viernes, 25 de abril de 2025

EL PADRENUESTRO, UNA ESCUELA DE ORACIÓN

"Padre nuestro…" Me encuentro aquí ante Dios como Dios Padre, como Dios Trino. "Padre", Padre del Hijo, Padre del Unigénito, pero también Padre de nosotros. Sí, Padre nuestro. Yo estoy como hijo, como hijo adoptivo ante Dios, mi Padre. Por eso es tan importante meditar nuevamente sobre el "tú" que tengo frente a mí. ¿Acaso no perciben cómo la luz que se irradia de este tú ilumina mi pequeño yo, ennobleciéndolo, haciéndome levantar los ojos hacia lo alto, elevando todo mi ser? Y yo, por mi parte, me apoyo en él, en Dios Padre.

"Padre nuestro"… nuestro Padre… Estas palabras me hacen sentir espontáneamente miembro de la gran familia de Dios, y no tanto como individuo aislado.

«Padre nuestro que estás en los cielos». Popularmente sabemos bien lo que significan estas palabras ¿no es cierto? Ellas nos recuerdan la omnipotencia de Dios. Dios se nos aparece como la bondad y la amabilidad personificadas. Pero esta frase "que estás en los cielos" nos llama además la atención sobre la omnipotencia divina. De ahí que ante Dios debamos mantener una actitud de respeto y a la vez de amor. Con toda nuestra alma, desde lo más hondo, acogemos, abrazamos al otro polo, al tú divino, con un movimiento en el que se observa una línea que va y otra que vuelve.

Traten de profundizar más en esta introducción del Padrenuestro. No se precipiten en sacar enseguida consecuencias éticas, sino dediquen más tiempo a sentir y gustar esta gran realidad de la inhabitación divina, de la santísima Trinidad morando en el alma, de nuestra propia entrega al Dios Trino que habita en nosotros. Esta vinculación al Dios que está en nosotros es ya oración en el sentido más eminente del término.

En efecto, necesitamos vincularnos a Dios. Procuremos por lo tanto que ese proceso de vinculación sea siempre lo esencial, lo excelso, en nuestra oración. No pongamos enseguida la mira en las exigencias éticas, sino más bien procuremos lograr una honda vinculación que cale en nuestro ser. Busquemos pues a Dios en las moradas más recónditas del alma. He aquí la oración por excelencia. Quizás no podemos orar porque tenemos una concepción equivocada de lo que es oración.

Pasemos a la parte central del Padrenuestro, a las principales peticiones. "Santificado sea tu nombre". Aquí se trata de honrar la majestad divina, de glorificar a Dios. Lo importante no es que me vaya bien a mí; lo único que cuenta es que le vaya bien a Dios, que Dios sea reconocido por los hombres. He aquí el sentido y el fin último de la creación. Que esta consigna dé alas y remonte hacia lo alto todo nuestro corazón, toda nuestra vida.

Sólo una es la meta a alcanzar: "Santificado sea tu nombre". Consumámonos por ese objetivo, trabajando, orando, haciendo sacrificios día y noche. Que Tú, Dios de majestad, seas reconocido y glorificado. Y si Tú quieres alcanzar esa glorificación a través de las circunstancias políticas… "santificado sea tu nombre".

Pero a este objetivo se agrega un segundo: que Tú seas santificado en mí mismo. "Venga a nosotros tu reino". Venga también a mí tu reino, a nuestra familia, a fin de que seas glorificado por nosotros.

Enfoquemos ahora los grandes medios. "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo". En este punto se trata de la conformidad con la voluntad divina. La gloria de Dios aumenta en la medida en que mi propia voluntad asuma la forma de la voluntad divina. "Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo".

"Danos hoy nuestro pan de cada día". Aquí se hace referencia tanto al pan sobrenatural como a los medios naturales necesarios de subsistencia. Sabemos muy bien que para el hombre es tan peligroso vivir en la abundancia como sufrir miseria. El ser humano debe disponer de lo necesario, para que así le resulte más aliviado vivir, y pueda elevar su corazón y sus ojos hacia Dios con mayor facilidad.

"Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén".

Fíjense que en cada una de estas frases se nos ofrece un nuevo medio, de valor secundario, que debemos aplicar a fin de alcanzar, con el transcurso del tiempo, la meta de nuestra vida.

Por todo esto es aconsejable que cuando no puedan orar bien, cuando se sientan fatigados, en el tren, de viaje, etc., recen calmadamente el Padrenuestro. Porque es una escuela de oración de primera categoría. Cuando lo que nos transmite el Padrenuestro se haya convertido realmente en parte de nuestro pensamiento y en forma concreta de vida, entonces creceremos orientándonos hacia la grandeza misma de Dios. Quedaremos libres de ese continuo girar en torno de nuestro yo y participaremos de las cualidades de Dios, de la grandeza de Dios y del ser de Dios.

Tomado de: "Vortrag bei Marienschwestern", 8 de Marzo de 1933, pág. 205-208. 

viernes, 11 de abril de 2025

IMAGEN PATERNAL DE DIOS (2)

 

(continuación de lo apuntado la semana pasada)

 

«Vuestro Padre sabe lo que necesitáis, antes de pedírselo» (Mt 6,8) …….

Otras formulaciones van aún más lejos. Acentúan intensamente algo que a los oyentes de aquel entonces también les era extraño: Dios no se preocupa sólo del pueblo elegido. Sus oyentes estaban convencidos de este solo pensamiento: Israel es el pueblo elegido. Esta fe iba tan lejos que los israelitas pensaban que los demás pueblos no eran objeto de su Providencia y de su amor. ¡Pueblo elegido! Pero el pueblo en su conjunto, no cada uno en particular. Esto deben tenerlo presente como telón de fondo y entonces comprenderán lo que significa: el Padre no sólo se preocupa del pueblo de Israel en su conjunto, no sólo de cada israelita en particular, no sólo se preocupa de cada miembro del pueblo de Israel, de cada pequeñez, sino que, aún más allá, se preocupa de todo lo creado, y especialmente de todos los hombres. No hay nada en mi vida, ni lo más mínimo, que no esté contemplado en este plan.

Él se preocupa de cada pequeñez en lo que nos atañe a cada uno y en cada uno. Presupongamos esto y entenderemos de inmediato las enseñanzas que el Señor nos quiere impartir.

Dos gorriones por una moneda

Cristo se expresa en forma práctica (él es, por lo demás, muy popular en sus descripciones, se adapta al pueblo, es decir, a sus oyentes) y dice: «¿No se venden dos gorriones por unas monedas?» (Mt 10,29). No es difícil trasladarnos a las circunstancias de entonces. Evidentemente, para la mentalidad de esa época, si no nos equivocamos, y quizás más que en la actualidad, el mundo de los pájaros tenía muy escasa importancia. No se trata sólo de que se pueda comprar dos gorriones por una moneda, sino que lo más importante, lo más esencial, es que «ninguno de los gorriones cae al suelo sin el consentimiento del Padre». ¿Puede expresarse esto en forma más sencilla? De modo que de estos seres insignificantes, de los que nadie se preocupa, se preocupa el Padre, y ninguno cae al suelo sin que así esté en el plan del Padre. «¡Cuánto más se preocupará de vosotros!»

Todos los cabellos están contados

«Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados» (Mt 10,30). ¿Qué significa esto? Dios debe ser un estupendo contador. Él conoce, por lo tanto, todos y cada uno de los cabellos de mi cabeza. Los exégetas acostumbran a explicar la frase: "Todos los cabellos de vuestra cabeza", diciendo que se trata de esos pequeños vellos que tenemos comúnmente en el cuello, es decir, ni siquiera los cabellos de la cabeza, sino que esos pequeños vellos en el cuello; de eso se trata. Si esto es así… así parece ser… ¿o será solamente una imagen cualquiera? Y si fuera sólo una imagen, entonces la imagen es en verdad suficientemente explícita. Si esta imagen tiene un valor simbólico, entonces nuevamente, en la práctica, sólo puede significar: Él se preocupa de mí, él sabe de mí. Y todo lo que se realiza en mi vida, él lo previó y lo planificó. Pero todo por amor, para el amor y a través del amor. Todo esto debe reforzar mi vinculación amorosa a él.

Los lirios del campo

Una última enseñanza va en la misma dirección: se nos llama la atención con un nuevo ejemplo de la vida práctica. Dice que observemos cómo se viste a los lirios del campo y cómo se cuida de los pájaros del cielo. Salomón, en todo su esplendor, no se vestía como los lirios del campo (cf. Mt 6,28-29) Los pájaros del cielo no siembran ni cosechan; están solamente entregados a la divina Providencia, y el Padre se preocupa de todos ellos, sin excepción.

Tomado de: "Texte zum Vorsehungsglauben", Patris-Verlag, pág. 93-99.

 

viernes, 4 de abril de 2025

IMAGEN PATERNAL DE DIOS

 

Marcados rasgos de padre en la imagen de Dios que predica Jesús

Imagen paternal de Dios en el Nuevo Testamento

La imagen neotestamentaria de Dios tiene marcados rasgos de padre. De ello nos hemos convencido con tanta frecuencia y profundidad a lo largo de decenios, que basta con hacer una mención. Se ha hecho carne y sangre en nosotros la tarea del Señor de revelar esos rasgos a sus atónitos oyentes y a su séquito y sumergirlos, de una manera misteriosa, en su propia filialidad. En su oración sacerdotal, repasa toda su vida y da testimonio ante su Padre celestial: Yo he proclamado tu nombre a los hombres (cf Jn 17,6), tu nombre de Padre. Tal como él siempre y en todo giró en torno al Padre —en la oración, en el trabajo y en el sufrimiento— así también atrae a todos los que le siguen hacia esa corriente de amor al Padre. Así lo hizo durante el transcurso de su vida. Así también lo hace ahora en la liturgia y a través de mociones interiores. Nadie llega al Padre si no es por él. Sólo entonces ha cumplido su misión, cuando todos los elegidos encuentren vitalmente, en su ser, en su actuar, el camino hacia el Padre. Él pone el nombre del Padre en los labios y en el corazón de los suyos y les enseña a rezar: Padre nuestro…

Por eso, con un entusiasmo arrebatador y mediante coloridas imágenes, anuncia no sólo el mensaje de la Providencia general del Padre, sino también, y sobre todo, de su Providencia especial. La Providencia general era conocida por sus oyentes, que habían pasado por la escuela del Antiguo Testamento. No era novedad para ellos que Yahveh se preocupara de toda la creación, que alimentara las aves del cielo y vistiera los lirios del campo. Ellos sabían que Israel era el favorito de Yahveh, su pueblo elegido. También conocían suficientes casos de su historia, en los cuales había actuado una Providencia especialísima de Dios. Sólo tenían que pensar en los patriarcas y en los profetas. Con cuánta frecuencia se había repetido en el curso de los siglos pasados, de una u otra forma, lo que la Sagrada Escritura cuenta de Moisés: «que el Señor le hablaba cara a cara, como un hombre le habla a sus amigos» (Ex 33,11).

Novedad era para ellos que el Padre está personalmente interesado al máximo por cada ínfima pequeñez de cada persona en particular, que se preocupa paternalmente de ello, de tal modo que no se cae ni un cabello de la cabeza sin que él lo sepa, sin su conocimiento ni voluntad, sin su quehacer (Mt 10,30). Este es el mensaje de la divina Providencia especial o individual. Nos hace prestar atención al hecho que Dios no sólo abarca todo el gran acontecer mundial con sus leyes inherentes y activas y que lo conduce sabiamente a una gran meta planeada; al hecho que con ello no sólo tiene ante su mirada a algunos grandes jefes del pueblo, sino que, simultáneamente y de igual modo, se preocupa solícito por cada uno en particular.

¿Qué nos dice Jesús sobre la fe en la Providencia, tal como la bosquejamos? Primero, escuchamos un par de enseñanzas de Jesús y tratamos luego de condensarlas en una doctrina general sintetizándola en pocas frases.

«Vuestro Padre sabe lo que necesitáis, antes de pedírselo» (Mt 6,8). ¿Qué debemos presuponer al escuchar estas palabras? Toda la doctrina de la divina Providencia. Dicho de modo más exacto, se trata de la doctrina que nos dice que el Padre Dios ha proyectado un plan —expresado en forma humana— que lo ha sopesado todo en forma cuidadosa… ¿De qué modo he sido creado? ¿Cómo son los distintos caminos del destino en mi vida? Todo esto está previsto. Si yo digo: "predeterminado", entonces, de todos modos, debo decir "predeterminado en un recto sentido". Todo previamente planeado, todo previsto, todo predeterminado; pero también, y al mismo tiempo, pre-calculadas las gracias que se pondrán a mi disposición para tener la capacidad de descubrir este plan en detalle. Pero no sólo para descubrirlo, sino también para realizarlo. Entonces, escuchen nuevamente: "El Padre sabe…" Y es así porque él lo planeó todo por sí mismo, porque todo lo previó y porque tiene en su mano la realización hasta en el menor detalle. Él conduce mi vida. Pienso que deberíamos grabarnos la frase: "conducción de mi vida". Él la conduce y la ha conducido. Y por eso —cuando esto así sucede, como consta teológicamente— podemos comprender la frase: "El Padre sabe lo que ustedes necesitan". Él lo sabe, él ha establecido que yo necesito tal cosa y él está dispuesto a dármelo todo. Es por eso que agrega: "sin que se lo pidan". Por lo tanto, yo no necesito decirle que me falta algo; no debo hacerle ver que ahora lo necesito. Esto es algo evidente en sí mismo…

                                                        (Continuará el próximo viernes)