(Nota previa: A partir de
esta semana nuestro BLOG del Padre traerá algunos textos importantes del
Fundador de Schoenstatt referidos “al ser y a la misión del varón”. Al iniciar esta
serie reproducimos a modo de introducción algunos pensamientos del Padre Juan
Pablo Catoggio, Argentina, en un “Estudio” publicado en el número 12 de
CARISMA, Editorial Patris, Santiago de Chile, sobre el tema que enunciamos en
la cabecera de estos artículos y titulado “La imagen del varón”. El Padre
Kentenich, escribe el Padre Catoggio, denuncia “una cultura que es
unilateralmente ‘cultura masculinizada’, pero a la vez critica la
desorientación existencial acerca de la especificidad del varón y de la mujer que
llevó a una mezcolanza confusa, donde ‘la mujer no es mujer, ni el varón varón’.
La raíz de esta crisis es la falta de referencia al orden de ser,
concretamente, al deber ser del varón y de la mujer. Por eso la gran
inseguridad en los roles sociales que han de cumplir. Se duda si hay una
especificidad de los sexos o si acaso no es sólo convencionalismo cultural
impuesto por la tradición. Así se explica la nivelación de los sexos en la
moda, en la conducta entre hombres y mujeres, donde las diferencias se borran
cada vez más. “Ya no hay un ideal de mujer ….. ya no hay un ideal de varón …..
la última razón: es que ya no hay ningún orden objetivo de ser”
(Weihnachttagung 1967, p. 46). Estamos ante una “enajenación esencial de los
sexos” (Marianische Erziehung 1934, p. 168).”
La serie “ser y misión del
varón” se inicia con un texto escrito por el Padre Kentenich en el año 1961, en
Milwaukee/Estados Unidos, y que es ‘una apretada síntesis sobre los principios filosóficos-teológicos
fundamentales sobre los cuales se basa su doctrina pedagógica, como así mismo
en la paternidad, viga maestra de todo el sistema’. Ver: MI FILOSOFÍA DE LA
EDUCACIÓN, Padre Kentenich, Editorial Schoenstatt, Chile, 1985. Debido a la
extensión del texto se publicará en dos entregas, la primera parte en esta
semana, y la segunda en la semana próxima.)
LA ACTITUD FUNDAMENTAL DEL EDUCADOR: LA PATERNIDAD
SACERDOTAL
DISPOSICIÓN
1.
EL CONCEPTO
DE PATERNIDAD: PERSPECTIVA FILOSÓFICA Y TEOLÓGICA
-
Lo
sacerdotal
-
Lo paternal
2.
LA
FILIALIDAD: RAIZ Y FUNDAMENTO DE LA PATERNIDAD
3.
LA TRAGEDIA
DE LA CULTURA ACTUAL: LA CARENCIA DE AUTÉNTICOS PADRES
3.1
Caricaturas
de la paternidad
3.2
Raíz
histórica
3.3
La
enfermedad de nuestra época: la incapacidad de amar
4.
EL
RENACIMINETO DE LA PATERNIDAD: UNA TAREA HISTÓRICA
4.1
Prioridad
sobre otras tareas
4.2
La educación
del varón y la paternidad
4.3
El hombre masa: fruto de la desvinculación personal
5. ELEMENTOS QUE
IMPLICA EL RENACIMIENTO DE LA PATERNIDAD
-
Ser padre y sentir como padre
-
La condición: ser niño
5.1 El amor
paternal
5.1.1
El amor filial, puente hacia Dios Padre
5.1.2
La auténtica filialidad
-
Reciedumbre del niño
5.1.3 Tres afirmaciones esclarecedoras
-
Puer et pater
-
Sentir filial
-
El don de la sabiduría
5.1.4 Paternidad y autoridad
5.1.5 Entrega, respeto y confianza: elementos del amor
paternal
5.2 La
sabiduría paternal
5.3 El cuidado
paternal
6. PATERNIDAD
Y MATERNIDAD
TEXTO DEL PADRE FUNDADOR
…………….. El amor simplemente no sólo es el mayor poder en el cielo y en la tierra, sino que ha de ser visto y valorado como el gran poder creador en la educación. No en vano se escucha en el movimiento de Schoenstatt que educadores son hombres que aman y que nunca dejan de amar. Los verdaderos y auténticos educadores son genios del amor...
Así lo expresa Don Bosco cuando llama a su pedagogía “hija del amor”. En su testamento lo formula del siguiente modo; “Si quieres que se te obedezca, debes lograr ser amado (lo mismo vale en relación a todas las demás virtudes morales). Si queréis ser amados, entonces debéis amar. Y esto sólo no basta. Debéis dar un paso más; vuestros educandos no sólo han de ser amados por vosotros, sino que deben llegar a darse cuenta de ello. ¿Cómo ocurre esto? Debéis preguntárselo a vuestro corazón, él lo sabe”. ………
1. EL CONCEPTO DE PATERNIDAD: PERSPECTIVA FILOSOFICA Y
TEOLOGICA
Con esto ya
nos estamos refiriendo a la actitud fundamental que Schoenstatt exige de sus
educadores: la actitud de la paternidad
sacerdotal.
Lo
sacerdotal
La palabra
sacerdotal tiene dos sentidos. Puede ser considerada desde un punto de vista
filosófico o teológico.
En el primer
caso, en el sentido de una acentuada filosofía del ser, significa el estar
enraizado en forma inquebrantable en últimos principios metafísicos del ser,
que según la ley ordo essendi est ordo agendi, determinan la vida y la
doctrina. Afirmando ambas sobre un fundamento de roca, dan de esta manera, en
un tiempo de creciente confusión espiritual, tanto al educador como al
educando, firmeza, cobijamiento y seguridad ante la vida.
Ciertamente
es un riesgo situarse hoy en día en esta perspectiva. Se encuentran
relativamente pocos defensores de una philosophia perennis. En todas
partes —o casi siempre— se habla de un conocimiento experimental, de una
filosofía existencial, de teorías del desarrollo absoluto, que no encuentran en
el ser ni un fundamento ni un núcleo permanente.
Es evidente
que no es tarea fácil recomendar a tales círculos que busquen un fundamento
metafísico para su actitud como educadores. El caso se torna aún más complicado
si se piensa y considera la importancia y el fundamento teológico de la actitud
sacerdotal para el educador. En este caso se piensa en una participación
marcadamente original del educador en la actividad educadora del Padre Dios,
que se prodiga creadoramente regalándose a sí mismo sin medida.
Lo paternal
La
paternidad determina la mentalidad y la actitud, forma un original estilo de
vida y de trabajo, se arraiga siempre en el ser padre que, considerado metafísicamente,
es reflejo y transparencia o participación en la paternidad divina.
2. LA FILIALIDAD: RAIZ Y FUNDAMENTO DE LA PATERNIDAD
Normalmente
esta paternidad llega a ser plena y alcanza su expresión más honda cuando una
experiencia religiosa de filialidad ante el Padre Dios la ha precedido y
acompañado.
Esto quiere
decir, en general, que a la larga, sólo puede llegar a ser padre, en el pleno
sentido de la palabra, aquel que posee, en forma permanente, una profunda
vivencia de hijo ante el Padre Dios.
Pero casi
siempre tales experiencias de filialidad sobrenatural suponen vivencias
semejantes en el plano natural o en relación a transparentes humanos de Dios.
Según la ley
de la transmisión de sentimientos, una experiencia negativa de paternidad en
relación al transparente humano condiciona esencialmente la relación con Dios.
Por eso puede afirmarse con propiedad que tiempos sin padre son tiempos sin
Dios. Casi necesariamente tales tiempos están condenados a engendrar en gran
escala ateos de todo tipo. Al revés, también vale la afirmación de que tiempos
plenos y ávidos de paternidad son tiempos plenos y ávidos de Dios.
3. LA TRAGEDIA DE LA CULTURA ACTUAL: LA CARENCIA DE
AUTÉNTICOS PADRES
Si
mantenemos esta perspectiva ante nuestra mirada, comparándola con la posición
que ocupa, el padre, en la cultura moderna, no es difícil formular la
importante aseveración: la tragedia del tiempo actual es, en el fondo, la tragedia
del padre. En forma creciente vivimos y nos movemos en un tiempo sin padre.
3.1. Caricaturas de la paternidad
El padre se
convierte cada vez más en una figura trágica en la literatura y en la vida.
Basta recordar la frecuencia con que las revistas cómicas se ocupan de él y las
caricaturas que exhibe continuamente la televisión. Tanto en uno como en otro
caso se muestra una imagen desfigurada de lo que significa ser padre y de la
auténtica paternidad. Se le ve, es cierto, bien intencionado, pero no pasa de
ser un torpe personaje que ha fallado totalmente en el ejercicio de su
autoridad paternal como instancia decisiva en la vida familiar. Es objeto de
burla y, en el mejor de los casos, objeto de compasión para la mujer y el hijo,
especialmente para las hijas mayores.
3.2. Raíz histórica
¿Cómo se ha
llegado a esta trágica situación?
Es un largo
proceso el que ha conducido a este lamentable asesinato moral del padre, el
cual a su vez ha traído como consecuencia las dificultades originadas por su
carencia.
Nos llevaría
muy lejos querer profundizar aquí esta cuestión. La revolución francesa (1789)
representa un cierto hito histórico culminante en este devastador proceso. En
verdad, con éxito extraordinario logró sustraer al hombre y a la humanidad el
derecho a experimentar el poder de amor paternal, e impulsarlos, bajo el lema
“libertad, igualdad, fraternidad”, a asociarse libremente, como individuos
libres, como los “hermanos”, en contra del padre.
La
devastadora y envenenada opinión pública que resultó de todo ello encontró en
la persona de Carlos Marx un exponente fuertemente contaminado con esta
realidad. Como hijo de su época, fue él también un hombre profundamente
perturbado en su capacidad de amar.
Carlos Marx
asimiló de su tiempo los problemas que acarrea la carencia de padre y la
protesta contra el padre, —cosas que fueron confirmadas por propia experiencia
personal— y proyectó esta devastadora carencia de padre en su tiempo,
convirtiéndola, por la poderosa influencia que ejerció en su siglo, simplemente
en destino para la humanidad.
3.3. La enfermedad de nuestra época: la incapacidad de
amar
En nuestros
días se ha ido confirmando cada vez más la siguiente experiencia: quien en su
vida, sobre todo en su infancia y años de desarrollo, ha tenido que sufrir gran
carencia de amor y hambre de amor, normalmente permanece enfermo a lo largo de
toda su vida en cuanto a su capacidad de amar.
Por eso, con
razón se habla hoy en día en todas partes de la dificultad, de la debilidad o
de la incapacidad de contacto del hombre moderno.
No es esta
una enfermedad contagiosa de tipo corriente, sino que debemos catalogarla como
una tremenda epidemia que penetra en todas partes, causando daño no sólo en las
relaciones interpersonales sino también en el seno sacrosanto de la familia.
Cuán a menudo hay que reconocer que los padres de hoy son ya hijos de padres
que cuentan con una capacidad de amar perturbada. No hay que admirarse,
entonces, cuando sus hijos “en lo más profundo de su ser ya no cuentan con el
poder del amor, sino a menudo tan sólo intentan torpes y conmovedores gestos de
amor”.
Es superfluo
indicar que aquí sólo queremos señalar la dirección hacia la cual el actual
desarrollo se va moviendo con velocidad vertiginosa. Es evidente que aún
existen muchos matrimonios y familias —a modo de islas— en los cuales la
situación se presenta de modo más favorable. Pero ¿cuánto tiempo podrán
resistir aún a la epidemia?
4. EL RENACIMIENTO DE LA PATERNIDAD: UNA TAREA
HISTORICA
De este modo
podemos comprender por qué la preocupación por hacer nacer de nuevo al padre
constituye una de las tareas más centrales de toda la educación.
4.1. Prioridad sobre otras tareas
Ciertamente
existen muchas otras inquietudes tocantes a la formación y educación del varón.
Todas ellas —a veces más, a veces menos— tienen su importancia. Por eso, no
queremos dejar de verlas ni tampoco eliminarlas. Pensemos, por ejemplo, en la
cuestión muy actual de la formación de adultos o en las exigencias que plantea
el apostolado de los laicos. Préstese, además, atención al hecho de que en toda
la Iglesia se buscan varones que lleguen a ser apóstoles. El Papa y los obispos
aprovechan toda ocasión propicia para poner esto de relieve. Recuérdese la clara
misión del varón en la actualidad, que radica en dar espíritu, ordenar y
acomodar su tarea o su trabajo —que constituye buena parte del mundo técnico de
hoy— a la escala de valores objetiva querida por Dios. No olvidemos,
finalmente, que la salvación del orden social cristiano en disolución y el
cambio profundo de la orientación política dependen, con urgencia, de un
vigoroso compromiso viril... Así podría continuar y señalar una tras otra las
tareas que hoy en día se exigen del varón. Sin embargo, cada vez debería añadir
que todo esto —y mucho más— es urgentemente necesario y conveniente… pero no es
lo que debe ser considerado en primer lugar.
En primer
lugar está un bien entendido renacer del padre, o dicho en otras palabras, la
múltiple y enérgica revivificación de una nueva imagen de padre, tal como lo
exige el tiempo actual según el querer de Dios. El clamor que se levanta por
educadores educados equivale al clamor por padres auténticos y educados.
Si se quiere
dar una respuesta esclarecida a este problema, hay que examinar primero la
enfermedad radical que aqueja al hombre actual. Investigaciones exhaustivas
ponen de manifiesto dónde radica el peligroso y último foco de la enfermedad:
la lamentable y creciente carencia de capacidad de amar en forma íntima y
vigorosa.
4.2. La educación del varón y la paternidad
Normalmente
siempre le ha resultado difícil al varón lograr que un amor auténtico pueda
captar y transformar sus poderosos instintos y la fuerza avasalladora que ellos
desatan. Esto se explica si se tiene en cuenta su original estructura
físico-síquica, diferente al modo de ser y vivir femeninos. Una antigua fábula
nórdica llama simbólicamente la atención sobre esta realidad. Afirma que, con
ocasión de su bautismo, los antiguos héroes germánicos habrían mantenido su
brazo derecho fuera del agua bautismal. Con ello querían expresar que, a pesar
del bautismo, fieles a las antiguas costumbres paganas, aunque ahora fuesen
cristianos, tenían la intención de seguir abrazando a la mujer y de emplear la
espada. Es decir, no querían renunciar a dar rienda suelta a sus instintos
desordenados. O, dicho de otra forma, no querían que esos instintos fueran
bautizados, a fin de conservar su antigua libertad, sin integrar ni subordinar
sus instintos al amor cristiano.
Si se tiene
en cuenta esta disposición y fundamento natural, no es de extrañar que el sexo
masculino se contagie, rápida y hondamente, incluso a menudo en forma
incurable, con la enfermedad radical, con el bacilo de la epidemia que ataca al
hombre moderno: la múltiple disminución de la capacidad de amar...
4.3. El hombre masa: fruto de la desvinculación
personal
Lo que suele
darse como fundamento de las mutaciones del individuo y comunidad en el tiempo
actual, al ser examinado más de cerca se revela como síntoma, es decir, como
expresión y efecto del mencionado bacilo. Esto se refiere, ante todo, a las
crecientes tendencias de masificación que arrancan con violencia al hombre de
su vinculación básica y elemental con Dios y con los hombres.
No cabe duda
de que, en la medida en que desaparece el amor personal al tú personal humano y
al tú divino, se “cosifica” y se instrumentaliza la relación natural —o al
menos fundada en su ser— tanto respecto a los hombres como a Dios. De este modo
se abre camino al hombre masa sin alma, o sin interioridad, cansado de la
libertad, e incapaz de decidir, que puede ser movido de un lado a otro como una
caña mecida por el viento de la opinión pública o por el látigo del dictador.
Aquí se
encuentra también la raíz de la notable apatía moral, del desenfreno de los
instintos, así como también de la exaltación del ídolo femenino que constatamos
hay en el mundo.
Allí donde
la moral tiene sus raíces y su corona en un verdadero amor, o donde la vida
instintiva es gobernada con una sabia y vigorosa disciplina por el amor, se
está en camino de convertir al amor, ley fundamental del mundo, en la ley
fundamental de la vida y de la educación, dando así al individuo y a la
sociedad la impronta querida por Dios.
(Continuará la semana próxima)