlas del Padre Kentenich a los matrimonios de
Milwaukee durante los dos primeros trimestres del año 1956. Procedería ahora
seguir con las charlas del tercero y cuarto trimestre del mismo año, pero
existe el inconveniente de que la Editorial Schoenstatt no ha publicado aún los
tomos correspondientes en español, por lo que me veo en la necesidad de seguir
con los textos editados en el Tomo 5 de la serie “Lunes por la tarde ….
Reuniones con familias” que recogen lo dicho por el fundador de Schoenstatt en
los tres primeros meses del año 1957.
Mientras que en los meses de julio a septiembre del
cincuenta y seis el Padre Kentenich trataba de mostrar a Cristo y María como
imágenes o reflejos del Padre Dios, invitando a sus oyentes a vivir la
espiritualidad cristiana como hijos del Padre, pasaría en los meses sucesivos a
tratar cuestiones y acontecimientos de la sociedad de entonces a la luz de la
fe, indicando a los matrimonios los caminos adecuados para dar testimonio de su
ser cristiano.
A comienzos del año 1957 profundizará estas reflexiones.
Lo podemos leer en la ‘Introducción’ al Tomo 5 de esta serie.
“La difícil situación política mundial del año 1956 y el temor de la población estadounidense ante la amenaza de una guerra impulsaron al padre Kentenich en noviembre de 1956 a hablar sobre el ideal del hombre apocalíptico en un tiempo apocalíptico.
Según expone, vivimos en un tiempo en el que nadie tiene derecho a vivir de forma mediocre. El Apocalipsis exige espíritu de mártires y, como los primeros cristianos, también nosotros tenemos que estar dispuestos a sufrir el martirio. ¿Cómo podemos prepararnos para ello? Tomando más en serio nuestra alianza con Dios y poniéndonos completamente a su disposición. La preparación interior al martirio comienza en el martirio de la vida cotidiana, en el sí a la voluntad de Dios en las pequeñas cosas de cada día. Esta orientación hacia Dios y su voluntad, la vida en alianza con Dios, confiere a nuestra vida un punto firme de reposo, y nos prepara para situaciones en las que nos veamos desafiados por las dificultades y el sufrimiento.
Pero no solo nosotros nos ponemos a su disposición. En las consideraciones subsiguientes el padre Kentenich enfatiza una y otra vez que se trata de una disponibilidad mutua: Dios también se pone a nuestra disposición. Él mismo se nos regala: nos regala su poder, su sabiduría y, sobre todo, su amor misericordioso. La gran inquietud que atraviesan las pláticas que van hasta marzo de 1957 es la transmisión de la correcta imagen de Dios. El padre Kentenich constata que muchas personas tienen una imagen distorsionada, errónea de Dios, y que solo unas pocas están profundamente convencidas de que el afecto primordial en Dios hacia sus criaturas es el amor misericordioso. Ese es el amor que, en primer lugar, se encuentra en Dios, y no la justicia. El padre Kentenich acentúa que la imagen de Dios es la imagen del Padre, y, en concreto, la imagen del Padre misericordioso.”
La autora de esta introducción, la Hermana Mariengund Auerbach del Instituto de las Hermanas de María de Schoenstatt, nos invita a preguntarnos si estamos convencidos de que el amor misericordioso de Dios está constantemente a nuestra disposición, y si consideramos todas las situaciones de nuestra vida, sobre todo los golpes del destino, como expresión del amor misericordioso del Padre, viendo en ello también un regalo de Dios para nosotros.
“Creer en el amor misericordioso del Padre Dios” es el subtítulo del Tomo 5 de la serie los “Lunes por la tarde …”, cuyas charlas leeremos y comentaremos en las próximas semanas. Estoy convencido que también serán motivadoras para nosotros dada la actualidad de los planteamientos que en las mismas se hacen.
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Para leer o escuchar el ‘Prefacio’ y la ‘Introducción’
al ya citado Tomo 5 haz 'clic' en el siguiente "Enlace":
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