(Nota previa: Reproducimos
hoy el texto de una conferencia dada por el Padre Kentenich a los grupos de
señoras del Movimiento de Schoenstatt en la ciudad de Valparaíso/Chile en
noviembre del año 1948. La Rama de Señoras de Chile la publicó en el año 1978 junto
a las demás pláticas que el Fundador había dirigido en Valparaíso y Santiago a
los grupos de señoras y juventud femenina durante sus nueve visitas entre los
años 1947 y 1952, como regalo y aporte a la Familia. Estas charlas son
consideradas por la Rama de Señoras como la herencia sagrada que nuestro Padre
les dejara en Chile. Valga recordar que en Chile el mes de María se celebra
durante el mes de noviembre. Este BLOG publica esta conferencia para concluir
la serie de textos referidos al “ideal de la mujer”.)
DISPOSICION
1. Motivos para la elección del tema
- Desprecio de la cultura actual sobre la
nobleza del cuerpo femenino
- Utilización exhibicionista del cuerpo
femenino
- Confusión generalizada sobre la identidad
de los sexos
2. Dignidad de la mujer
- Respeto
es la expresión de la dignidad de la mujer
- Dios puso en la Stma. Virgen la
encarnación del ideal femenino
- María como representante del género
humano
- Grandeza de María: Mujer resplandeciente
como el sol
3. Historia de la creación
- Dios crea al hombre y a la mujer en
estado de gracia
- Caída de nuestros primeros padres por el
pecado de desobediencia
- Cristo redime al mundo y redime a la
mujer
- Dignidad del matrimonio: el hombre será
fiel a la mujer elegida
- La mujer, a través de María, recupera su
soberanía
4. Realeza y dignidad de María
- La mujer ve reflejada la realeza de María
en su propio ser
- De ahí el sentido de su vida: conducirse
en forma real como la Madre de Dios
- María: virgen y madre
- María: “he aquí la esclava del Señor”, no
del hombre
- La mujer mira a María, el hombre descubre
los rasgos de María en la mujer que mira
- “Reconoce, mujer, tu grandeza y dignidad”
5. María representante del género humano
ante Dios
- La única naturaleza humana presente en el
cielo es la de una mujer
- Dios no salva al mundo sin la cooperación
humana
- Con respeto se acerca a la mujer, y
espera el “fiat” libre de la Stma. Virgen
- María da el “fiat” en su nombre y en el
de todo el género humano – después se realiza la encarnación
- En el Gólgota, María vuelve a asumir su
papel
- El demonio se vale de una mujer para
perder al mundo
- Dios se vale de una mujer para salvar y
redimir al mundo. “Pondré enemistad entre ti y la mujer”
-
Todas las mujeres comparten la dignidad de la Stma. Virgen
6. Consecuencias prácticas
- Llevar a los hijos y al marido a los pies
de la Virgen
- Despertar en ellos el amor a los rasgos
de la Madre de Dios
- Si el hombre respeta y venera a María,
respetará y admirará la dignidad de la mujer
- Nosotras debemos estar convencidas de
nuestra dignidad. Así podremos renovar el mundo actual y especialmente al
hombre.
1. ¿Cuál es el motivo para pedirme
este tema?
Tres motivos
tiene la mujer para pedir este tema, en una conferencia especialmente dedicada
a la Virgen María, en su mes:
a. Un
sentimiento de vergüenza por el escarnio y el desprecio que la literatura
actual hace de la mujer rebajando la nobleza del cuerpo femenino; toda mujer
anhela en el fondo de su ser que se le considere en toda su sublime dignidad.
b. Una mujer
noble sufre cuando ve que el cuerpo femenino es objeto de exhibición en vitrina
(escaparate), anuncios, revistas, etc. y se presta para todo.
c. El tercer
motivo es la inseguridad de salvar el alma… Hoy se habla tanto acerca de la
mezcla de los sexos; el hombre y la mujer no saben cómo son realmente. Hay
extrañas mezclas en sus actitudes, sus sentimientos e ideales. Las costumbres y
la forma de pensar actual contribuyen a esta confusión y brota por lo tanto el
deseo legítimo y noble de tener la convicción de la propia personalidad. La grandeza
del hombre y de la mujer reside en su complementación. Tanto vale el hombre
como la mujer, sin que esto quiera decir que sean iguales.
2. Dignidad de la mujer
La vida
actual se ha encargado de mecanizar al ser humano. La mujer aspira a conocer y
ocupar su auténtico lugar que la cultura le ha asignado. Citando las palabras
de san León: "reconoce hombre tu verdadera dignidad" podríamos decir:
"reconoce mujer tu verdadera dignidad luminosa de madre".
Lo explicaré
sencillamente. Yo entiendo por Dios al Dios Uno y Trino, pero también a
Jesucristo que anduvo en la tierra. Si yo le pregunto a Dios ¿cómo entiende la
dignidad de la mujer? me contestaría: "estudia el respeto y sabrás lo que
yo pienso de la mujer". "Respeto es la expresión de la dignidad de la
mujer". El respeto de Dios hacia la Virgen María nos señala lo que Él
pensó sobre la dignidad de la mujer.
Les quiero
mostrar este respeto en dos aspectos. Dios me dice: Yo he hecho a una mujer el
centro de todo el mundo; todo lo grande, todo lo excelso lo he colocado en una
mujer; cuanto de poder, bondad, sabiduría y grandeza tiene Dios, lo puso en
María, encarnación del ideal femenino.
Dios hizo a
María representante del género humano tanto en el cielo como en la tierra. San
Agustín dice: "el respeto de Dios hacia la Virgen, es el rayo que ilumina
a todas las mujeres. Ese mismo respeto que rinde a Ella, lo rinde por su
intermedio a todas las compañeras de su sexo. En la imagen de María, obra
maestra del sublime poder de Dios, está reflejada toda la grandeza y dignidad
de la mujer".
En este mes
de María sería muy bueno que nos perdiéramos en la grandeza de María y al ver
su imagen nos viéramos todas reflejadas en ella. Cuán hermoso tiene que ser
Dios que ha creado las flores tan bellas, que ha creado el mar y las montañas,
que ha puesto tantas cualidades tan hermosas en los hombres; pero todas estas
grandes obras han sido superadas por la creación de la santísima Virgen. Ningún
hombre brilla como Ella. La obra maestra de Dios no es un hombre, sino una mujer.
Dios se inclina ante Ella y su dignidad. La imagen de María revela la esencia y
la realidad de la mujer.
Muchos
teólogos buscaron una imagen para describir la grandeza de María. Nos dicen que
cuando Dios creó a la santísima Virgen, Dios estaba en éxtasis. El artista
puede hacer su obra con toda tranquilidad; de la misma manera dicen los
teólogos que Dios creó al mundo, como un arquitecto traza los planos de su
obra. Pero cuando creó a la santísima Virgen estaba en éxtasis. Toda la
grandeza y hermosura de que era capaz la concentró en esta criatura. La Iglesia
piensa igual y admirada canta el "tota pulchra est María",
eres toda hermosa y no hay mancha en ti. Habla de esa mujer resplandeciente
como de un sol; nosotros comparamos en la vida natural una vela con un sol; la
vela somos nosotros, la Virgen es el sol, grande como una bola de fuego.
3. Detengamos nuestra mente un
momento; demos una mirada hacia atrás, hacia el Paraíso Terrenal, acordémonos
cómo Eva fue formada, Dios la creó en estado de gracia, ella era una reina al
Lado de Adán el rey, y en esta forma la mujer habría tenido que andar por el
mundo eternamente.
Dios hizo a
la mujer con grandes cualidades que debían tener influencia sobre el hombre;
pera Eva abusó de estas cualidades y tentó al hombre. Por influencia del
demonio la mujer también se hizo cómplice del hombre. Dios la castigó, su
castigo fue ser la compañera de exilio del hombre, que se había mostrado
indigno de su corona de rey. Eva, de reina, pasó a ser esclava. La vemos en ese
pasado del paganismo como un ser lastimero, entregada al poder del hombre.
En la
historia vemos estas quejas: que desgraciadas somos las mujeres, apenas
nacemos, ya el varón es colocado por encima de nosotras; casadas, estamos
sometidas al marido; madres, a los hijos.
Pero Jesús
se hace hombre para salvar al mundo. Lo primero que hace es redimir a la mujer
y restituir una y otra vez la dignidad del matrimonio. Es una ley de doble
efecto: reconquista de la dignidad de la mujer por un lado, y obliga al hombre
a ser fiel a la mujer elegida, declarando pecado romper la pureza de la alianza
matrimonial. Jesús protege así la dignidad de la mujer. Dios para mostrarnos el
respeto que tiene por el matrimonio y conociendo la naturaleza humana, sabe que
con solo una legislación adecuada no va a cambiar a las criaturas. Él completa
su obra encarnando todo lo grande y sublime en la Madre de Dios. La mujer, a
través de María, recuperó su soberanía, aun en forma más perfecta que antes del
pecado original.
4. El hombre que ve los rasgos de
reina en la Virgen, los ve en cada mujer que mira.
La mujer que
contempla en la imagen de la Virgen su realeza y grandeza, la ve reflejarse en
su propio ser y por Ella llega a poseer el sentido de su vida: conducirse en
forma real como la Madre de Dios. En la Virgen, la mujer vuelve de nuevo a su
pureza y llega a entender el aprecio especial de la virginidad. La mujer en su
ser más profundo tiende a regalarse a Dios y comprende el sentido real de su
vida: "he aquí la esclava del Señor", no del hombre.
El don más
excelso de la mujer es la virginidad; la maternidad no es sólo una cosa
natural; por eso la Virgen quiere engendrar en el orden espiritual muchos
hijos. En cada mujer existe el deseo de ser madre, reina y virgen; pero
desgraciadamente nosotras no podemos como Ella, ser madre y virgen a la vez.
Reflexionemos cuán profunda era la virginidad en María que no la perdió ni aun
por su maternidad. Era tan espiritual su maternidad que pudo engendrar un hijo
sin contacto de varón; nosotras sentimos envidia de la Virgen porque fue Madre
y Virgen.
Si nosotras
estuviéramos literalmente durante un mes hincadas delante de la Virgen, se
despertaría en nosotras la grandeza y dignidad de la mujer y también el
desprecio por todo lo que atenta a esta dignidad.
"Reconoce, mujer, tu grandeza y dignidad."
5. Un segundo aspecto nos muestra esta
grandeza y dignidad: María representa al género humano ante Dios. Es un honor
para el género femenino que la única naturaleza humana presente en el cielo,
sea la de una mujer… La Virgen como verdadera mujer, comprende como nadie
nuestra naturaleza, sus flaquezas, nuestras preocupaciones. No hay abogada más
perfecta que Ella. ¿No es esto acaso un gran honor para nosotras? Aunque veamos
delante de nosotras a todos los santos: san Pedro, san Pablo, san Francisco,
san Antonio, santa Teresa, santa Teresita, santa Rosa de Lima. ¿Qué son todos
ellos delante de la santísima Virgen?
Si nosotras
preguntamos a Dios si ama a la mujer, Él nos tiene que señalar a la Virgen.
Ella es Madre de cielos y tierra, y por eso en nosotras se debe despertar un
santo orgullo cada vez que la miramos. Es una gran ley en la economía divina,
que no quiere salvar al género humano sin la cooperación humana; pero ¿quién
representa al género humano? Imaginémonos cuán perfectamente cooperó la
santísima Virgen a la redención. Dios envió un ángel a la casita de Nazaret.
Veamos con qué respeto se acerca éste a María, con cuanto respeto le da el
mensaje. Dios quiere el sí, el fiat libre de la santísima Virgen. Él ha
puesto su confianza ilimitada en una mujer. La santísima Virgen no desilusionó
al Dios vivo. Adán y Eva desilusionaron a Dios, ya que ellos estaban ahí en
representación del género humano; por eso toda la humanidad tuvo que sufrir las
consecuencias.
El hombre es
un riesgo de Dios, y la mujer dos o tres veces más. María da el fiat en
su nombre y en el de todo el género humano y se realiza la encarnación.
En el
Gólgota, la Virgen vuelve a asumir su papel. Ella está también como la
representante de toda la humanidad al pie de la cruz; también da su fiat
a la muerte a fin de hacer fructífera la Redención.
Los teólogos
han destacado estas dos palabras: Ave: la Virgen; Eva: la mujer que cayó. Eva
manchó su dignidad; María (Ave) levantó esa ignominia. El hombre al mirar a la
mujer descubre no sólo los rasgos de Eva, sino los de Ave. En María el hombre
volvió a ver encarnada la dignidad de la mujer.
El demonio
se valió de una mujer para perder al mundo, sin embargo el poder del demonio
fue vencido por el pie suave de una mujer. "Pondré enemistad entre ti y la
mujer". Así humilla Dios a Satanás. Si Dios no se hubiera valido de una
mujer para salvar al mundo, el hombre siempre hubiera sentido desprecio por
ella, sin poder olvidar que el pecado llegó al mundo por una mujer. Así muestra
Dios el respeto que merece la mujer. Todas las mujeres se sienten cobijadas a
la sombra de la grandeza de la Virgen María, compartiendo su dignidad.
6. ¿No les parece que durante este mes
de María debiéramos meditar los rasgos de la Virgen y decirle: ¡oh Madre, haz
que yo sea como Tú!?
Sería muy
bueno que llevemos más a menudo a nuestros hijos a los pies de la Virgen,
porque allí les podemos enseñar las leyes de la cortesía, las leyes de la
tradición familiar que despertarán en ellos más respeto por la mujer, pero
sería mejor todavía si despertamos en ellos el amor a los rasgos de la Madre de
Dios.
Llevemos al
joven, a nuestros maridos, a los pies de la Virgen; si él respeta y venera su
corazón, también respetará nuestra corona de madre y nuestra dignidad de mujer.
Si nosotras
estuviéramos más convencidas de nuestra dignidad, entonces cooperaríamos mejor
con lo que Dios quiere de nosotras y podríamos renovar el mundo actual, y no
sólo al mundo, sino especialmente al hombre.
¡Oh Madre,
haz que sea como Tú! Esta gracia
les deseo a todas las que han venido a esta conferencia.
Gracias a nuestro Padre fundador. Roguemos por su pronta canización para que el mundo conozca su gran pedagogía evangelizadora.Ramonita Rodríguez, Puerto Rico 2020
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