miércoles, 14 de septiembre de 2011

Los santuarios filiales


Texto del Padre Fundador

Construyamos el santuario …… Me referiré primeramente a la construcción de los santuarios filiales. ¿Por qué razones estamos convencidos de que en ellos obtenemos las mismas gracias que en el santuario original? ¿Qué condiciones tenemos que cumplir y qué frutos podemos esperar a la hora de poner tan fuertemente en primer plano los santuarios filiales?
Para nuestros extranjeros era muy difícil carecer de santuarios filiales. Piensen en Chile, Brasil, ….. ¡Qué importante es el santuario, especialmente para los latinos que tienen una disposición tan marcada para lo sensible! Resulta difícil introducir a alguien al mundo de Schoenstatt apelando sólo a la exposición de ideas. De ahí pueden inferir la importancia crucial que revistió nuestra espiritualidad de los santuarios filiales.
Entre las Hermanas que llegaban al extranjero provenientes de Alemania había una tácita inquietud. Fue solucionada construyendo los santuarios filiales de modo que, en lo posible, fuesen idénticos al original: así se facilitó en ellos la vivencia de hogar por asociación al santuario original. ………. Ésta fue también la razón de por qué siempre mantuvimos la consigna: En lo posible asemejarse al santuario original, pero también incorporarse a él. ¿Qué significa asemejamiento? Que todo lo externo sea igual. ¿E incorporación? Que nos integremos a la misión del santuario original. Hay que designar los procesos de vida siempre con los mismos términos. Con el paso del tiempo debemos desarrollar esa maestría, porque nos infundirá seguridad en cuanto a los principios metafísicos. Vale decir entonces que no sólo hay que lograr un asemejamiento e incorporación a la Cabeza sino también un asemejamiento e incorporación al lugar.

(Texto tomado de las ‘Conferencias de Roma’ del 21 y 22 de noviembre de 1965. p. 138 - 180 – Ver: Kentenich reader, Tomo 2: Estudiar al Fundador, Pág. 160)

Comentario

La historia de nuestra Familia es un regalo de la Divina Providencia para todos nosotros. Somos un organismo vivo que tiene su origen en un proceso de vida, iniciado el 14 de octubre de 1914 en Schoenstatt/Alemania, y que se ha desarrollado como una corriente de vida en todo el mundo. El Padre Kentenich nos recuerda la necesidad de una fidelidad a la fuente de vida para que la corriente no cese. Somos un gran universo que debe concretarse en los que llamamos “puntos de contacto” de la Familia: la persona de María y la vinculación a Ella en la alianza de amor, la persona del Fundador José Kentenich y el santuario como lugar de gracias. Nuestras Hermanas, un grupo de misioneras llegadas a Uruguay a principio de los años cuarenta del siglo pasado, lo tuvieron claro: constatando la imposibilidad de viajar a Alemania para visitar el Santuario en Schoenstatt, construyeron en el año 1943 el primer santuario filial en el mundo como “garantía de su fidelidad al Santuario original”. Siguieron otros: el de Santa María en Brasil en abril de 1948, el de Bellavista en Santiago de Chile en mayo de 1949, el de Cathcart en África del Sur en diciembre de 1949, el de Londrina en Brasil en mayo de 1950, y así hasta más de doscientos en los cinco continentes. Cada uno de nosotros puede dar testimonio de su encuentro con Schoenstatt en un lugar concreto, en un santuario que ha sido su fuente de gracias. En mi caso fue el Santuario de Pozuelo de Alarcón en Madrid, bendecido el 18 de octubre de 1969. Es el Santuario Cenáculo del Padre.

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