¡Dios es
Padre! ¿Qué significa «Dios es Padre»?
Actitud
paterna de Dios
Dios tiene
una actitud paterna sumamente profunda, no sólo frente a la masa del
pueblo sino también frente a los individuos. Pero esto tampoco es suficiente,
sino que tiene una actitud paterna también frente a las cosas más
insignificantes de cada individuo. ¡Escuchen la contraposición! ¡Qué efectos
debe haber tenido en aquel tiempo, sobre el oscuro trasfondo de aquella época!
Véanlo, por favor, en el Nuevo Testamento: ¡cuánto se esfuerza Jesús por llenar
el concepto de padre con todo lo que puede contener! ¡Con cuánto amor,
misericordia, fidelidad! Su palabra tiene siempre una sonoridad tan plena
cuando habla de Dios Padre y de su actitud paterna, que no hay ninguna
paternidad humana que pudiese compararse con la paternidad divina. ¡Si ustedes,
seres humanos que se denominan padres, son buenos con sus hijos, cuánto más su
Padre celestial! (véase Lc 11,13).
¡Y cuánto
empeño pone Jesús en destacar, en todas partes y en forma fortísima, ese amor
paterno de Dios, ese cuidado paterno frente a cada persona individual en las
cosas más insignificantes! A veces pareciera como si quisiese violentar la
justicia con tal de destacar en forma especial la misericordia del Padre. Basta
con que pensemos en los obreros de la viña (Mt 10,1-6). Los últimos obreros
reciben el mismo jornal que los primeros. ¿No es aparentemente una injusticia?
¿Qué quiere indicar? La bondad y misericordia de Dios. Pensamos en todas las
otras parábolas. ¿Qué hace el Señor? Deja las noventa y nueve ovejas para ir en
busca de una sola (Mt 18,12s). Y además ¡cuánto se esfuerza Jesús en presentar,
una vez más, que el Padre hace brillar el sol en todas partes! (véase Mt 5,45).
Y cuando se pone a describir el cuidado del Padre por el individuo con sus
pequeños problemas y preocupaciones, utiliza las imágenes más poéticas, las
palabras de mayor riqueza. Es una de las páginas más clásicas de la literatura
universal. Habla de las aves del cielo, de los lirios del campo, que no siegan
ni cosechan… ¡Cuánto más se ocupa de vosotros! (véase Mt 6,25ss).
¡Escúchenlo:
se trata de un mensaje nuevo también para el tiempo actual! Así se encuentra
ante nosotros esculpido en forma clarísima la actitud paterna del Padre. Pero
esto todavía no es suficiente.
La
paternidad divina, raíz de la actitud paterna de Dios
¿Cuál es la
raíz de esa actitud? ¡Qué claro nos lo presenta la Sagrada Escritura! Es la paternidad
real. Dios es realmente nuestro Padre, nosotros somos realmente sus hijos. …..
¡La conciencia de que Dios es realmente nuestro Padre y, nosotros, realmente
sus hijos! Videte, videte! (ved, ved!) qué amor nos ha tenido el Padre,
que nos llamamos y somos sus hijos (véase 1Jn 3,1). Somos realmente hijos de
Dios, por supuesto no sus hijos congénitos. Somos hijos de Dios: en efecto, tal
como hemos expuesto extensamente en su momento, no hay en el orden natural ninguna
realidad análoga que nos presente todo el sentido y contenido de esta condición
de hijos sino que decimos paternidad adoptiva y filiación adoptiva. No
obstante, esta expresión no acierta el núcleo porque el padre adoptivo sólo
puede dar a su hijo algo exterior: su nombre y su patrimonio, pero nada de su
naturaleza. En cambio, en nuestro caso, la filiación divina significa
participación, comunicación de la vida divina por inhabitación. Participamos
misteriosamente de la vida de Dios, de la vida del Padre.
(Tomado del libro "Las Fuentes de la Alegría", P. José Kentenich, Editorial Patris, Santiago/Chile, Págs. 260/262)
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